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Juan Manuel Gaminara, capitán de Los Teros: "Por amor a la camiseta"

Confía en el crecimiento de la selección en los últimos años y sueña con un Uruguay más "rugbero"
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05 de marzo de 2018 a las 05:00

[Por Natalia Correa]

Lo primero que me cuenta Juan Manuel cuando nos encontramos en el café Lucca, en Ciudad Vieja, es que acaba de regresar de Brasil, donde jugaron por el Americas Rugby Championship. "Estamos con ganas de ganarlo", comenta el capitán de Los Teros —la selección nacional de rugby— apodado "garrafa" por sus colegas de equipo. Pero lo que todavía los tiene a todos celebrando es la clasificación directa al Mundial 2019 en Japón, que lograron al enfrentar a Canadá, primero de visitantes y luego de locales. "Lo que vivimos en esta eliminatoria contra Canadá fue increíble. Ganarles por nueve puntos de visitantes era algo que muy poca gente creía que fuera a pasar, pero nosotros estábamos convencidos", afirma con ese optimismo y confianza en el equipo que refleja durante toda la entrevista. Es la primera vez que Uruguay clasifica a un mundial de rugby en forma directa, lo que eleva las expectativas sobre el futuro desempeño de la selección. Coincide también con la clasificación directa en fútbol al Mundial de Rusia 2018, otro hecho que marca un buen momento del deporte uruguayo.

Kick-off

Juanito, como le dicen sus amigos, jugaba de niño al rugby y al fútbol hasta que tuvo que optar por uno. Formaba parte de Córcega, un club de barrio de fútbol de Carrasco, y competía en rugby en el Old Boys. "Eso duró hasta los 12 años, después empecé a hacer pesas, a quedar más retacón y elegí el rugby", dice bromeando. Luego vino la sub 15, la sub 17, hasta que entró al seleccionado juvenil (Teros M20) con 18 años, cuando también empezó a trabajar como entrenador de niños en el colegio British, al que había asistido como alumno. Se define como muy competitivo y afirma haber tenido cualidades de líder desde muy chico. Fue varias veces capitán y jugaba siempre como tercera línea: "Es como un mediocampo, hay que atacar y defender, es bastante multifacético", explica sobre su posición en la cancha.

Circunstancias como la muerte repentina de su mamá, cuando tenía solo 15 años, hicieron que madurara más rápido y comenzara a trabajar más en la casa para ayudar a su padre. "Costó asimilarlo, son cosas duras que te hacen más fuerte, que te unen como familia". Tiene tres hermanas mujeres y con su papá comparte la afición por el rugby y la pesca. Eduardo Gaminara jugó en el mismo puesto que él, en el mismo club y en la selección uruguaya. "Hoy es el que me sigue todos los días, le encanta verme y es mi fan número uno", dice Juan. Después del British, hizo el bachillerato en el Instituto Preuniversitario Juan XXIII, lo que le sirvió para ampliar su círculo de amigos fuera del barrio. Estudió para ser contador en la Universidad de la República y se recibió a los 25 años. Dice que eligió esta carrera por el abanico de posibilidades laborales que le ofrecía. A pesar de haber trabajado varios veranos en el campo de su abuelo, no se veía como ingeniero agrónomo, ya que le implicaba viajar y estar lejos de su familia.

No tenía la meta de jugar en la selección cuando era chico, los objetivos se los fijaba poco a poco, a medida que aparecían las oportunidades. Fue después de ganar el mundial B en Chile con la sub 20 —su primera gran victoria— que le "empezó a picar el bichito" de jugar en la selección mayor. Sin embargo, nunca descuidó su carrera y empezó a trabajar en un estudio contable a los 20 años. Luego estuvo cuatro años en el estudio Posadas, Posadas & Vecino, una empresa que recuerda por el gran apoyo que le brindó con el rugby. Pero su vocación la encontró en su actual puesto en Víctor Paullier & Cía, empresa de servicios financieros, donde trabaja en el área comercial y de banca privada. La dedicación se la debe en parte a su familia, que siempre le inculcó no desatender su carrera y complementarla con el deporte. "A mi familia le gané por insistencia, vieron que podía hacer las dos cosas", comenta. "Es sacrificado porque dejé mucho, me perdí cumpleaños, casamientos, despedidas. Pero a mí lo que me llena de verdad es jugar al rugby".

