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Italia va a las urnas en un ambiente sombrío y pocas posibilidades de sol

Electores indiferentes y con desdén en la campaña para las elecciones de este domingo
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03 de marzo de 2018 a las 23:28
Al igual que para otros millones de jóvenes italianos, las opciones para el porvenir profesional de Elio Vagali son mínimas, casi inexistentes. A sus 29 años de edad, ha trabajado en limpieza doméstica, en la recolección de tangerinas y cargando piedras, casi siempre sin registro alguno de su empleo y sin gozar de la protección de un contrato de tiempo completo.

Para comprender cuán desesperado está, basta decir que sueña con trabajar en la planta acerera en ruinas que domina la vida en Taranto, una deteriorada ciudad del mar Jónico. Se ha señalado al complejo como el culpable de haber causado varios casos de cáncer en la comunidad establecida en sus alrededores. Sin embargo, para Vagali es una especie de portal hacia otro tipo de vida, una vida que le permitiría mudarse del apartamento de sus padres.

El problema es que la planta no está contratando nuevos empleados. "Tienes que conocer a alguien para entrar", lamentó amargamente. "Aquí no hay nada para mí".

En parte debido a esta situación, Vagali y una gran proporción del electorado italiano ha adoptado una postura de indiferencia o incluso desdén hacia la campaña para las elecciones nacionales que determinarán este domingo 4 quién encabezará la cuarta mayor economía de Europa.

Los prospectos poco prometedores del país han mejorado recientemente, pero no lo suficiente para producir un efecto positivo significativo en la fortuna de sus ciudadanos. Muchas empresas han logrado crecer sin contratar nuevos empleados. La mayoría de los empleos que se han creado son temporales y de medio tiempo.

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Casi un 30 % de los electores no han decidido por quién votar, según las encuestas. La imposibilidad de predecir el resultado en la atmósfera económica de descontento imperante aumenta las probabilidades de que genere conmoción en el ámbito financiero de Italia y amenaza con dar un nuevo golpe a Europa.

Los partidos que se oponen a la clase dirigente están ganando el apoyo de quienes sufren tribulaciones económicas, en especial el movimiento populista Cinco Estrellas, que se encuentra a la cabeza en muchas de las encuestas. Puesto que Cinco Estrellas ya ha propuesto que Italia deje de utilizar el euro (€), la moneda europea, los líderes europeos enfrentarían un nuevo reto para mantener la cohesión del continente si el partido llegara a triunfar.

La mayoría de los analistas duda que Cinco Estrellas pueda conseguir suficientes escaños en la legislatura para constituir un gobierno. No obstante, existe la remota posibilidad de que forme una coalición con el partido de derecha Liga Norte, una alianza que podría sacudir a los mercados financieros, pues los inversionistas quizá exigirían tasas de interés más altas para los préstamos otorgados a Italia.

"Aumentaría la incertidumbre", explicó en sus oficinas de Londres Mujtaba Rahman, el director adjunto para Europa de la consultora de riesgos Eurasia Group. "Podría inyectarse temor en los mercados".
Lo más probable es que se forme una alianza encabezada por el rehabilitado Silvio Berlusconi y su partido Forza Italia, que ha dejado atrás sus años de desgracia por evasión fiscal y acusaciones de parrandas llenas de sexo.

Si Berlusconi sale triunfante y se convierte en el líder del gobierno italiano, también podría causar agitación en Europa, dado que ya en otras ocasiones se ha burlado de las normas europeas que establecen límites para el gasto deficitario.

Pesimismo generalizado

Algunos esperarían un ambiente más optimista en Italia. La economía se encuentra en expansión, aunque con lentitud, después de una década de crisis. Las empresas han comenzado a hacer contrataciones temporales. Casi se ha logrado contener un desastre bancario ralentizado, ya que el crecimiento ha limitado los préstamos incobrables y las instituciones más inestables fueron objeto de acciones de rescate y restructuración.

De cualquier forma, más del 32 % de los italianos menores de 25 años siguen desempleados y la tasa total de desempleo es del 11 %. Incluso después de tres años de crecimiento moderado, el tamaño de la economía italiana todavía es un poco menor que el que tenía a principios de 2004, después de considerar el alza en los precios.

