El único gol que grité en el Mundial ruso, aparte de los siete uruguayos, fue el segundo de Croacia contra Inglaterra. Me salió del alma, por mi profundo respeto a los tan sufridos croatas, pueblo liberal que debió padecer el comunismo yugoslavo, y después a los serbios homicidas. Pensé en mi
amigo Dalibor Cvitan, escritor notable, tipo magnífico, cristiano de veras, maestro en las grandes y pequeñas cosas, quien además me tradujo al croata (traducción extraordinaria por lo que me dijeron), y que en 1980 fue por varios meses mi vecino en Iowa City, en días de milagro y maravilla. Pagaría oro en polvo por volver a vivirlos. Cada día conversábamos de vida y literatura, términos sinónimos.
Una mañana, hablando de la pesadilla política que en su país no terminaba, me dijo, como coartada para imaginar una realidad menos degradada: "En este mundo solo hay dos cosas trascendentes; la belleza del
arte y la de las mujeres". Y el fútbol, pregunté. "El fútbol no es de este mundo". El humor sutil y fino de Dalibor era propio de quien había sobrevivido estoicamente las lacras del comunismo y tenía ánimo y energía para ser su principal enemigo. No era sino un asunto de inteligencia y pensar profundo, alejado del dogmatismo y del comportamiento ovino que teme ir contra el rebaño. "La admiración que tienen tantos por Fidel Castro es incomprensible. Yo nunca cambiaría un plato de sopa por mi libertad". Un
Artigas croata.
Dalibor me invitó a visitar Croacia. "Te va a gustar, sobre todo mi ciudad, Zagreb. Ya le dije a mi mujer que vas a venir". Seguimos en contacto por años, hasta que vino un silencio epistolar, porque él estaba ocupado y yo, también. En 1993 le escribí para decirle que iba a Zagreb, pero nunca respondió. Pasó el tiempo. Un día recibo una carta, de un profesor croata amigo de ambos, que comenzaba diciendo: "Poeta, ha muerto nuestro querido amigo Dalibor, cáncer". Me vino una depresión enorme. Tenía 59 años. El domingo, en representación de mi amigo total, voy a hinchar por Croacia. Dalibor, también en el cielo, donde ahora estás, se gritan los goles. El triunfo luce como algo imposible, pero quienes creemos que el mundo puede ser mejorado, vivimos creyendo en imposibles.