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La agricultura cerealera mundial en un camino cuesta arriba

El rendimiento récord en Estados Unidos para el maíz y un consumo estancado en trigo y en arroz hacen dificultosa la producción de cereales, un rubro en el que se vuelve cada vez más difícil competir
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08 de diciembre de 2017 a las 05:00
Por Blasina y Asociados, especial para El Observador

A la hora de proyectar en el largo plazo el uso de la tierra en Uruguay parece claro que la forestación crecerá y la ganadería seguirá siendo competitiva pero, ¿qué pasará con la agricultura? En este final de año se encuentra particularmente jaqueada porque competir en cereales se le hace cada vez más difícil.

Tras una magra cosecha de invierno y una amenaza de sequía en el arranque de la de verano, para el trigo y el maíz se suma un mercado establemente bajo en sus precios.

La irrupción del súper ciclo de las materias primas, la crisis del agro argentino, la generalización de la siembra directa fueron factores que llevaron a generar una agricultura exportadora en los últimos 15 años. Pero esa agricultura capaz de exportar, que en un principio incluyó a los cereales y a la soja, tiene como única protagonista actual a la oleaginosa. Las dificultades de clima afectan a toda la agricultura pero en los mercados contrasta lo firme del mercado de oleaginosas con lo saturado del mercado de cereales, que se mantienen sin reacción.

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Otra súper cosecha de EEUU

Dada la firmeza de los precios de la soja y lo bajo del maíz, los farmers de EEUU aumentaron el área sojera y bajaron la de maíz. Pero los rendimientos de maíz han vuelto a ser récord, lo que sostiene una situación de precios bajos en los cereales que es todo un reto para la agricultura uruguaya con menor escala, fletes más largos y precios de la energía más altos que el mayor exportador mundial. La producción de soja de EEUU fue récord, pero la demanda absorbe esa mayor producción. En los cereales el consumo no crece tan fuerte y el mercado está muy bien abastecido.

Aun bajando en 1,5 millones de hectáreas, siguieron con una fuerte producción por un rendimiento récord. Bajaron de 385 a 370 millones de toneladas, pero las del año pasado y del presente son las dos mayores cosechas de la historia de EEUU, y las reservas estadounidenses siguen altas y creciendo. Pasan de 58 millones de toneladas a mediados de 2017 a un proyectado de 63 millones a mediados de 2018.

La explosión de demanda del etanol y la sequía de 2012 habían llevado las reservas a un exiguo volumen de 20 millones de toneladas, lo que impulsó el precio a superar los US$ 300 la tonelada; Ahora con el triple de reservas, el precio está debajo de US$ 150. Todo un reto para los productores de maíz de Uruguay, que el año pasado con lluvias ideales lograron muy altos rendimientos, pero en este final de primavera se enfrentan a una gran incertidumbre.

La producción de maíz también ha crecido fuertemente en Argentina y Brasil, lo que es un factor que tiene implicancias sobre todo el negocio de la agricultura.

En Argentina la asimetría de ausencia de retenciones para el maíz y permanencia en la soja, han llevado al crecimiento de la superficie sembrada del cereal. Los argentinos venían sembrando menos de tres millones de hectáreas de maíz hasta el año 2010 y en las últimas dos zafras pasaron a más de 5 millones de hectáreas. Seguirán proveyendo de maíz a Uruguay y al mundo durante 2018. Han pasado de una producción en el entorno de 20 millones de toneladas a superar los 40 millones, posiblemente 42 millones en la próxima cosecha.

Lo mismo sucede con Brasil, que ha pasado del mero autoabastecimiento a ser un exportador importante.

Pasó de producir entre 50 y 60 millones de toneladas a producir más de 90 millones y a convertirse en un fuerte exportador. Se esperan 95 millones de toneladas para 2018. Puede crecer en rendimiento, porque su productividad todavía no es muy alta; mientras Argentina logra 8 toneladas de promedio nacional, Brasil está en 5,5.

La producción de soja también ha crecido en forma impactante en EEUU y el Mercosur, pero en ese caso la demanda permite sostener precios contrastantemente firmes.