Try

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"Mi debut en la selección mayor como titular fue en el partido de repechaje en Rumania para el Mundial 2011. Se lesionó el uruguayo Nicolás Brignoni y me dijeron: 'Juan, confiamos en vos'". En esa oportunidad quedaron afuera pero para Gaminara fue igual un triunfo. A partir de ese día comenzó su carrera en la selección y el rugby uruguayo dio un giro.

De no tener un lugar fijo para entrenar, la Unión de Rugby del Uruguay (URU) obtuvo en 2013 la concesión del estadio Charrúa, sede actual de todos los entrenamientos y partidos locales. Allí tienen gimnasio, fisioterapia, atención médica, todo centralizado en un solo lugar. "El jugar de local en el estadio en el que entrenamos cada día y del cual conocemos cada detalle nos brinda identidad y un sentido de pertenencia", afirma Juan sobre la importancia de aquel cambio. "Ahora hay un proyecto para hacer la cancha híbrida (pasto sintético con natural) porque sufre mucho. También queremos tener luces para entrenar de noche. Esto sigue, crece y está buenísimo", añade.

Los entrenamientos son por la mañana, entre las 7 y las 8.15, y después cada uno se va a trabajar. Algunos días de la semana vuelven a la tarde para hacer gimnasio. El esfuerzo que deben hacer por ser un plantel amateur es mucho más grande que el que hacen los equipos profesionales a los cuales se enfrentan en los mundiales. "La diferencia es que ellos están solo para esto. No tener el foco puesto solo en una cosa y tenerlo en varias le quita calidad al entrenamiento. Y también el descanso, si yo pudiera dormir una siesta al mediodía, la práctica de la tarde sería otra cosa", comenta el capitán de Los Teros.

El ser amateur implica no recibir un salario como rugbistas y tener que salir a buscar un medio de vida fuera del deporte. Lo único que reciben son viáticos por partido. A pesar de eso, están en la posición número 18 del ranking mundial de selecciones. Hasta el número 21 son todos equipos profesionales, excepto ellos. "Creo que no es para cualquiera, te tiene que encantar el rugby y jugar para tu país. Lo hacemos por amor a la camiseta", expresa con orgullo.

Un gran try (gol) en su vida fue que lo nombraran capitán después del mundial del 2015. El técnico argentino Esteban Meneses, que asumió luego de que Pablo Lemoine se retirara, vio en Juan Manuel Gaminara la figura indiscutida de un líder aun antes de verlo entrenar. "Creo que me eligió por mi forma de jugar, de desafiar a todos sin importar nada". En el rugby además del capitán están el subcapitán —actualmente Alejandro Nieto— y cinco o seis conductores de juego en las distintas posiciones. Cada uno tiene su forma de liderazgo y Juan prefiere "hacer más que hablar". Dice que al principio le costó acomodarse en este nuevo rol, pero que simplemente optó por ser auténtico y liderar con el ejemplo. "Por cómo somos en Uruguay, y por todo lo que sacrificamos para jugar, es fácil ser capitán, es fácil hacer un grupo", dice convencido. En el rugby el capitán es el único que puede dialogar con el juez y esto le otorga una gran responsabilidad. "No hay nada peor que tener fama de jugar sucio. La autoridad del juez es superreconocida y respetada, hay que jugar con él porque, si no, te mata a penales. En las prácticas se entrena ser disciplinado".

