La carrera de Solange Knowles estaba intrínsecamente ligada a la de su hermana, la colosa
Beyoncé. Sus primeros trabajos de alto perfil fueron acompañando al grupo Destiny's Child como bailarina y cantante y como compositora de canciones para los discos solistas de su hermana. Sin embargo, en los últimos años Solange ha logrado consolidarse como una artista con un estilo propio y alternativo –su EP
True (2012) confirmó su talento–, un estilo personal exquisito y vanguardista y una poética enfocada a denunciar injusticias sociales sufridas por la población afrodescendiente. Pero la semana pasada, la cantante y compositora logró su primer gran éxito por su cuenta: su
disco A Seat at the Table logró catapultarse en el primer puesto de ventas de Estados Unidos por encima del favorito indie de la semana: Bon Iver.
Ese logro no es una casualidad. A Seat at the Table es un trabajo que demandó tres años –aunque hay temas que datan desde 2008–, que contó con una larga lista de colaboradores como el referente del R&B Raphael Saadiq, el baterista y productor Questlove, y el empresario y rapero Master P, que prestó testimonios que funcionan como interludios entre canciones.
Pero no es solo eso lo que hizo que este disco fuera una obra contundente: A Seat at the Table habla de la felicidad, la tristeza, la rabia y la desesperanza que la población negra estadounidense ha sufrido en el último tiempo, así como de las experiencias específicas de la mujer negra. Solange hilvana todos estos sentimientos en un finísimo R&B, presentado con una delicada coherencia estética, manifestado en el libro digital que acompaña al lanzamiento.
Con su trabajo Solange finalmente encontró la luz de un foco personal, gracias a un disco que sin dudas estará presente en las listas de los mejores del año.