Eduardo Espina

Eduardo Espina

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Hotel San Rafael

Con nuevos propietarios, el hotel buscará emular los lujos del pasado
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08 de febrero de 2018 a las 05:00
En 2003, los organizadores del festival que ese año pasó a llamarse Un cine de Punta me invitaron a asistir al gran acontecimiento cinematográfico del verano. Los artículos que escribí fueron publicados en este diario al día siguiente de haber sido escritos (cabe destacar el detalle, pues uno iba a trabajar, no solo a pasarla bien).

A la hora de rebobinar, a la memoria me vienen algunos hechos precisos: que se exhibieron muy buenas películas; que en la camioneta que nos trasportaba tuve una corta pero entretenida charla con el director argentino Pablo Trapero y su esposa, la actriz Martina Gusmán, a raíz de la película que habían presentado, El bonaerense, la mejor de las varias buenas que conformaron el programa; que fue memorable la cena en la cual pude por fin conversar con Manuel Martínez Carril sobre las películas de Martin Scorsese; y algo más que es lo que más recuerdo: los tres días que pasé en el hotel San Rafael, donde me hospedaron. Fue la primera vez que conocí el hotel por dentro y la experiencia resultó, por encima de todo, original.

El cine ha hecho varias películas que suceden en hoteles, la mayoría de ellas de terror. La estancia en el hotel frente a la playa no fue de terror, pero estuvo a punto de serlo debido a las peculiaridades asociadas al estado calamitoso de la instalación. Era a las claras un hotel que se estaba cayendo a pedazos, lo cual podía verse en los pequeños y grandes detalles. Por ejemplo, el agua del baño de la habitación tenía un extraño color, seguramente resultado de las tuberías oxidadas.

La misma sensación de abandono mostraba el cuarto, el cual parecía el de un mueble y no el de un hotel puntaesteño. El colchón era durísimo, una invitación a permanecer acostado lo menos posible, y la piscina interior, la única que intenté usar pues la mayor parte del tiempo se la pasó lloviendo, mostraba una decadencia en fase de agravamiento que llevaba a preguntarse, considerados los otros detalles negativos, cómo un hotel con un pasado tan señorial había adquirido esa ruinosa condición.

Ahora, con nuevos propietarios y tras varios años de abandono, el Hotel San Rafael de Punta del Este tendrá, como el Ave Fénix, una nueva vida. La de antes, forma parte de la leyenda urbana.

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