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“Homicidio imposible”, la única figura que les cabe a los enfermeros

Es la alternativa judicial ante la falta de pruebas, y en ese caso se aplican medidas de seguridad
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01 de abril de 2013 a las 21:22

Las fuentes consultadas por El Observador no recuerdan que se haya condenado en Uruguay a una persona como autor de un “homicidio imposible”. El caso de Marcelo Pereira y Ariel Acevedo, los dos enfermeros que confesaron la muerte de 15 pacientes y fueron procesados con prisión en abril de 2012, puede ser el primero.

La confesión de los enfermeros es la única prueba sólida que aparece en el expediente. Las pericias forenses y un informe que Raúl Gabus, entonces director del hospital Maciel, donde trabajaba Pereira, envió al Ministerio de Salud Pública (MSP) plantean que no hay elementos que indiquen, con firmeza, que las supuestas víctimas hayan sido asesinadas.

Ante la falta de pruebas de convicción suficiente para condenar a Pereira y a Acevedo por el crimen de los 15 pacientes, fuentes del caso dijeron a El Observador que la figura penal de “homicidio imposible” surge como la más próxima al acto perpetrado por los enfermeros.

Cometen delitos imposibles quienes emplean medios inadecuados, con los que no podrán concretar el delito que prevén realizar. El artículo 5 del Código Penal establece que “se hallan exentos de pena los actos inadecuados para cometer el delito, o porque el fin que se propone el agente es absolutamente imposible, o porque resultan absolutamente inidóneos los medios puestos en práctica por él. En tales casos el juez queda facultado para adoptar medidas de seguridad respecto del agente, si lo considera peligroso”.

El artículo 92 del Código Penal establece que “a los autores de delito imposible”, en lugar de una pena, se les debe aplicar “medidas de seguridad preventivas” que tienen un plazo mínimo de un año y un máximo de 15.

Si hubo crímenes, no hay pruebas
Pereira confesó haber matado a cinco pacientes en el hospital Maciel mediante la inyección de morfina, y Acevedo, a 10 pacientes en la Asociación Española mediante la inyección de aire en el cuerpo, pero, según las pericias forenses, no habrían logrado consumar su intención. Aunque lo intentaron y creyeron haberlo hecho, los informes forenses plantean que no hay pruebas que señalen que lo hicieron.

Gladys Lemos, fallecida en el hospital Maciel, fue la única víctima a la que se le realizó una autopsia. Los médicos forenses encontraron lidocaína en la sangre de Lemos y en su orina, además, “un metabolito de morfina a nivel de trazas”. Con base en “los elementos disponibles clínicos, anatomopatológicos y toxicológicos”, el tribunal médico forense concluyó en su informe que se trató de “muerte natural”.

De todas maneras, los médicos advirtieron: “Llama mucho la atención la detección de la lidocaína en una concentración terapéutica en la sangre de la fallecida, ya que no consta que este fármaco haya sido administrado ni estaba indicado en ninguna etapa de internación. El supuesto de que la lidocaína hubiera sido administrada luego de que la paciente instaló la bradicardia extrema, el paro cardíaco habría tenido una incidencia negativa sobre el éxito de los intentos de reanimación y en consecuencia hubiera concurrido a la muerte”. Pero entre los fármacos que se le encontraron a Pereira no figuró la lidocaína. A su vez, el enfermero declaró que usaba morfina para matar, no lidocaína.

Sobre siete casos, el tribunal forense informó que “la muerte era esperable y en algunos casos inevitable en el breve plazo”. El informe agrega: “Si bien la hipótesis de una intervención externa pudo haber acelerado la evolución fatal, no se advirtió en ninguno de los casos una peoría inesperada y súbita de la situación clínica y la evolución seguida por el paciente”.

Otro elemento confuso es que Pereira confesó haber matado a cinco pacientes, entre ellos a Teresa Cuello y Enrique Yarle. Sin embargo, el informe que el director del hospital presentó en el MSP, agregado al expediente el 27 de marzo de 2012, sostiene que Pereira no trabajó ni estaba en el hospital cuando esos dos pacientes murieron.

En cuanto al accionar del otro enfermero, un integrante del tribunal médico forense que estudió los casos dijo El Observador, en setiembre de 2012, que “es prácticamente imposible rastrear si una persona murió por una inyección de aire”, el método que Acevedo declaró haber usado. Y si no se comprueba que fue un crimen, no hay homicida.

Enfermeros se retractarán
La abogada de Acevedo, Teresa Garrido, solicitó a la jueza Dolores Sánchez que le tome nuevas declaraciones a su defendido, a la enfermera procesada por complicidad y a más testigos. La defensa de Pereira no solicitó ninguna prueba. De todas maneras, su abogado, Humberto Teske, dijo que su defendido es inocente. “Yo no los maté ni tuve la intención de hacerlo”, le aseguró Pereira a su abogado, según relató Teske a El Observador a principios del mes e marzo. El fiscal Gilberto Rodríguez tiene a estudio el expediente; aún no ha solicitado más pruebas.

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