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La historia del ladrón que se convirtió al Estado Islámico

Perfil del único sospechoso vivo de los ataques en París de 2015
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06 de febrero de 2018 a las 05:00
Salah Abdeslam, el único sobreviviente de los comandos yihadistas responsables de los atentados de París de 2015, llevaba una vida de diversión en la que cometía pequeños delitos antes de volverse yihadista en tiempo récord en Molenbeek, un barrio popular de Bruselas.

En este suburbio, donde creció, Abdeslam tenía sobre todo fama de ser un delincuente de poca monta, que fumaba marihuana, bebía cerveza y tenía escaso apego a la religión.

La policía antiterrorista francesa cree que Salah Abdeslam desempeñó un papel clave en la preparación de los atentados del 13 de noviembre de 2015, cuando tres comandos de yihadistas del grupo Estado Islámico sembraron el terror en bares, restaurantes y una sala de conciertos de París, lo que provocó la muerte de 130 personas y dejó múltiples heridos.

Este ciudadano francés, de origen marroquí, que tiene 28 años, fue para la policía francesa el encargado de alquilar los vehículos y las habitaciones utilizadas por los atacantes y de organizar el viaje de los miembros de la red terrorista hasta Francia.

La noche de la masacre fue equipado con un cinturón de explosivos. Pero a diferencia de su hermano Brahim y por razones que aún no están claras, no se hizo estallar y su dispositivo fue encontrado en un tacho de basura algunos días después.

En una carta que se le atribuye, Abdeslam decía haber querido "reunirse con el resto de (sus) hermanos" y morir como un "shahid" (mártir) pero eso no pasó justamente porque su cinturón no funcionó.

Fuga, anonimato y tiroteo

Logró escapar de Francia en automóvil tras la matanza y pese a que la foto de este joven de ojos marrones circuló por toda Europa, logró permanecer durante cuatro meses en la más absoluta clandestinidad.

Su huida terminó el 18 de marzo de 2016, cuando fue capturado en Molenbeeck, tres días después de un primer tiroteo con policías en Bruselas por el que esta semana comenzó a ser juzgado en Bélgica.
Salah Abdeslam está acusado en Francia por los atentados y espera su juicio en la prisión de Fleury Mérogys cerca de París, de la que fue trasladado provisionalmente esta semana.

Salah Abdeslam vivía con sus padres, sus dos hermanos, Mohamed y Brahim, y su hermana en un edificio con vistas a la alcaldía en Molenbeek, donde estaba lejos de ser considerado como un aprendiz de yihadista.

Salah trabajó como técnico en la STIB, la empresa de transporte público de Bruselas.

En marzo de 2013 abrió un bar en el mismo barrio con su hermano Brahim, Les Béguines, donde básicamente se podía tomar cerveza y se fumaban porros.

Los amigos de los hermanos Abdeslam dicen que empezaron a mostrar señales de fervor religioso antes de la matanza.

Malas juntas

Para algunos de ellos el problema llegó con "las malas compañías", aunque no llegaron a especificar quiénes eran.

Entre sus amigos estaba Abdelhamid Abaaoud, quien se convertiría luego en uno de los yihadistas belgas más notorios y en el presunto cerebro de los atentados de París.

Después de un robo en 2010, los hermanos coincidieron con él en la cárcel.

En los últimos meses "ya no bebían y rezaban un poco más que de costumbre", relató su otro hermano, Mohamed.

Cuando fue interrogado en 2015 tras el desmantelamiento de la célula yihadista belga de Verviers, Salah Abdeslam dijo que Abaaoud era un "buen tipo".

No podía ignorar que su amigo, que se marchó a Siria a principios de 2013, se había convertido en una figura importante dentro de la organización Estado Islámico.

Desde su acusación en Francia, Salah Abdeslam siempre se negó a responder a las preguntas de los jueces y de hecho también lo hizo este lunes durante el juicio.

Tras su detención, minimizó su papel con el argumento de que "quería hacerse estallar en el estadio de Francia" pero que dio "marcha atrás", según el fiscal de París, François Molins.

Aunque el proceso en curso juzgará el tiroteo ocurrido en la localidad de Forest en marzo de 2016, se ve como un preámbulo del que sucederá en Francia por los atentados de París.

Además, uno de los interrogantes era saber si Abdeslam rompería el silencio que guardó hasta el momento en Francia.

El juicio se realiza entre fuertes medidas de seguridad tanto dentro como alrededor del Palacio de Justicia.

Entre el silencio y la culpabilidad

La expectativa era máxima en su primera aparición pública. Con una barba poblada y el pelo engominado, Salah Abdeslam apareció ante los jueces en Bruselas pero evitó responder sus preguntas, además de lanzar un desafío en el nombre de Alá.

¿Por qué quiso entonces acudir al juicio?, le preguntó la presidenta del tribunal. Esa pregunta pareció hacerle perder el control.

"Me pidieron que viniera y vine; mi silencio no me convierte en culpable ni criminal", dijo.

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