Santa Teresa de Ávila fue una innovadora en sentido religioso y cultural

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Los 500 años de una mujer que cambió su tiempo

El legado de Teresa de Ávila trasciende lo religioso y ubica a esta santa en medio del itinerario cultural de Occidente
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27 de marzo de 2015 a las 19:37

A los siete años, Teresa de Cepeda y Ahumada convenció a su hermano Rodrigo, un año mayor que ella, de ir a “tierras de infieles”. Era el año 1522 y la niña tenía un objetivo claro: convertirse en mártir. Quería acortar el camino al cielo y, si la asesinaba alguien que no profesara su fe católica, se garantizaba un lugar en el paraíso. Esa primera búsqueda infantil, un acto impulsivo y desobediente, es un adelanto de lo que luego sería la vida de una mujer valiente y reformadora.

Esa niña se convertiría en santa Teresa de Jesús, una mujer que provocó cambios cuyos frutos están hoy, a exactos 500 años de su nacimiento, más vigentes que nunca. La monja carmelita mística, la de la transverberación y la conexión espiritual devenida en éxtasis, fue a su vez un personaje mundano, apegado a lo cotidiano. "Entre los pucheros y las ollas también anda Dios", escribió Teresa, descubriendo el valor de lo grande en lo más pequeño.

Teresa de Jesús es uno de los casos que más reafirman la condición del santo que rompe con su tiempo.

A lo largo de 2015 se realizarán en España, Uruguay y decenas de países actividades para recordar la figura de esta mujer excepcional. Por ejemplo, este sábado en Ávila, el obispo de la ciudad presidirá una eucaristía en la casa de la santa, una de las actividades marcadas en el amplio cronograma disponible en el sitio STJ 500.

Adelantada a su época

Para comprender el significado real de los aportes de Teresa hay que ponerle contexto histórico a su vida y obra. Que una mujer leyera y escribiera en el siglo XVI no era algo común. Los índices de analfabetismo de la época y el femenino en particular eran altísimos. Teresa nació en una familia hidalga, de origen judío, decadente pero de alto estrato social. Esto facilitó su acceso temprano a los libros. La santa forjó su personalidad leyendo romances y novelas de caballería, pasión que heredó de su madre, Beatriz Dávila y Ahumada.

Más tarde Teresa pasaría a ser una autoridad de la lengua, según la Real Academia Española, que así la destacó en su primer diccionario (1726-1739), como ilustre representante del Siglo de Oro español. Sus dotes artísticos también la llevaron a recibir el título honorario de patrona de los escritores.

Su prosa puede resumirse en algunos libros fundamentales, como Camino de perfección, Libro de la vida (su autobiografía), Libro de las fundaciones y Castillo interior, también conocido como Las moradas, uno de sus últimos textos y quizá su obra más importante. En ella refleja su visión del alma y desarrolla un concepto de vida interior precursor para su tiempo.

Teresa es muy reconocida por sus poemas, actividad menor en el volumen de su producción literaria, pero un escalón ineludible de la literatura en español.

Su biógrafo más reciente, Jesús Sánchez Adalid, cuenta que la santa de alguna manera se adelantó al psicoanálisis que Sigmund Freud desarrolló a fines del siglo XIX. En Las moradas "presenta diversos estados del alma, como la psique o como la mente. Hay expresiones suyas muy reveladoras, muy intuitivas; por ejemplo, cuando dice que la loca de la casa es la imaginación. Es cierto que la imaginación trastoca nuestros sentimientos muchas veces, que nos pone la vida patas arriba”, señala Sánchez Adalid en una entrevista con el diario español ABC.

El autor de Y de repente, Teresa sostiene que la santa fue “interrogada, molestada, amenazada y estuvo a punto de ir a prisión” por muchas de las ideas que escribió. Durante el reinado de Felipe II, la Inquisición desarrolló una verdadera obsesión por vigilar a España, y Teresa fue una de los que comparecieron ante las autoridades.

