M. Zubillaga

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Con la pobreza el gobierno hace como el avestruz

Jerarcas del gobierno y dirigentes políticos frenteamplistas reclaman mayor destaque a los números positivos de reducción de pobreza
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19 de agosto de 2018 a las 05:00

La economía ya no le sonríe a Uruguay. La fase de mayor crecimiento de que se tenga registro después de la peor crisis financiera, económica y social de la historia está ingresando en una etapa de meseta, que encuentra al país con serios desequilibrios macroeconómicos y escaso margen de maniobra para afrontarlos. A eso se suma que lentamente vamos ingresado en una nueva campaña electoral con un escenario menos benigno para el oficialismo que en el pasado, ya que a la situación económica –que siempre define elecciones– se suma un descontento generalizado por la percepción de inacción oficial ante temas tan sensibles como la seguridad pública, la educación y el empleo.

Es por eso que más que nunca, para el gobierno de Tabaré Vázquez y para su partido las buenas noticias son tan necesarias como el agua, aunque sean solo buenas y no noticias.

Eso pudo verse esta semana, cuando el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) publicó su trabajo "Progreso multidimensional en Uruguay: Dinámica del bienestar de las clases sociales en los últimos años".

El extenso y detallado informe abunda en evidencia que certifica la mejora del bienestar de los hogares uruguayos en el período 2004-2017, y en particular la trayectoria de los hogares desde la pobreza hacia la clase media. Es toda información relevante, que aporta al conocimiento estadístico de la composición de la sociedad uruguaya, pero previamente conocida a partir de los indicadores del Instituto Nacional de Estadística y su Encuesta Continua de Hogares, que también fueron base de análisis para el trabajo del PNUD.

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Pero quizá el mayor aporte del estudio es centrarse en el análisis de la movilidad social, y para ello se sustenta en el Estudio Longitudinal de Bienestar del Uruguay (ELBU) del Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas, que en tres relevamientos de información realizados en 2004, 2011/12 y 2016/17 recabó información que no solo se remite a niveles de ingreso y calidad de vivienda o necesidades satisfechas, sino que abunda en aspectos como la situación nutricional de los hogares, logros educativos, bienestar subjetivo, actividades de ocio y salud corporal e integridad física, entre otras categorías.

Lo que se desprende del relevamiento es que, si bien la pobreza se redujo del 60% de los hogares en 2004 a 21,3% en 2016, todavía hay cuatro de cada 10 hogares (39,4%) que están en situación vulnerable. O lo que es lo mismo, caminan por el pretil y cualquier viento económico negativo, por leve que sea, los enfrenta al abismo de la pobreza.

Ahora bien, con esa información ¿cuál debería ser la actitud de los hacedores de políticas públicas?

Lamentablemente, no la que tuvieron cuando El Observador publicó esa realidad en tapa.

A la catarata habitual de los neomilitantes de red social que adjudicaron intencionalidad política, deshonestidad intelectual y hasta servilismo a quien sabe qué poder oculto o visible, real o inventado, se sumaron también jerarcas de gobierno y dirigentes políticos frenteamplistas.

Quizá el más significativo o digno de destaque sea el tuit de Santiago Soto, subdirector de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), la entidad que tiene entre sus misiones "construir la Estrategia Nacional de Desarrollo, Uruguay 2050, a fin de establecer las bases para que Uruguay se encamine hacia un desarrollo sostenible", según se afirma en la web oficial.

Soto ironizó en la red social sobre lo difícil que debe haber sido para El Observador "encontrar algo que suene tan negativo entre tanto dato positivo" del informe de PNUD.

Y, claro, reclama mayor destaque a los números positivos de reducción de pobreza y ascenso de clases medias.

Hablo de que uno de los funcionarios que tiene a su cargo proyectar el Uruguay del futuro pide complacencia y una mano suave por el lomo como premio a los logros conseguidos –aunque sean frágiles y reversibles a la primera de cambio– en lugar de enfocarse en trabajar porque esos cuatro de cada 10 hogares puedan asentarse en la posición que con esfuerzo propio y políticas sociales, pero sobre todo una irrepetible coyuntura económica global que el sector productivo uruguayo pudo aprovechar, pudieron alcanzar.

Porque algo que quizá Soto y el resto de la pléyade condescendiente pasaron por alto es que el informe del PNUD también les fija tareas para evitar pasos hacia atrás. Y remarca, en particular, que "la modificación en la pirámide de ingresos, con una fuerte reducción de los hogares en situación de pobreza y aumento de las clases vulnerables y medias, también se observa en la mayoría de los países de América Latina, aunque a ritmos dispares".

Ni tan fantásticos ni tan terribles, pero mucho menos únicos. Regodearnos en los éxitos pasados y pedir obsecuencia para dibujar la realidad que más nos gusta es aplicar la táctica del avestruz.

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