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Gabriela Hearst: embajadora de lujo

Hace 17 años fue a Nueva York a estudiar y se quedó a vivir. Este año, la publicación inglesa BOF la incluyó entre las 500 personalidades más influyentes de la industria de la moda.
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06 de noviembre de 2017 a las 05:00

[Por Florencia Bibas]

En febrero del 2013 conocí la marca Candela en la presentación de prensa de la semana de la moda de Nueva York. Me pareció admirable descubrir que Gabriela Perezutti, su creadora, fuera uruguaya y que hubiera logrado hacerse un lugar en una plataforma tan competitiva y que representa el sueño de tantos diseñadores del mundo.

Tres años más tarde me volví a cruzar con sus diseños. Esta vez fue en la exclusiva tienda Barney's de Nueva York, donde diferentes maniquíes oficiaban de anfitriones en el sector de marcas de lujo, bajo el nombre Gabriela Hearst. Era su primera colección con nueva identidad. Recuerdo que me llamó la atención por la notable calidad de los materiales, donde se destacaban mullidos tapados de cachemir y sofisticados vestidos de seda, todo sumamente femenino. En la actualidad, Gabriela Hearst es una de las etiquetas que más respeto ha cosechado entre los críticos de moda, en corto tiempo. El pasado mes, su creadora ha sido incluida dentro de la lista de la publicación inglesa The Business of Fashion (BOF) entre las 500 personalidades más influyentes de la industria de la moda.

Cabalgata creativa de una menta inquieta

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"Gaby", como la llaman sus amigos, bebe agua mineral de una botella de cartón porque odia el plástico. Esto transcurre mientras conversamos por FaceTime. En la charla nos remontamos a su infancia. Me cuenta que como sus padres estaban separados dividía el tiempo entre Carrasco, el campo de su madre y la estancia de su papá en Paysandú: ese preciado pedazo de tierra que quedaría a su cargo en el 2011, cuando él fallece, junto al legado de 10 mil ovejas y 5 mil cabezas de ganado.

Cuenta que su madre Tonya Souza siempre fue una mujer de espíritu independiente. Crió a sus dos hijas bajo un matriarcado, con abuela incluida. Su carácter aventurero la llevó a competir desde joven en jineteadas, con lo que la primera imagen que recuerda Gabriela de ella es verla caer del caballo y levantarse, con los dientes en la mano. Su padre armó su campo solo, sin recibir ayuda de nadie. Fue un hombre que trabajó toda la vida en su tierra, forjando un carácter fuerte, donde la ética de trabajo era lo más importante, una característica que también identifica a su hija.

La educación de Gaby transcurrió en un colegio inglés. En The British Schools completó sus estudios secundarios y forjó amistades que le marcarían el futuro. La institución, además de aportarle estructura a su mente creativa y una gran preparación académica, le permitió compartir el recreo con niños de todo el mundo, entre ellos, una compañera australiana que la tentó a querer descubrir nuevos horizontes. Gaby se obsesionó por conocer Australia, así que en cuanto se graduó consiguió una beca para realizar un intercambio estudiantil. Sus padres se enteraron del viaje cuando ella ya había logrado que la aceptaran. Ese gran logro personal le permitió darse cuenta de que con visualización y trabajo, podría lograr lo que se propusiera. Su regreso a Uruguay duró poco. Aunque empezó a estudiar Ciencias de la Comunicación en Montevideo y trabajó en una florería para poder ahorrar, a los 18 años se fue a visitar a otra amiga a otras latitudes. Esta vez voló a Estados Unidos.

Cuando desembarcó en Nueva York empezó a trabajar en una productora de cine de unos amigos uruguayos que estaban preparando un filme que finalmente resultó un fiasco. Luego se dedicó a estudiar dos años artes dramáticas. En ese momento le gustaba la idea de hacer algo artístico, pero no se imaginaba siendo actriz. Su mejor performance fue convencer al señor Perezutti, que se lo pagara. Otra vez más, le llevaba ideas locas a su padre gaucho.

De Candela al made in Italy con lana uruguaya

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Sus primeros pasos en la industria de la moda los dio trabajando como directora de ventas para una diseñadora que le pagaba poco. Esa experiencia le permitió darse cuenta de que le gustaba el tema y también, que podía hacerlo sola. En Nueva York, y luego de rechazar un ofrecimiento de la marca Le Coq Sportif, se animó a armar su propio proyecto. Produjo camisetas estampadas que no solo diseñaba, sino que comercializaba y hasta modelaba. La que más se vendía, recuerda, era la que tenía una foto estampada de su mamá a caballo. Una imagen que eligió por ser impactante, fuerte.

En el 2003 fundó la marca Candela junto con dos socias y una inversión inicial de 700 dólares. "O funcionaba o me iba a vender vacas con mi papá. Ese año pagué toda la producción con mi tarjeta de crédito. Vendíamos a 200 tiendas, pero nunca llegamos a tener el dinero suficiente como para hacerla crecer", señala Gabriela.

El gran salto de la empresa vino aparejado de un gran cambio en su vida sentimental. En 2013 se casó en segundas nupcias con Austin Hearst, uno de los herederos del conglomerado mediático Hearst Corporation, que posee publicaciones como las revistas Bazaar, Elle, Cosmopolitan y Esquire; los diarios Houston Chronicle y San Francisco Chronicle, entre otras empresas. Gabriela y Austin se conocieron a través de unos amigos en Argentina y tienen un hijo pequeño, que hizo agrandar la familia que ya estaba compuesta por dos gemelas de su matrimonio anterior.

