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La derrota más dolorosa: Trump apoyó a un acusado de abuso sexual que perdió y lo dejó mal parado

La derrota del republicano Roy Moore en Alabama puede complicar la agenda del presidente
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14 de diciembre de 2017 a las 05:00
Los republicanos perdieron este martes una elección en Alabama por primera vez en 25 años. Pero incluso ese impactante dato no es lo más saliente de lo que ocurrió ayer en EEUU. La estrecha derrota del ultraconservador Roy Moore a la elección por una banca en el Senado ante el demócrata Doug Jones (49,9% a 48,4%) significó uno de los golpes más grandes a Donald Trump desde que llegó a la Casa Blanca. ¿Por qué? Se jugó por un candidato extremadamente polémico, sobre el que pesan acusaciones de abuso sexual de menores, aún en contra de la opinión de sus asesores y de los miembros más importantes de su partido.

Moore perdió, la derrota le cayó directamente encima a Trump y lo que se plantea EEUU ahora es una duda: ¿el movimiento Make America Great Again encontró ayer su límite?

Alabama, una elección segura hasta el escándalo sexual

Alabama es uno de los estados más "rojos" del Estados Unidos. En 2016, Trump había ganado por amplio margen a Clinton (62% a 34%). Y esa debería haber sido la historia en estos comicios, de no ser por un hecho que cambió todo: la publicación por parte de Washington Post, hace dos meses, de dos denuncias contra Moore por abuso sexual. Dos mujeres dijeron que el ex juez las había atacado, tocado e intentado besar contra su voluntad cuando tenían 14 y él 32. Luego aparecieron varios casos más, que denunciaban que siendo menores de edad, Moore las había acosado para tener relaciones sexuales.

Las denuncias se ampliaron, y Moore quedó en una delicada posición, justo cuando el movimiento #MeToo, que hace hincapié en luchar contra el acoso a las mujeres, ganaba masividad en todo el país. La situación tenía aún más peso por la figura de Moore: un exjuez ultraconservador y católico, que en su momento defendió la idea de considerar la homosexualidad un delito, y que en el resto de la campaña siguió bastante el libreto de Trump: medidas restrictivas contra la inmigración, defensor del muro fronterizo y de un mayor gasto militar. Tan grave fue la cosa que el Comité Nacional Republicano (RNC) decidió retirar su apoyo a Moore, y se empezó a especular con que Moore se bajaría de la campaña. De su lado quedaron solo grupos muy radicales: la derecha alternativa, los supremacistas blancos, los neonazis, que hasta lo felicitaban por "citar correctamente a Hitler". También lo defendió Steve Bannon, el exfjefe de estrategia de Trump, uno de los radicales que ganó mucho peso con el magnate en la Casa Blanca.

¿Por qué se metió tanto Trump?

Con esa permanente intención de llevarle la contra a todo el mundo, el presidente respaldó a Moore. A través de su cuenta de Twitter, dijo que su partido no podía darse el lujo de favorecer el triunfo de un "títere" demócrata como Jones, "débil en defensa, frontera e inmigración" y que por eso llamaba activamente a votar por el candidato republicano. El RNC volvió a apoyara Moore, aregañadientes.

Trump arriesgó en grande. Y no es difícil darse cuenta por qué. De ganar, hubiese sido un golpe gigante: el apoyo presidencial le alcanzaba para ganar a un candidato acusado de ser un abusador sexual, que tenía en contra hasta a su propio partido. El mensaje hubiese sido inequívoco: el apoyo de Trump alcanza para ganar la elección que sea.

La apuesta de Trump por Moore tenía otro objetivo claro. El presidente no ha hecho otra cosa que estimular esa base de votantes que constituyen el Make America Great Again: hombres de ciudades pequeñas o del campo, que se sienten ignorados por Washington, y que rechazan la integración cultural. El presidente (con un bajísimo 35% de apoyo en promedio) se juega a ellos para sostener su presidencial, aun a costo de enfrentarse con el resto del partido. Entonces ¿qué mejor que apoyar a un candidato que reflejaba todo eso, y encima, en un estado donde una victoria demócrata era casi imposible?

Si fuera un partido de fútbol, Trump "sobraba" y tocaba para el costado, menospreciando incluso una de las repercusiones que tuvo su apoyo: renacieron las acusaciones en su contra por acoso sexual, aquel famoso audio que lo complicó en la recta final de la campaña presidencial en 2016. Además, no hay que olvidar que esta elección nace porque el ocupante anterior de la banca, Jeff Sessions, fue nombrado como Secretario de Justicia de Trump. O sea: el presidente siempre apostó sobre seguro en Alabama, creyendo que todo estaba a salvo.

La reacción en contra de Trump fue clave

Pero lo imposible ocurrió. Porque la elección polarizó a Alabama y al país entero. Como en la elección de 2008m, cuando Obama llegó al poder, los demócratas salieron a buscar a todos los grupos minoritarios: los negros votaron como nunca, también las mujeres y los votantes más educados (de hecho, las mujeres negras votaron a Jones en un impactante 98%).

Hasta el propio Obama se metió en campaña, grabando sus propios mensajes telefónicos. Así, la sociedad entera se polarizó, y las cifras de votación fueron las más altas en décadas. El corrimiento de votantes republicanos al candidato demócrata fue evidente, y por apenas un punto Jones ganó la elección. Ganó en los centros poblados y en los sectores más educados, en los negros y en las mujeres.

Muchos analizaron hoy la elección como el triunfo de la "reserva moral" de EEUU, y como el primer gran golpe a una agenda radical que busca barrer con todo, y que hasta ahora había acumulado más victorias que derrotas, basada en la falta de entusiasmo del resto del electorado, lo cual se revirtió ayer. También fue el triunfo de cierto tipo de larvario bipartidismo, una especie de acuerdo de mínima: unirse para evitar el triunfo de un depredador sexual.

Las consecuencias

Trump se hizo cargo de esa campaña. Y en la derrota, la responsabilidad también le cae a él. Primero porque la bancada republicana pierde un escaño importante, y queda apenas con dos de ventaja, 51-49. Ya no tenía supermayoría, y seguirá teniendo la mínima, aunque se achica el margen de desertores que se puede permitir el partido de gobierno. En una presidencia tan polémica, con tantos legisladores opuestos al presente aún dentro de su partido, no es un dato menor.

Pero además, Trump quedó en una posición complicada a la interna del "Great Old Party". Ninguno de los republicanos del "establishment", a los que tanto critica, y que advirtieron que había que cambiar el candidato, había perdido una elección en Alabama Por eso, la derrota de Moore es vista como el límite que encontró el Make America Great Again.

El movimiento sigue vivo y fuerte, pero del otro lado por primera vez apareció un contrincante fuerte y organizado.

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