Opinión > Análisis / Nelson Fernández

La canción de murga que zumbará el oído de Ehrlich

El desafío del Frente Amplio para su programa de gobierno 2020-2025
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17 de marzo de 2018 a las 05:00
El domingo 4 de marzo, con su calma habitual, paso a paso, el ex intendente de Montevideo, Ricardo Ehrlich llegaba al Velódromo Municipal, donde ese día la Comisión de Apoyo a Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos organizaba un espectáculo solidario.

El actual presidente de la Comisión de Programa del Frente Amplio tendría la oportunidad de ver y escuchar a la murga "Metele que son pasteles", que en su repertorio, pone arriba de la mesa uno de los desafíos centrales de la tarea que tendrá este año dicho grupo de trabajo y militancia.


El Frente Amplio votará en su "VII Congreso Extraordinario" de diciembre al precandidato presidencial, o más de uno, y al Programa de Gobierno para aplicar en 2020-2025 en caso de ganar en 2019.
¿Profundizar los cambios o mantener lo logrado?

¿Dar pasos en el camino al socialismo, o conformarse con un capitalismo de justicia social?
El Frente no ha tenido una definición de tipo socialista como tal, pero la amplia mayoría de su interna, la amplísima mayoría de delegados a un congreso, sí tienen como meta un cambio sustancial de la sociedad en ese sentido.

El Comité Central del Partido Comunista (PCU) acaba de ratificar en sus sesiones de 3 y 4 de marzo, la estrategia de "abrir, con lucha, caminos para avanzar en democracia, hacia una democracia avanzada y el socialismo". Su definición sigue siendo marxista y leninista. El PCU se apresta a festejar los 200 años del nacimiento del autor del Manifiesto Comunista.

El Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T) que es el sector mayoritario del Frente Amplio, y que electoralmente se presenta con aliados en el MPP, reafirmó en la declaración de su "XI Convención Nacional" su "compromiso militante por la liberación nacional y el Socialismo, como un objetivo estratégico", para construir "una sociedad justa e igualitaria" (noviembre 2017).

El Partido Socialista actualizó en diciembre de 2011, sus tesis ideológicas (47º Congreso Ordinario) en las que estableció que "la lógica del capitalismo atenta contra la civilización" y que "el socialismo es una necesidad para la humanidad". Aunque admite convivencia con la propiedad privada, advierte que "progresivamente, la propiedad de los medios de producción, de cambio, de comunicación y de creación de la riqueza en el más amplio sentido, debe tener un sentido social, donde la referencia central deje de ser el lucro individual para pasar a ser la riqueza colectiva".

Dentro del PS hay dos corrientes, una mitad un poco mayoritaria que es de "socialismo democrático", y otra mitad (que ha venido creciendo) que es de tipo ortodoxa marxista.

Además, otros grupos influyentes en la militancia aunque no tanto en votos, refuerzan esa visión "superadora del capitalismo".

Uno es el Partido Por la Victoria del Pueblo (PVP) que reconoce raíces anarquistas (FAU) y que es continuidad de movimientos como la ROE (Resistencia Obrero Estudiantil) y la OPR-33 (Organización Popular Revolucionaria).

Otro es el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) con influencia en gremios estatales, que es trotskista.

También hay otros sectores, como "Casa Grande" que "aspira a la construcción de una nueva sociedad, más libre e igualitaria, a través del enfrentamiento a los factores de desigualdad generados por el sistema capitalista", con un Estado que impulse "sistemas de economía social" que "estimulen las formas de propiedad colectiva".

Aunque todos estos sectores coincidan en una corriente de pensamiento interno proclive a avanzar hacia un socialismo, el Frente Amplio llegó al gobierno con una propuesta de cambio moderado, y con señales de respeto a los códigos del capitalismo.

Aquellas fotos de julio de 2004 en Washington, con Tabaré Vázquez y Danilo Astori posando frente a la Casa Blanca, en el FMI o en la sede del Citibank, presentaban un aggiornamiento de la izquierda uruguaya.

Pero al pasar el tiempo, con dos reelecciones, una parte grande del Frente siente la legítima aspiración de apurar el tranco hacia la izquierda.
El libreto de la murga que escuchó Ehrlich aquel primer domingo de marzo hace referencia justamente a ese desafío, porque plantea la necesidad de "cambiar este sistema".
Pero cuando convocan a "la revolución" para que lo haga, ésta responde "que el sistema en el cual vivimos esta tan intrínseco en nosotros como el aire que respiramos, que son tan fuerte políticamente quienes mantienen el status quo, (y) tan disgregada la izquierda y displicentes las masas, que ahora no puede surgir".

Entonces la murga llama "a los grupos de izquierda para que hagan la revolución".
Pero "los grupos de izquierda dicen que no pueden tomar el gobierno así no más, dada la coyuntura actual y que solo se puede acceder al poder político insertos en una sistema electoral, pero que para eso, no cuentan con el máximo apoyo del electorado".

Entonces llaman a la "socialdemocracia" pero ésta "dice que solo puede impulsar cambios pequeños y graduales ya que debe transar con las clases dominantes, los grandes empresarios, el capital financiero internacional y poder tener un gobierno sustentable".

Por eso deciden ir por "las alianzas electorales de centroizquierda", aunque estas le "dicen que han perdido caudal electoral y ya no pueden contener a las facciones mas de izquierda porque están disgustadas con el rumbo que ha tomado su fuerza política, que pareciera que solo está preocupada en ganar la próxima elección agitando al monstruo del neoliberalismo ...".

La murga refleja lo que piensa mucho militante de izquierda: "bueno, está bien, teníamos que ser pacientes para mostrar que podíamos gobernar, no apurarnos, pero .. ¿y para cuándo pasos firmes hacia el socialismo?".

Ahí está la disyuntiva.

El Frente pierde algunos votos por izquierda hacia la Unidad Popular y el PT.

Pierde algunos otros hacia voto en blanco o anulado.

Y pierde y corre riesgos de perder más, hacia el centro.

¿Cómo congeniar ideas de la mayoría frenteamplista con la necesidad de captar electorado que no es de izquierda?

Según la última encuesta de Equipos Consultores (febrero 2018), 17% de los uruguayos se identifica como izquierda, 11% como centro izquierda, 48% en el centro, 12% de centro-derecha, 8% como derecha, y hay 6% de indecisos, dudosos, o que no saben.

Concentrar un discurso con los de izquierda pura, es llegar a menos de un quinto de los electores; y levantar banderas de izquierda en sentido amplio, sintoniza solamente con 29% de los votantes.
Queda claro que el "Frente" precisa ser "Amplio" para captar casi la mitad de todo el "centro" para volver a ganar.

¿Renunciar a legítimas ideas para edulcorar su propuesta y asegurar el gobierno? ¿Ser consecuente con sus principios y tratar de convencer electores con un proyecto de profundizar la izquierda?
¿O seguir con paciencia esperando que algún día sea posible avanzar hacia sus objetivos y principios?

Esas preguntas sobrevolarán las mesas de grupos técnicos que Ehrlich coordina, mientras la canción de esa murga zumbará el oído del ex intendente.

¿Ideas o votos? ¿Habrá una fórmula para satisfacer el deseo de cumplir una meta política y el de conseguir respaldo electoral para seguir en el gobierno?


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