"Cuando una de mis socias se fue a vivir a Londres, mi marido compró las otras dos partes de Candela. El quedó como inversor y yo como diseñadora. Decidimos poner todo el esfuerzo en el producto. La marca tomó otro rumbo, uno de absoluta calidad: era casi obligatorio para diferenciarnos de Zara y del fast fashion". Fue así que se puso en contacto con las mejores empresas familiares italianas para fabricar sus productos: zapatos en Venecia, carteras en Florencia y prendas Milán. Con este upgrade de marca, llegaría el buen consejo de la editora de la revista Harper's Bazaar, Glenda Bailey: "Muy lindo tu apellido, pero nadie se lo va a acordar", le dijo, así que decidió renombrar a la empresa: Gabriela Hearst.

Gaby no se basa en las tendencias de la moda para armar sus colecciones. No le interesan. Incluso le pide a su equipo que no mire desfiles para no influenciarse. Para ella, la mejor inspiración es vivir en Manhattan y como los productos se destacan por su calidad, apunta a que se conviertan en los clásicos del guardarropa. Ella misma los usa para vestirse, dice encontrar lo que busca en lo que hace y que siempre mantuvo un mismo estilo personal aunque ahora potenciado por las fibras más nobles. "La idea es que sean piezas para conservar a lo largo del tiempo", señala.

El primer punto de venta donde comercializó Gabriela Hearst fue la tienda Barney's, con quien realizó un acuerdo de exclusividad durante las primeras tres temporadas. Aunque quedó muy agradecida con la oportunidad, el gran salto llegaría más tarde con Bergdorf Goodman, la mítica tienda de la Quinta Avenida que vende a la elite superior de Manhattan. Allí comparte espacio con prestigiosas marcas como Céline, Max Mara y Stella McCartney, entre otras.

Transparencia y sustentabilidad: filosofía de marca y de vida

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En su constante búsqueda de calidad, los testeos iniciales comenzaron en Italia, junto a Loro Piana. Luego comenzó a incorporar lana merino de su estancia en la confección de los trajes. "Fue idea de mi marido, porque yo no había asociado ambas realidades. Las ovejas son certificadas, orgánicas, no sufren", dice. Ella misma presencia muchas veces las esquilas, que son realizadas en cuestión de minutos. Por otro lado, Lanas del Uruguay le produce el cachemir más rústico y más grueso, que luego es procesado en Italia. Gaby admira y destaca el trabajo que hace esa cooperativa, que apoya a mujeres tejedoras de todo el país.

La buena calidad de sus productos recibió el premio otorgado por Woolmark, la más alta autoridad internacional en materia de certificación de lana merino, en su edición 2016/17. "La calidad de una marca de moda se basa en dos pilares: la inversión en los mejores materiales y los fabricantes. El éxito radica en combinar las dos cosas, de la mejor manera. Estamos en buen camino, pero siempre se puede mejorar", señala Gabriela. Su desafío es tener un producto de calidad que perdure toda la vida y a su vez, continuar con el desarrollo de una empresa que respeta el medioambiente y el capital humano.

"No importa si tenés visibilidad o no, lo que justifica todo es poder ayudar y ser útil a otros". Gabriela no solo prioriza el proceso de producción, también colabora activamente en causas sociales y medioambientales junto con su marido, por ejemplo ayudando a la organización Save The Children, donde recauda fondos y realiza documentales para generar conciencia sobre la problemática. "No estoy interesada en tener la compañía de moda más grande, mientras que la Antártida se está derritiendo", afirma. Y si Gaby está al mando, nadie lo pone en duda.

New York Fashion Week 2017

El pasado 12 de setiembre Gabriela presentó la colección verano 2018 de su marca, durante la semana de la moda de Nueva York. La locación elegida fue nada menos que el emblemático edificio Seagrams, el rascacielos de Park Avenue construido en 1958 por el consagrado arquitecto Mies van der Rohe, con diseño interior de Philip Johnson. Desde el restaurante del Four Seasons, a gran altura, la cita fue exclusivamente para 150 invitados especiales, entre los que estaban las críticas de moda Glenda Bailey y Suzy Menkes en primera fila, junto a la argentina Sofia Sanchez de Betak, directora de arte e influencer de estilo.

La colección nuevamente tuvo el sello de Gabriela: piezas atemporales, de estilo sentador, aunque serio, en texturas nobles como el algodón, la seda, y algo de lana merino de su chacra. Un lujo refinado y sin estridencias. La inspiración de la colección fueron algunas figuras masculinas legendarias como Keith Richards, Winston Churchill, Chet Baker y George Best, entre otros personajes destacados.
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Por el mundo

La marca Gabriela Hearst cuenta con un 50% de clientela internacional y se la puede encontrar en más de 40 tiendas estratégicas en todo el mundo. En Londres sus colecciones cuelgan de los percheros de Selfridge´s o Harvey Nichols y proyecta abrir una tienda en la avenida Madison de Nueva York. Le encantaría vender en Uruguay, pero admite que es un mercado demasiado pequeño.


¿Quiénes eligen Gabriela Hearst?

La marca apunta a vestir a una mujer que aprecia lo cualitativo y cuenta con un amplio presupuesto a la hora de armar sus looks. A Gaby le gustan las mujeres fuertes, con carácter, por eso disfruta que actrices de la talla de Gillian Anderson o Brie Larson la elijan. También lo hacen personalidades como la activista Cecile Richards de la organización Planned Parenthood, a quién admira, y la primera dama estadounidense Melania Trump, cosa que a Gaby le resulta llamativo.

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