El bebé británico, que se encontraba en estado terminal, murió tras una larga batalla judicial de sus padres para intentar que se prolongara su tratamiento contra la opinión de los médicos, un caso que movilizó hasta al Vaticano.
"A nuestro pequeño le crecieron las alas esta noche a las 02:30. Tenemos el corazón roto. Gracias a todo el mundo por su apoyo", escribieron en Facebook Kate James y Thomas Evans, los padres del pequeño de 23 meses.
Por la tarde, el cielo se llenó de globos azules y violetas. En un parque cercano, un grupo de personas convocadas por la "Alfie's Army" (El ejército de Alfie), con más de 801.000 miembros en Facebook, se manifestó en apoyo a la familia del pequeño.
El papa Francisco lanzó varios llamados para que se lo mantuviera con vida y recibió en audiencia privada a Tom Evans. El pontífice se declaró "profundamente afectado" por su muerte.
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Esta decisión puso fin a una larga batalla judicial entre los padres del menor y el equipo médico del hospital Alder Hey.
Según el establecimiento médico, el niño nacido el 9 de mayo de 2016, sufría una patología neurodegenerativa rara para la que no existía tratamiento. Sus médicos consideraban que no era conveniente continuar tratándolo y que desconectarlo del soporte artificial era lo mejor, al considerar que la enfermedad que sufría estaba "erosionando" su cerebro con la consiguiente pérdida de los sentidos.
La justicia británica determinó en febrero que esa medida era en "interés" del bebé. Tanto la Alta Corte de Londres, como la Corte de Apelación y la Corte Suprema británicas se pronunciaron a favor del equipo médico. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos también rechazó la petición de los padres.
El lunes por la noche a Alfie se le retiró la respiración asistida. Pero el pequeño siguió viviendo, lo que según su padre demostraba que era capaz de respirar por sí mismo y que su estado de salud era "significativamente mejor" de lo estimado.Los padres solicitaron entonces a la justicia que revisaran su posición. La Alta Corte de Mánchester volvió a rechazar su petición el martes, y luego lo hizo la Alta Corte de Londres.
El caso de Alfie generó interés en todo el mundo, especialmente en Polonia e Italia, cuyo gobierno concedió el lunes la nacionalidad italiana al niño, con la esperanza de facilitar su traslado al hospital pediátrico Bambino Gesù de Roma.
Tras haber perdido su último recurso, los padres de Alfie afirmaron querer reconciliarse con el personal médico, violentamente atacado en las redes sociales, elogiando su "profesionalidad" y su "dignidad". Le pidieron a los manifestantes que volvieran a sus casas.
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Más allá del aspecto médico, el caso de Alfie planteó difíciles cuestiones éticas.
La ley británica establece que los padres "no pueden solicitar que se continúe un tratamiento particular cuando las cargas del tratamiento superan claramente los beneficios para el niño".
Si no se alcanza un acuerdo entre los padres y los profesionales médicos, "se debe recurrir a una corte para que declare si proporcionar un tratamiento para mantener al niño con vida lo beneficia".
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