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Historia repetida en Nicaragua

Daniel Ortega, que el 19 de julio de 1979 emergió como el líder de una insurrección contra una dictadura, hoy es la cara de una violenta crisis política
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22 de julio de 2018 a las 05:00
Por Fabiana Culshaw

El 19 de julio de 1979, Bill Gentile amaneció en el Hotel Ticomo de Managua. Poco antes, los periodistas extranjeros –incluido él, que estaba cubriendo la guerra para la United Press International– tuvieron que salir del Hotel Intercontinental donde se concentraban, porque se había llenado de personeros del gobierno de Somoza, gente armada y familias enteras alteradas.

Ante la zozobra, los reporteros se dispersaron hacia otros hoteles o casas privadas de la zona. Gentile caminó rápidamente desde el Ticomo hasta la casa del periodista Leonardo Lacayo, quien tenía una radio de onda corta y podía escuchar las conversaciones entre el dictador Anastasio Somoza y militares . "Así nos enteramos, de primera mano, que Somoza había huido del país", contó Gentile a El Observador. De inmediato, el fotoperiodista fue con un colega a la residencia de Somoza y, para asombro de ambos, lograron tomar imágenes del interior del búnker del dictador. Al salir, unos hombres vestidos de civil les pidieron ayuda para empujar un viejo automóvil cuyo motor se negaba a encender. "Vimos a un muerto en el asiento de atrás y nos dimos cuenta de que eran militares de la Guardia Nacional tratando de huir. Fueron horas muy tensas y era difícil predecir lo que sucedería", recordó.

Al día siguiente llegó el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). "Venían en camiones, en autos, caminando, y se dio la celebración del derrocamiento de la tiranía de los Somoza, que tenían más de cuatro décadas en el poder. Fue toda una fiesta, aunque mucha gente también tenía cierto miedo, por la propaganda anticomunista que se había desplegado en contra del sandinismo", contó.

Lo cierto es que las columnas guerrilleras del FSLN entraron a Managua con amplio respaldo popular, y se hicieron del poder. El nuevo gobierno había prometido reformas importantes, con Daniel Ortega, de la Juventud Patriótica Nicaragüense (JPN), como máximo líder.

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Un guardia con dos niños en brazos en plena revolución de 1979.
Un guardia con dos niños en brazos en plena revolución de 1979.
La JPN se definía como un grupo comprometido con la democracia y la justicia social.

Lejos estaba el líder Ortega de los años 79-80, de su porte autorizario del presente y de cometer los graves abusos en el ejercicio de poder, como la represesión a manifestaciones opositoras que bajo sus órdenes ya provocó más de 350 muertos.

Pasado y presente de Masaya

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Tropas nicaragüenses buscan rebeldes puerta a puerta en Nindiri, departamento de Masaya, 7 de julio de 1979. Fotos: Bill gentile
Tropas nicaragüenses buscan rebeldes puerta a puerta en Nindiri, departamento de Masaya, 7 de julio de 1979. Fotos: Bill gentile
La ciudad de Masaya, cuna de los rebeldes de Ortega contra Somoza, es hoy un importante foco de resistencia contra el actual presidente.

"No me sorprende que sea así. Su población es combativa, sobre todo el barrio de Monimbó, donde se ha prendido la mecha de la insurgencia popular en varias ocasiones", comentó Gentile. "En su época, Somoza no se dio cuenta de ello sino tarde, en su final. Estaba muy lejos de las raíces de su propio pueblo. Ahora, en ese mismo lugar, se quiere acallar a la gente con represión, pero será peor", opinó.

Gentile fue uno de los pocos periodistas estadounidense en cubrir los acontecimientos en Masaya en 1979, porque casi todos sus colegas se habían retirado de Nicaragua un mes antes, cuando la Guardia Nacional mató a Bill Stewart, corresponsal de la American Broadcasting Corporation (ABC News). En repudio al gobierno de Somoza y temiendo por sus vidas, salieron del país.

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Una mujer le ruega a un guardia somocista que le permita ingresar a su casa a buscar a su esposo e hijo, luego de un bombardeo en Managua, 23 de junio de 1979.
Una mujer le ruega a un guardia somocista que le permita ingresar a su casa a buscar a su esposo e hijo, luego de un bombardeo en Managua, 23 de junio de 1979.
Y esta semana, como una ironía de la vida, unos 200 pobladores han huido de Masaya, ante un violento operativo de las fuerzas gubernamentales (1.500 policiales y parapoliciales armados) que recuperaron el control de la ciudad, luego de meses de estar atrincherada por civiles que piden la salida de Ortega.

Este mes, a 39 años de la revolución sandinista, Ortega encadena un nuevo ciclo de 11 años en el poder, en medio de una oleada de protestas reprimidas con violencia desde hace tres meses por fuerzas progubernamentales. Hoy, las similutudes de su gobierno con el régimen de Somoza son mayores que el antagonismo existente cuando su revolución lo derrocó .

El gobierno de Estados Unidos aprovechó las circunstancias para criticar la actual gestión no democrática de Ortega.

"Es muy irónico y cínico que en el 39 aniversario de la caída de Somoza, el regimen de Ortega está aplastando a su propia gente como el presidente Maduro en Venezuela lo está haciendo", dijo el embajador Todd Robinson, consejero para asuntos de América Central en el Departamento de Estado de EEUU.

