"¿Cuánto cobraría usted por hacerse de la defensa?", le preguntó el martes 23 de mayo un hombre al penalista Gustavo Bordes, sobre un caso del que pretendía que fuera el abogado. Había algo de ese caso que a Bordes no le cerraba, por lo que le dio una cifra de honorarios alta, para que se fuera. Quien consultaba se había aparecido en su oficina sin una cita previa y dijo venir "por un asunto penal" de un hombre al que "agarraron con dos kilos de cogollos de marihuana y le pusieron tenencia para no consumo". Finalmente, acordó con el abogado que regresaría al día siguiente.
El 24 de mayo, Bordes estaba reunido con unos clientes cuando un hombre disfrazado con una peluca rubia, calzas de mujer y un buzo verde entró a su escritorio y lo apuntó con un revólver. "Vos vení para acá", le dijo. Bordes lo reconoció al instante. "¿Qué pasó? ¿Vos estuviste ayer? ¿Qué te pasó? Vamos a hablar", le dijo, mientras caminaba hacia el atacante. "Arrodillate y date vuelta. Arrodillate o te tiro", le respondió.
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Cuando el abogado estuvo a menos de un metro de quien lo apuntaba, el hombre disparó dos veces con el arma hacia el pecho, pero ninguna bala salió. "Sentí en cada uno de los disparos que hizo el movimiento con sus manos y se sintió el sonido del percutor pero la bala no salía. Ahí me di cuenta de que me venía a matar", relató el penalista ante el juez José María Gómez y el fiscal Gustavo Zubía, según consta en el auto de procesamiento del caso, que terminó con el atacante procesado con prisión.
A pedido del fiscal, el juez le imputó "un delito de privación de libertad en concurso fuera de la reiteración con un delito de homicidio muy especialmente agravado en grado de tentativa con un delito de hurto en grado de tentativa".
Cuando Bordes se dio cuenta de que lo querían matar se tiró encima de su atacante para evitar que volviera a gatillar y comenzaron a forcejear. Bordes cayó y cuando se estaba incorporando, el hombre gatilló dos veces más a su cabeza, pero las balas tampoco salieron. Al no tener éxito, golpeó al abogado en la cabeza con la culata del revólver y se fue.
En el juzgado, el atacante declaró que había sido contratado para "asustar a un profesional" y le ofrecieron $ 50.000, informó El País en su edición del sábado 3 de junio. Según consta en el auto de procesamiento, quien le ofreció el trabajo de sicario acordó dejarle la mitad de esa suma en un sobre y pagarle el resto cuando cumpliera con su misión. El trabajo se lo ofrecieron el "jueves 19 o viernes 20 de mayo" y recibió los $ 25.000 el domingo en un sobre que le pasaron por debajo de la puerta de su casa en el que también estaban los datos de Bordes y su foto.
El hombre aseguró que el arma era de juguete, que simulaba ser un revólver calibre 22, que había comprado en un asentamiento junto con la peluca. "Obvio que el disparo no iba a salir porque el arma era de juguete", afirmó ante el juez y el fiscal.
Sin embargo, la Justicia entendió que se trató de un intento de homicidio. Como no llegó a matar a Bordes, el hombre terminó cobrando $ 40.000 y no la suma acordada en un principio.
Además de procesarlo a él, la Justicia también procesó con prisión por encubrimiento a dos amigos que borraron mensajes y fotos que él les había mandado donde aseguraba "que era un sicario".
Uno de ellos lo llevó a Toledo, Canelones, desde donde fue hasta la terminal de ómnibus de Tres Cruces para fugarse al Chuy porque sabía que la Policía lo buscaba. A su vez, el juez Gómez solicitó orden de captura para los hermanos del atacante de Bordes.
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