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China puede despertar al maíz

Mientras el crecimiento de EEUU, Brasil y Argentina podrían llevar a pensar en un mercado mundial saturado, sería más correcto catalogar la situación global del maíz como de equilibrio. Es el grano más producido en el mundo, pero las reservas globales estarán en 2018 en el nivel más bajo de los últimos cuatro años. El stock cae en 23 millones de toneladas, de 226 millones a 203 millones. ¿Sorprendente? Pues la respuesta como tantas veces está en China.

Es que los chinos están saliendo de sus reservas de maíz y reduciendo el cultivo, algo que lleva a que Rabobank sea optimista respecto al futuro del precio del cereal.

Las reservas de maíz en China bajan de 111 millones de toneladas a 79 millones de toneladas en solo dos años y la caída más fuerte es en el período que va de mediados de 2017 a 2018 en que el descenso es de 32 millones de toneladas (de 101 a 79 millones de toneladas).

La combinación de poca agua disponible y un uso más intenso de etanol en las mezclas de combustibles puede convertir a China en el sostén del mercado maicero.

El consumo de maíz para etanol se multiplicaría por 4 desde 2018 a 2020, pasando de 2,9 a 12 millones de toneladas, según estimaciones de Juan Luciano, gerente de Archers Daniels Midland.
Al mismo tiempo, el área sojera volverá a crecer en EEUU lo que empieza a poner un techo a la superficie maicera. Una esperanza de mediano plazo para el precio del grano más producido en el mundo.

Mientras que en el mundo el uso de maíz crece destinado principalmente a la producción de carne y parcialmente para etanol, el problema de los otros dos grandes cereales, trigo y arroz, es que dependen del consumo humano. Y el aumento en el nivel de ingreso no lleva a un aumento en el consumo per cápita de arroz y trigo, que solo crecen acompañando el aumento de la población.

De este modo, el trigo mantiene stocks muy altos y precios muy bajos, aún cuando en algunas zonas del mundo el área baja como consecuencia del ajuste de los precios. Por otra parte, hay países como Rusia, en los que la producción de trigo sigue creciendo aunque el precio sea bajo, en parte por razones políticas: abastecer a Medio Oriente da ventajas estratégicas y los rusos lo saben.

Desde la caída de la Unión Soviética los países de la ex URSS han aumentado fuertemente su producción. A partir de los disturbios en Medio Oriente, también la Unión Europea tiene clara la importancia de que esos países cuenten con pan a un precio accesible. Como en el arroz, se trata de mercados en cierta manera políticos que seguramente mantendrán un precio moderado por mucho tiempo por razones políticas. Donde opera el libre mercado, como en EEUU, el área de trigo es la más baja de la historia. En Rusia, la más alta de la historia. Dos concepciones políticas diferentes con resultados llamativamente opuestos.

Entre la superficie récord de trigo de Rusia y la elevada área de EEUU con productividad récord, los cereales siguen navegando su cuarto año de precios muy moderados y poniendo en jaque a toda la agricultura uruguaya que no sea destinada a oleaginosas.

Maíz
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La agricultura vulnerable al clima

Luego de una muy magra cosecha de cultivos de invierno, la zafra de verano no empieza bien por la ausencia de lluvias. Para la agricultura es el mayor desafío desde abril de 2016 cuando las lluvias permanentes dañaron gravemente a la cosecha de soja. Pero la demanda por la oleaginosa permitió una recuperación en aquel entonces. La abundancia de cereales es un problema transversal. Compromete y estabiliza a los precios internacionales de maíz, pero también a los de trigo y arroz.

Para Uruguay será la continuación de una migración desde los cereales a las oleaginosas, que ya sucedió en los cultivos de verano a través de la soja y se irá acentuando en la agricultura de invierno. Mientras los estadounidenses llevan el área de trigo al mínimo histórico, aquí en Uruguay seguramente seguirá bajando la superficie del cereal en la próxima zafra y será muy difícil que crezca la de maíz.

Y mientras, a mirar al cielo. Los cultivos sembrados están en peligro de perecer o al menos tener rendimientos insuficientes. Y los que no fueron plantados todavía pueden demorarse tanto que también su rendimiento potencial será bajo. La situación más vulnerable en mucho tiempo.

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