"Tienen esta idea de que sus países tienen que pagar para que ellos puedan seguir en el poder y esto es nefasto", afirmó durante una conferencia de prensa telefónica.

¿En qué quedó la Revolución?

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En 1980, el gobierno sandinista emprendió la "reconstrucción" de un país sumido en la pobreza, resultado de la dictadura somocista y del conflicto armado. Se consfiscaron los bienes del tirano, se puso en marcha un plan de economía mixta, aunque con predominio estatal, y una reforma agraria, que consistió en la repartición de latifundios y en la creación de granjas cooperativas dependientes del Estado.

Al sandinismo de esa época se le reconocieron ciertos avances, por ejemplo, en educación y salud. Sin embargo, con el tiempo sus logros fueron relativos, o no se pudieron mantener.

Según algunos analistas, eso se debió a la ineficiencia del modelo revolucionario, mientras que otros lo atribuyeron al bloqueo económico que ejerció el gobierno estadounidense de Ronald Reagan que, además, financió a grupos armados antisandinistas, conocidos como "la Contra", muy activa en la década de los '80.

Nicaragua cayó nuevamente en decadencia y el gran descontento popular ante el sandinismo terminó llevando a su opositora, Violeta Chamorro, a la presidencia en las elecciones nacionales de 1990.
Hay que recordar que Ortega fue presidente de Nicaragua entre 1979 y 1990, y retomó el mando
–por vía electoral– en 2007, hasta la fecha. Quien en un momento se erigiera como líder en contra de la dictadura de Somoza, se está convirtiendo en una figura incapaz de satisfacer los reclamos de los nicaragüenses, y con pocas credenciales democráticas.

Guerrilleros sandinistsas en León, contra la Guardia Nacional. 18 junio 1979. Crédito William Gentile.jpg
Guerrilleros sandinistsas en León, contra la Guardia Nacional. 18 junio 1979. Crédito William Gentile
Guerrilleros sandinistsas en León, contra la Guardia Nacional. 18 junio 1979. Crédito William Gentile

El retorno de Ortega al poder hace 11 años no se explica sin la generosa ayuda venezolana estimada en unos US$ 500 millones anuales, con los cuales impulsó planes sociales de viviendas, calles, electrificación, subsidios al pasaje de autobús y engrosó la planilla estatal.

Aquel escenario de petrodólares nada tiene que ver con el de hoy, con un mandatario cada vez más arrinconado por las protestas que se iniciaron el pasado 18 de abril por el anuncio de una reforma del sistema de pensiones, que derivó en un reclamo más general contra un gobierno al que se acusa de autoritario y de violar los derechos humanos.

En las calles de Managua, crece el clamor de que Ortega y la vicepresidenta, su esposa Rosario Murillo, abandonen el poder.

Es que la situación ha ido de mal en peor desde que el gobierno comenzó a reprimir las manifestaciones callejeras.

Es por eso que la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), como mediadora del diálogo, propuso una agenda para democratizar el país y adelantar los comicios de 2021 a marzo del 2019, lo que ha sido rechazado por Ortega.

Reacción internacional

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Esta semana, la comunidad internacional intensificó la presión sobre Nicaragua para que cese la represión y desarme a los paramilitares. El secretario de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Paulo Abrao, explicó la gravedad de la crisis nicaragüence.

"Primero había una represión clásica de fuerzas policiales contra manifestantes. Y en la medida en que la gente se siente amenazada, reacciona para defenderse. Pero la proporción de fallecidos (más de 300, incluidos 20 policías) y heridos (más de 1.800) demuestra claramente que se trata de un operativo combinado de fuerzas policiales y parapoliciales contra opositores al gobierno", aseguró el brasileño Paulo Abrao.

Por ese cuadro represivo es que e Estados Unidos, 13 países latinoamericanos y el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, demandaron el fin del ataque a la población civil.

En ese sentido, la Organización de los Estados Americanos (OEA) exhortó el miércoles 18 al gobierno de Nicaragua a dialogar con la oposición para acordar fechas para realizar elecciones anticipadas.
En una resolución aprobada por 21 de sus 34 miembros activos, la OEA también reiteró su "enérgica condena" a "todos los actos de violencia, represión, violaciones de derechos humanos y abusos, incluyendo aquellos cometidos por la policía, grupos parapoliciales y otros actores contra el pueblo (...), según lo documentado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)".

En consonancia con esa declaración, el embajador estadounidense Robinson dijo que para su gobierno "la solución para el gobierno nicaragüense es clara. Existe una salida. El único y mejor camino para la paz duradera es celebrar elecciones anticipadas, libres y transparentes. Ellos pueden tomar esa decisión".

Niño armando del lado de los rebeldes, en la sitiada Masada. 30 junio 1979 Crédito William Gentile.jpg
Niño armando del lado de los rebeldes, en la sitiada Masada. 30 junio 1979 Crédito William Gentile
Niño armando del lado de los rebeldes, en la sitiada Masada. 30 junio 1979 Crédito William Gentile

A 39 años de la revolución, nada queda del Ortega que llegó al poder como el antídoto contra una larga tiranía.

Con esos acontecimientos de fondo, Bill Gentile observa con tristeza la situación nicaragüense. "La revolución no ha dado los frutos que se quería. Se nota abuso de poder e insatisfacción. Será difícil revertir la insurgencia en las calles. La celebración del aniversario del triunfo sandinista del '79 tiene la sombras de muchas muertes", concluyó.

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