No por casualidad el nuncio del papa, Filippo Sega, escribió sobre ella cuando estaba fundando conventos: "Es una fémina inquieta, andariega, desobediente y contumaz, que a título de devoción inventaba malas doctrinas, andando fuera de la clausura, contra el orden del Concilio Tridentino y Prelados: enseñando como maestra, contra lo que san Pablo enseñó, mandando que las mujeres no enseñasen".

Vivo sin vivir en mí
y tan alta vida espero
que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor,
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí;
cuando el corazón le di
puso en mí este letrero:
«Que muero porque no muero».

¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel y estos hierros
en que está el alma metida!
Solo esperar la salida
me causa un dolor tan fiero,
que muero porque no muero.

Estrofas del poema Vivo sin vivir en mí

Pionera del feminismo

La rebeldía y la alegría iban de la mano en la vida de Teresa. "Tristeza y melancolía, no las quiero en casa mía", escribió alguna vez.

En un período donde la mujer estaba condenada al matrimonio o al convento, sometida al poder del hombre, Teresa rompió con algunos cánones y empezó a escribir y a enseñar desde un convento de la Orden del Carmelo en Ávila. Una profunda inquietud por volver a las fuentes de las primeras comunidades cristianas la impulsó a hacer la gran reforma de los carmelitas, para las mujeres y los hombres. Teresa fundó decenas de conventos de la Orden de las Carmelitas Descalzas de San José. Para esto se valió de la colaboración de otro místico español, su fiel compañero san Juan de la Cruz.

La mujer no está solo para criar hijos o dedicar su vida a la clausura, ese pensamiento acompañó siempre a la escritora, que fue la primera mujer que desarrolló el área de la oración mental, siempre enfocada en el autoconocimiento como forma de conocer a Dios. En las Fundaciones afirma que vale más un momento dedicado a conocerse que horas destinadas a repetir oraciones vacías.

Teresa de Ávila es para muchos una de las primeras feministas de la historia. Fue pionera en la literatura universal femenina y en el valor central de la cultura, siempre queriendo acercar a Dios al día a día. Escribió sobre lo que vivía y para eso usó un lenguaje llano y directo. Y no le era ajena la ironía para con el orden establecido que la reprobaba: “La oración mental no es para mujeres, que les vienen ilusiones; mejor será que hilen”, trazó alguna vez para defenderse.

El profesor español de literatura Antonio Martínez Illán sostiene que la influencia de Teresa es "para aquellos que han tenido la experiencia de la nada, de saber que detrás de la nada puede estar el todo". El crítico señala que "muy pocos se han atrevido por ese camino".

Santa Teresa focaliza su espiritualidad en un Dios humano, que está dentro del hombre y lo impulsa a ir hacia él. La pasión por el Cristo cotidiano llevó a la escritora a desarrollar el mundo interior como su obsesión. Y ese es el mayor aporte que hace a la humanidad: la oración como trato de amistad, cercano a Jesús.

Leerla hoy

La santa murió a los 67 años, en octubre 1582, unos veinte años después de haber comenzado su vida pública más activa, fuera de los conventos. En 1970 el papa Pablo VI la nombró primera doctora de la Iglesia, reconociendo así que Teresa tiene todas las certificaciones seguras para enseñar y ser maestra de oración. No es casual que haya aparecido en años tan particulares de destape social, cuando ya estaba encaminado un cambio profundo en el rol de la mujer en la sociedad.

Como los personajes históricos más fecundos, esta santa habla en momentos claves de la historia. Y tiene algo para decir hoy, lo mismo que viene impulsando desde el lejano siglo XVI: su lucha por los ideales de justicia e igualdad.

Leer a Teresa de Ávila en 2015 es tender puentes para el desarrollo de la cultura en un sentido que supera lo únicamente religioso. Porque ella propone pistas para acercarse a la felicidad no en el más allá, sino en el más acá.

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