Opinión > ANÁLISIS/ NELSON FERNÁNDEZ

Lo que viene después del sainete sobre nepotismo

Las lecciones del "roba pero hace" y la escoba de barrer la corrupción
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17 de febrero de 2018 a las 05:00
En algún momento terminará el sainete del nepotismo autóctono que implica corrupción de caja chica, y el debate político girará hacia otros temas. Pero la ética de los gobernantes seguirá presente en el menú diario.

Faltan varias municiones cruzadas en el tablero partidario, porque hay otros casos de autoridades que tienen a parientes en su plantilla de funcionarios, y los sectores políticos no están proclives al afloje con el destape. Pero falta poco para el inicio de nuevo período legislativo y hay temas fuertes en la agenda.

Este lunes, por ejemplo, los focos de las noticias estarán de nuevo en las conversaciones entre gobierno y ruralistas. Luego se vienen las negociaciones salariales por convenios largos, y después la última ley presupuestal con posibilidad de aumentar gastos en algunas áreas del Estado.

Claro que eso no pone un manto sobre los abusos de poder, el gasto público innecesario o el acomodo de amigos y parientes en cargos estatales. El electorado pondrá la mirada atenta sobre lo que la dirigencia política diga y haga en este sentido, porque vincula los problemas del país a esos desvíos de poder.

Los del campo creen que pagan altos costos por el despilfarro estatal. Los trabajadores sienten que la prudencia en aumentar salarios tiene explicación similar, y los que piden más gasto en educación, salud, seguridad o en obras, piensan que si no hay recursos suficientes, es porque se fue por ANCAP, Antel o por otra vía de despilfarro. Y aunque la comparación de magnitud de dinero pueda ser descabellada, se lo relaciona por sentir que el Estado es tacaño con la diestra y generoso en exceso con la siniestra.

Todo eso convierte a la ética en un tema fuerte para la recta hacia 2019, lo que no es un tema nuevo.

En Brasil, la campaña electoral de 1954 para gobernador de San Pablo tuvo dos íconos especiales: una cajita y una escoba.

Jânio da Silva Quadros (1917-1992) que ganó aquella elección para gobernador y luego para presidente del Brasil, llevaba a los actos una escoba para mostrar cómo iba a barrer la corrupción. Su gente también llevaba escobas, y las mostraba mientras sonaba el jingle de campaña: "varre, varre vassourinha, varre a corrupção".

Los caricaturistas dibujaban al otro candidato fuerte, Adhemar Pereira de Barros (1901-1969), con una cajita llena de billetes, insinuando que financiaba su campaña con dinero obtenido en abusos de poder en su intendencia. De la "Caixinha di Adhemar" se caían los cruzeiros sin vergüenza alguna.

"En la política como en la guerra: vale todo", expresaba el título de otra caricatura de la época hecha por el dibujante Nássara.

Fue en aquel 1954 cuando surgió una expresión que tuvo proyección eterna: "roba pero hace" ("rouba mas faz"), como una justificación a los desvíos de poder, siempre que fueran en una gestión de obras para agradar al pueblo.

El "roba pero hace" se lo adjudican a Adhemar, aunque fue una jugada de sus rivales. De Barros se exponía como un gobernante que había hecho grandes obras, y desde la oposición le reprochaban su ética. El periodista Paulo Duarte recomendó a Jânio Quadros poner el acento en lo ético, y en un mitin político, el candidato a vice José Porfírio da Paz (1903-1983) fue el que lanzó la imagen: "Hasta los aliados de nuestro adversario admiten que para hacer (obras) él tiene gorronear, tiene que robar".

La "mojada de oreja" despertó la reacción de militantes adhemaristas en otro acto y la respuesta de algún activista fue: "Adhemar rouba mas faz" ("Adhemar roba, pero hace"). Eso centró la competencia, y la escoba le ganó a la cajita por 18 mil votos.

La imagen reflejaba valores que combinados dan cuatro expresiones: honestidad o inmoralidad, y eficacia o ineptitud. ¿Cómo combinarlas?

Un cruce da la opción de "vivir bien" con un gobierno es eficaz, pero haciendo la "vista gorda" a la falta de ética en las autoridades (roba pero hace).

Otro cruce surge de privilegiar la honestidad de las autoridades, aunque éstas no generen condiciones para la buena vida (no roba, pero no hace).

Lo mejor sería unir los dos factores positivos, con un gobierno honesto y eficiente (no roba y hace).

Y lo peor sería con autoridades que "robaran" y que "no hicieran".

La historia reciente del Río de la Plata trae un buen ejemplo en Argentina. En la presidencia de Carlos Menem (1989-1999), los argentinos vivieron una época de "pizza con champagne", con una economía de consumo alto, y la ilusión del "uno a uno" del peso argentino con el dólar.

La bonanza derivó en una especie de vista gorda sobre los abusos de poder de aquel peronista liberal (roba pero hace), aunque cuando comenzó la recesión y eso imponía restricciones a los hogares, el dedo acusador apuntó al gobierno (roba y no hace).

La oposición de la Unión Cívica Radical (UCR) se unió a la centro-izquierda del "Frente País Solidario" (Frepaso) en la "Alianza para el Trabajo, la Justicia y la Educación", más conocida como "la Alianza".

El candidato Fernando de la Rúa ganaría con un mandato ético y con la promesa de recuperar la economía, pero al poco tiempo, la ineficacia de aquella coalición perdió aprobación de los argentinos, porque vieron que la ética no era suficiente: "no roba, pero no hace".

Y después, ese gobierno terminaría embarrado con la compra de votos en el Senado.

Con la ética manchada, la recesión extendida y la crisis financiera posterior, aquel gobierno terminó antes de lo estipulado y con la consigna de "que se vayan todos".

Y ese es el peor escenario de todos: la desconfianza generalizada.

En Uruguay, la campaña frentista de 2009 con la fórmula Mujica-Astori, prometió al pueblo la mejor de las opciones: "un gobierno honrado, un país de primera" (no roba y hace).

Para 2019, el Frente Amplio enfrenta el desafío de seguir generando esperanza, alimentando sueños, prometiendo "hacer", desde el lugar de un partido que gobierna hace 15 años. Pero también debe dar señales éticas. Cuando era oposición, no tenía una mancha, pero eso ha cambiado.

La reacción del presidente Tabaré Vázquez con el recambio de autoridades de ASSE tras la contratación de la nuera del vicepresidente saliente, no despeja dudas en el oficialismo. El Frente Amplio ha tenido muchos casos expuestos y el escándalo de ANCAP y el caso Raúl Sendic, mostró intenciones de barrer hacia adentro y de ser suave en autocrítica. Incluso en caso ASSE culpan a "la derecha".

En la oposición, algunos intendentes blancos expusieron a su partido a la vergüenza y aferrados a clientelismo y nepotismo, debilitan a su colectividad.

Los partidos cruzarán algunas acusaciones más pero los líderes saben que la desconfianza generalizada no sirve a nadie y es riesgoso para la democracia.

Para 2019, los que encuentren la fórmula de la mejor combinación de valores, éticos y de eficiencia, con el compromiso de un gobierno que "no perdona un momento de locura" de corrupción, y con la promesa de planes creíbles de obras concretas, estarán en las mejores condiciones para conseguir la mayoría en las urnas. Ese es el desafío.

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