Cuba conmemoró en forma discreta este sábado el primer aniversario de la muerte de
Fidel Castro, enfocada en un proceso electoral que implicará un cambio presidencial, en una coyuntura de retroceso económico, hostilidad de EEUU y estancamiento en sus reformas.
La voluntad del líder de la revolución cubana se cumplió: ninguna calle, plaza o edificio lleva su nombre ni existen estatuas o monumentos suyos en Cuba, pero Fidel Castro es recordado constantemente en los medios y en la realidad de la isla.
“Siempre en presente”, había titulado el viernes pasado en su portada el diario Granma, órgano del gobernante Partido Comunista de Cuba, al subrayar que “la Revolución Cubana, esa obra perfectible que construimos entre todos, es el mayor legado de Fidel”.
Granma también dedicó a Fidel un suplemento especial de 12 páginas que reproduce en su portada el “concepto de Revolución” que lanzó en 2000 y una foto del guerrillero en la Sierra Maestra, con mochila y fusil al hombro.
Jóvenes cubanos realizaron la noche del sábado una vigilia en la histórica escalinata de la Universidad de La Habana. Carteles de “Fidel entre nosotros” y “Yo soy Fidel” abundan por estos días en las calles de la capital cubana y en avisos televisivos. En el año trascurrido desde su muerte, el 25 de noviembre de 2016, los cubanos vieron enfriarse varias de sus expectativas: las reformas de Raúl Castro “han terminado siendo demasiado graduales e irregulares”, según un informe del economista cubano Pavel Vidal, de la Universidad Javeriana de Colombia.
En agosto fue congelada la entrega de licencias para el trabajo privado en una veintena de actividades y fueron eliminadas otras.
Según el exdiplomático y académico Carlos Alzugaray, hay “retrasos” en tres metas trazadas: la descentralización estatal, mayor apertura al sector privado y la unificación monetaria. En lo político hay que superar “la vieja mentalidad” y actualizar el ordenamiento legal e institucional, “pues nadie podrá gobernar a Cuba como Fidel y Raúl”.
Al mismo tiempo, el presidente estadounidense Donald Trump endureció el embargo contra Cuba, limitó las visitas de estadounidenses y regresó al lenguaje de la Guerra Fría, lo que en los hechos fue un retroceso en la política de su antecesor Barack Obama.
Un día después del aniversario, los cubanos se volcaron a las urnas en los comicios municipales, un proceso que terminará en febrero con el primer relevo generacional en 60 años: un nuevo presidente sin el apellido Castro y que tampoco será una figura histórica de la revolución.
Todos los pronósticos coinciden en señalar que el primer vicepresidente Miguel Díaz-Canel, un ingeniero de 57 años, ocupará la presidencia tras una lenta carrera política, pues recorrió paso a paso todos los escalones del poder. Sin embargo, nada indica que Raúl Castro deje la jefatura del Partido Comunista, principal cargo político del país, al menos hasta su próximo Congreso en 2021.