"La percepción generalizada en realidad es muy pesimista", comentó Nicola Borri, quien es profesor de Finanzas en LUISS, una universidad de Roma. "La recesión fue particularmente mala. Muchos perdieron su trabajo. Muchos perdieron sus ahorros".

Los jóvenes italianos consideran que la clase política no ha logrado remodelar una economía osificada en la cual la élite tiene casas de playa, automóviles de lujo y un guardarropa extravagante, mientras que todos los demás lidian con el estancamiento.

Denuncian el mundo bancario que conserva sus comodidades y canaliza dinero a las empresas con conexiones políticas, mientras que quienes tienen la ambición de convertirse en empresarios batallan para obtener capital.

También les molesta pagar impuestos para financiar pensiones cómodas, pues están seguros de que esos fondos se habrán agotado para cuando ellos alcancen la edad de jubilación, en vista de la monumental deuda pública que tiene el país.

"No tiene caso votar", lamentó Vagali, de pie frente a la reja de la planta acerera. "No cambia nada".
El problema de Italia y de gran parte del mundo es que aunque aumenten las fortunas de las empresas, estas ya no generan muchos empleos.

Inseguridad económica

En una enorme planta rectangular ubicada en las afueras de Bari, la capital de Puglia, Francesco Divella, de 70 años, dirige la fábrica de pasta que lleva el nombre familiar.

Esta empresa, que fundó su abuelo en 1895, en la actualidad ocupa seis plantas y exporta aproximadamente un tercio de su producción a 120 países como Alemania, Estados Unidos y Japón.
Si bien la planta casi ha cuadruplicado su producción desde los años ochenta, ni siquiera ha duplicado su número de empleados, que son 320.

"Aprovechamos la tecnología", dijo Divella, el director ejecutivo. "Podemos producir más sin necesidad de contratar más personas".

Incluso en los cargos profesionales, Italia sufre inseguridad económica, lo cual afecta el ánimo para las elecciones.

Menos de cinco años después de haberse graduado de la universidad, Emanuela Muolo, de 28 años, ya renunció a sus sueños de una carrera en el campo de sus estudios, la legislación financiera. En un principio, trabajó para un despacho legal local sin recibir un sueldo, con la esperanza de acumular cierta experiencia. Nunca logró obtener un puesto remunerado, así que decidió cambiarse al área bancaria y buscó un empleo por toda Italia mientras trabajaba como recepcionista en un restaurante.

Hace poco, aceptó un puesto de tiempo completo en una agencia de empleo en Bari, donde ayuda a los desempleados a solicitar sus prestaciones. Gana alrededor de € 1.100 (unos US$ 1.360) al mes.
Lleva cinco años con su novio. Han considerado casarse y comenzar una familia, pero ambos viven con sus padres.

Los obstáculos profesionales que ha enfrentado han dejado a Muolo confundida acerca de las elecciones. Su novio planea votar por Cinco Estrellas, pero ella planea no ir a votar.
"No parece real", dijo. "La verdad es que nos sentimos muy apartados de Roma".

En el barrio Tamburi, de Taranto, un conjunto de apartamentos de bloques de concreto muy descuidados donde se ve ropa colgada de los balcones, los residentes se han acostumbrado a que los jóvenes se vayan.

"No hay mucho trabajo por aquí", señaló Ignazio D'Andria, el propietario de un café local.
D'Andria no planea votar. "Ya intenté con la izquierda", recordó. "Ya intenté con la derecha. Nuestras vidas no han cambiado nada".

De pie junto al bar, Alessio Peretto hace gestos al escucharlo. Trabaja en la planta Ilva y apoya a Cinco Estrellas, porque el partido ha dicho que construirá una nueva economía centrada en energía limpia.
"Hay que darles una oportunidad", opinó.

El resto de los clientes del café no les creen. Vieron acabarse esta zona del sur de Italia durante décadas antes de que Roma construyera una catástrofe con el pretexto de crear empleos. La tierra está envenenada, las personas están enfermas y ahora hasta los empleos están en peligro. Para ellos, los políticos son como moscas que van a posarse sobre un cadáver.

Dos hombres mayores se recargaron en la pared y alzaron las botellas de cerveza que traían en la mano tras un día de trabajo cortando placas de mármol en un cementerio cercano.

"En el cementerio sí hay trabajo", afirmó Antonio Caniello, de 69 años. "La muerte es lo único seguro".

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