Por Blasina y Asociados, especial para El Observador
Se retira tempranamente el invierno en el hemisferio Norte y empiezan a conocerse las primeras proyecciones de siembra para esta primavera, con movimientos fuertes en EEUU, el actor más importante del mercado internacional de granos.
El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por su sigla en inglés) publicó el informe de perspectivas 2017 para sus principales rubros agrícolas en el que prevé un fuerte aumento en la intención de siembra de soja. Los farmers estarían implantando 35,6 millones de hectáreas de la oleaginosa, casi dos millones más que los 33,7 millones de la zafra anterior. Un aumento de 5,8%.
Para el maíz, por el contrario, bajaría desde 38 a 36,4 millones de hectáreas, 1,6 millones de ha menos, cayendo 3,6%. En trigo también hay una fuerte caída, de 20,3 a 18,6 millones de toneladas. Y lo mismo sucede en arroz.
De confirmarse será la mayor área de soja en la historia, y llega después que en la última zafra por un rendimiento excepcional se cosechó un récord de 117 millones de toneladas. A la mayor versatilidad y rusticidad de la leguminosa –que resiste mejor que el maíz condiciones de tiempo seco, sobre todo en etapas de floración, reproducción y llenado de grano– se suma un mercado ávido por el poroto, tanto para molienda en el mercado interno como para exportación hacia China. Y un mucho menor costo, algo que para los agricultores estadounidenses también cuenta.
Históricamente, el indicador para medir la conveniencia de un cultivo sobre el otro en EEUU compara los precios de los contratos de soja noviembre contra maíz diciembre, siendo ambos meses los de referencia para la cosecha estadounidense.
La relación de equilibrio o indiferencia es de 2,5. Por debajo de este número se vuelve más rentable sembrar el cereal y por encima favorece al precio (y al área sembrada) de soja. En los últimos años, esta relación ha sido sostenidamente por encima de los 2,5 –llegando incluso a 2,7 en noviembre pasado (en plena cosecha de EEUU)–. En estos días ha regresado a valores cercanos al equilibrio, pero la decisión ya está tomada: los agricultores estadounidenses apuestan a la siembra de la oleaginosa.
La perspectiva del maíz para los estadounidenses tampoco luce muy favorable. Hay un stock elevado, un precio bajo y la cosecha de Brasil y Argentina también será muy abundante.
El área de soja, no obstante, sigue por debajo de la de maíz (35,61 millones vs 36,42 millones de hectáreas), aunque la diferencia –inferior al millón de hectáreas entre uno y otro cultivo– es cada vez menor. Varios analistas sostienen que, de continuar la tendencia, en breve podría verse a la oleaginosa destronando al cereal en área producida en EEUU, tal como ha pasado en el Mercosur.
La demanda para soja estadounidense se divide casi en parte iguales. Por un lado, la industria procesadora, que compra para moler y producir alimentos para animales (que, en muchos casos se termina exportando como proteína animal procesada, a base de alimento de soja).
La otra pata compradora, se compone del mercado externo, que se nutre básicamente por la demanda de molienda china, impulsada por el consumo de proteína de cerdo, de consumo creciente por la clase media de ese país.
En Washington sobrevuela la versión de medidas de Trump para favorecer a los biocombustibles, pero nadie tiene claro qué implicarían en lo concreto.
Uno de los riesgos latentes para el precio de la soja a corto plazo, es la erosión de los márgenes industriales de los fabricantes de harinas y aceites en China, los que últimamente vienen bajando, de la mano de inventarios en puerto que se van acumulando.
En la medida que la llegada de barcos con soja para importación supera al ritmo de molienda y comercialización en el mercado interno de subproductos, la pérdida de margen industrial lleva a los clientes a ir frenando su demanda por poroto, para ir consumiendo los inventarios, bajando el ritmo de compras, durante un tiempo. Con una cosecha de Brasil que esta semana FC Stone estimó en 109 millones de toneladas, un récord absoluto, el riesgo está.
Tras la mayor cosecha de la historia en EEUU el año pasado, la soja de ese origen todavía se muestra competitiva frente a sus semejantes del Mercosur, cuando en general a esta altura éstos suelen imponerse en el mercado mundial, debido a un menor precio, consecuencia de la enorme disponibilidad de producto derivada de la cosecha.
En noviembre pasado, cuando el precio de la oleaginosa debió haber bajado por una explicación de sobreabundancia estacional (en plena cosecha de EEUU), no hizo más que subir, explicado fundamentalmente por apuestas de los fondos de inversión, que entraron a comprar commodities vinculados a infraestructura de la red vial y logística de EEUU.
En lo que suele ser el peor momento de precios para la soja en un año normal llegó la mano de los fondos, los que, al entrar en commodities, suelen hacerlo en metales para construcción, crudo y soja, en forma conjunta. Las ideas de Trump de aumentar el gasto público invitan a protegerse de la inflación y la soja ha sido uno de los instrumentos elegidos para tomar cobertura.
Los avatares y turbulencias políticas entre EEUU y China, paradojalmente vienen acompañados de un mayor nivel de embarques desde el primer país hacia el segundo, del entorno del 10% frente al mismo período del año anterior. De hecho, la soja ha remontado, frente a un año atrás, en alrededor de cincuenta dólares por tonelada, lo que representa una mejora de 15% en el valor de la oleaginosa frente a marzo de 2016.
La baja en el área de cereales de EEUU es la contrapartida del crecimiento sojero. En momentos en que se insinúa una sequía sobe las zonas trigueras de EEUU el retroceso de maíz y trigo –al que se suma una fuerte baja en el área de arroz– parece indicar que el precio de la soja tuvo un techo hace unas semanas y a su vez los cereales tuvieron un piso.
En una semana en la que la cebada empezó a cotizar sobre los US$ 185 y empezando a mirar la siembra de trigo que empezará en mayo, una vez que se levante la soja. Si EEUU repite el rendimiento muy alto del año pasado, el stock mundial de soja se disparará y los sojeros de la región tendrán que adecuarse a una perspectiva de precios más modesta. A la inversa, para la siembra de trigo y cebada puede ser una luz de esperanza de que los precios den un leve repunte.
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