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La historia de Úrsula Hauser: una psicoanalista que atiende a palestinos en Gaza

Desde hace 20 años, la ONG Médico Internacional Suiza aplica una terapia basada en el psicodrama a los palestinos que viven en los refugios en Gaza
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16 de mayo de 2018 a las 05:00

Por Federica Chiarino

Úrsula Hauser ha sido testigo de una transformación en la zona de Gaza desde hace 20 años. En 1998, cuando fue por primera vez, no existían fronteras. No había vallas, ejército ni enfrentamientos. Ahora, la realidad es distinta. Hace un mes que regresó de su última visita y contó a El Observador una parte de sus vivencias. Asegura que, cada vez que vuelve de Gaza, nota un incremento de la violencia y del hambre.

Úrsula es Suiza, casada con un uruguayo. Psicóloga y psicoanalista de profesión, se especializa en el método del psicodrama. Ese método despertó hace dos décadas el interés de la comunidad palestina y llevó a la fundación de un programa conjunto entre la ONG Médico Internacional Suiza, que integra Úrsula, y el Gaza Community Mental Health Program (Programa Comunitario de Salud Mental de Gaza). Desde ese entonces, todos los años la ONG trata de visitar Gaza durante 10 o 15 días para difundir sus terapias y prestar atención médica y psicológica en los campos de refugiados en los que, según Úrsula, vive alrededor del 70% de la población.

La realidad de Gaza dio un giro drástico en 2006, cuando hubo elecciones en Palestina. Úrsula enfatiza en que fueron elecciones, lo dice lento y casi deletreado. Fue en ese entonces cuando Hamás asumió el poder del territorio, y el pueblo comenzó a reaccionar.

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Según cuenta la psicoanalista, la población, desde que se construyó la frontera, se siente encerrada a nivel psicológico, como si vivieran en una cárcel. "Antes había un aeropuerto en Gaza", recuerda. La gente se aferró a la religión como respuesta a esa sensación de encierro.

La última vez que Úrsula estuvo en la peligrosa frontera fue hace un mes. Dice que ahora se le haría imposible ir, al igual que en 2014 cuando hubo guerra, porque no son "masoquistas" y no quieren arriesgarse, porque se sentirían desprotegidos. Además, ella y su equipo dudan acerca de si les permitirían el ingreso esta vez.

A nivel psicológico, Úrsula encontró en esta última visita un incremento de suicidios en jóvenes, muchos casos de depresión y psicopatologías. Incluso, algunos sufrieron episodios de convulsiones prolongadas que los llevaron a un estado de coma y, en otros casos, a la muerte. "Ni la mejor terapia les puede ayudar mientras está esa situación de ocupación y de guerra", opina.

Su misma gente, psicólogos, psicoanalistas, psiquiatras, también resultaron traumatizados en algunos casos. En 2008, 2012 y 2014, ocasiones en las que la ONG presenció ataques israelíes en Gaza, a una de sus miembros le mataron a un hijo. Otra perdió a su madre. "Ellas también son víctimas de traumas", cuenta Úrsula.

Para Médico Internacional Suiza, las de Gaza son jornadas intensas. Desde la mañana hasta la noche, atienden a un paciente tras otro. Pero para el poco tiempo libre que les queda, no hay cine, teatro ni shoppings. La gente de Gaza se reúne, según Úrsula, y se cuentan historias. "La memoria colectiva de esta injusticia está muy viva", dice la psicoanalista, en referencia a la Nakba (catástrofe) de 1948, como los palestinos llaman a la fundación del Estado de Israel.

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Tras las terapias en las que lloran y expresan su rabia, los palestinos se reúnen, cuenta Úrsula. Se toman de la mano, cantan y bailan sus danzas típicas. Aún se miran a los ojos y se sonríen, en medio del temor que sienten. "La identidad cultural les da fuerza de resistencia", opina.

Los afortunados palestinos de Gaza que tienen electricidad, siempre tienen internet, cuenta Úrsula. Esa es su forma de comunicación con sus familiares, amigos o conocidos que se encuentran fuera del territorio. Y también están en contacto con la psicoanalista a través de WhatsApp. "¿Están bien? ¿Están vivos?", les escribe ella. A pesar de estar lejos, no se olvida de ellos.

"Yo voy a volver a Gaza siempre que pueda", asegura Úrsula. Cuenta con el respaldo de su ONG, que la apoya y paga los viajes. Para el próximo año, tienen planeada una visita de dos semanas.

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