Tercer tiempo

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Se habla mucho de los valores del rugby, del compañerismo, de lo duro que se juega en la cancha, pero también de cómo esa dureza se olvida una vez terminado el partido. Una clara demostración de este espíritu es el llamado "tercer tiempo" que se realiza luego de finalizado cada encuentro. Juan cuenta que es el capitán del equipo local el encargado de organizar la comida y el intercambio de camisetas. "Después de que pita el juez, somos colegas, nos tomamos una cerveza y nos ponemos a conversar, no importa el resultado en la cancha". Algo que no le gustó del Mundial del 2015 fue que por el grado de profesionalización que tenían las selecciones, no había lugar para un tercer tiempo. "Terminaba el partido y ya estaban pensando en el siguiente, en recuperar, en el baño de hielo", dice.

Pero en el resto de las competencias el tercer tiempo es parte del encuentro. Pone como ejemplo el partido contra Canadá, en el que haber dejado afuera de la clasificación directa al mundial a la selección no impidió que se reunieran. "Me acuerdo del capitán de Canadá diciendo: 'Impresionante la garra que le pusieron, felicitaciones'. Y de nosotros respondiéndoles: 'Queremos verlos en el mundial', porque aún tienen una chance más en el repechaje. Esos son los valores del rugby y ojalá que se mantengan, que la profesionalización no permita que se pierdan, porque son la esencia".

El crecimiento de la selección uruguaya de rugby, y su buen desempeño en el Mundial de Inglaterra, logró una mayor identificación de los uruguayos con el deporte y un incremento en el apoyo por parte del Estado. Fue así que se empezó a enseñar como materia curricular en algunas escuelas públicas y también en cárceles. "Fui al Compen (ex Comcar) con mi club, jugamos contra los presos y fue increíble. Al jugar al rugby hablamos el mismo idioma", afirma emocionado el capitán. También en este encuentro hubo un tercer tiempo que consistió en una hamburguesada con los reclusos. "Ellos nos decían: 'Gracias por acordarse de nosotros, gracias por venir'. Se me pone la piel de gallina al recordarlo", continúa. Y lo más importante es que los valores del rugby se trasladaron a los ámbitos en los que ahora se enseña. "Está demostrado que el deporte hizo que disminuyera el grado de violencia en las cárceles y en las escuelas. Los policías les piden a los técnicos que los ayuden a que los reclusos se comporten en la celda. Ahí uno se da cuenta de lo que es el rugby, es un modelo que sirve a nivel país", asegura convencido Gaminara.

Con estas iniciativas se busca que el rugby se popularice y llegue a todos los estratos sociales. Como se enseña en colegios privados, siempre estuvo ligado a una imagen de elitismo que ahora está desapareciendo. Porque, como dice el actual capitán, se precisa de todos para que el deporte crezca en Uruguay. "No es caro, si se enseña en las escuelas no se precisa más que los zapatos y la pelota. Sí se necesita un tiempo de culturización, que es lo que está pasando ahora". En la URU existen convenios con universidades privadas para que los jugadores puedan estudiar y al mismo tiempo competir. También a algunos se los apoya con los pasajes cuando tienen que venir del interior. "Como somos conscientes de que precisamos de todos, nos ayudamos", dice Juan.

Pasión que compensa

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¿Soñás con que el rugby sea algún día casi tan popular como el fútbol?, le pregunto. "Sí, te juro que sí. Sé que somos un país futbolero, y yo también lo soy, pero que el uruguayo pueda vivir con el rugby lo que vive con el fútbol es una meta a alcanzar. Y si seguimos en esta línea de crecimiento, no lo veo como una utopía. Veo a un Uruguay mucho más 'rugbero'", expresa con optimismo. Cree que el uruguayo más futbolero se siente identificado con esa garra que la selección de rugby precisa para poder jugar contra los mejores siendo amateurs. "Menores condiciones que se contrarrestan con amor a la camiseta, con orgullo", dice reflejando su propia actitud. "Los ingleses en el estadio nos decían: 'Ojalá nuestros jugadores jugaran con la pasión con la que juegan ustedes'".

Está convencido de que cada vez más gente sigue al rugby en el país y de que va en camino a profesionalizarse. Cuenta que se está armando un proyecto para crear una "burbuja" de profesionales que jueguen para Uruguay contratados por la URU, como pasa en Brasil. Argentina pasó por este mismo proceso hace unos cinco años. "Hoy el plantel está maduro y lo está pidiendo. Clasificamos directo al Mundial 2019, estamos bien posicionados en el mundo. El próximo paso a dar es profesionalizarnos", asegura.

En cuanto a proyectos personales, dice que le hubiera gustado ser jugador profesional en el exterior pero que hoy ya lo ve difícil. Tuvo algunas ofertas pero ninguna que lo motivara a dejar su trabajo, su pareja y su vida en Uruguay. Sin embargo, confiesa que "es una espina" que siempre va a tener.
Para Juan, el Mundial del 2015 fue de las mejores cosas que le tocó vivir y próximamente tendrá una nueva oportunidad de vivir otro, ahora como capitán. En el equipo ya se habla de las expectativas para Japón 2019, entre las cuales estaría ganar un partido, lo cual no pudieron lograr en 2015 al estar dentro del grupo de la muerte.

Ya conocen la serie y su rival más accesible sería Georgia, al que de igual modo consideran como un equipo muy duro. De aquí al Mundial se vienen varias competencias internacionales que sirven como preparación. Ahora están jugando el Americas Rugby Championship, en junio competirán en Uruguay por la Nations Cup —la cual ganaron el año pasado— y luego en la ventana de noviembre. "Nosotros queremos que nos permitan competir con rivales más duros para poder evolucionar. Porque si solo nos cruzamos con los mejores cada cuatro años en un mundial, nunca terminamos de acercarnos", afirma Juan en tono desafiante.

Dice que no cambiaría en nada ninguno de los sacrificios que tuvo que hacer para jugar y que el rugby le dio mucho más de lo que le quitó. Hoy con 28 años siente que logró un buen balance entre el deporte y su vida personal y profesional. "Soy un agradecido al rugby por todo lo que he vivido y lo que me tocará vivir. También agradezco a mi lugar de trabajo y a mis colegas por bancarme siempre. El rugby es un deporte de valores, de trabajo en equipo y, con todo lo que se ha diversificado, hoy es prestigioso jugar en la selección".

Offside

Un jugador que admires: Michael Hooper, de Australia. Juega en el mismo puesto que yo y tiene mis características.

Tu selección de rugby favorita: Nueva Zelanda, por cómo juegan, por la simpleza, por la cultura.

Una cábala antes de un partido: No tengo cábalas pero sí rutinas que me dan seguridad. Desayunar y almorzar siempre lo mismo, escuchar cierta música, tomar mate.

Una anécdota: Cada vez que vamos a jugar a Georgia la cancha parece una jaula gigante. Y los georgianos son famosos por ser violentos. Tienen cara de malos, son grandes y entre ellos cuando hablan parece que se ladran.

Un libro: El poder del ahora, de Eckhart Tolle. Habla de disfrutar, de dejar a un lado la mente y vivir el ahora. Me sirvió para no pensar anticipadamente en los partidos y vivir cada proceso, cada entrenamiento. Me ayudó muchísimo como persona y como líder.

Una serie: Vikingos

Una película: Siete almas, con Will Smith

Una figura uruguaya: Me gusta Forlán. Él entrena mucho en el Charrúa y es superprofesional. Se contrata un preparador físico y entrena por su cuenta para estar mejor. Es un obsesivo del entrenamiento. Y así es como hasta hoy lo siguen contratando. Me parece un ejemplo como embajador de Uruguay.

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