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Los sindicatos dejan a Temer al borde del abismo

El presidente de Brasil sufrió en una semana la paralización del transporte de carga y los petroleros
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30 de mayo de 2018 a las 16:59

Trabajadores petroleros de Brasil iniciaron este miércoles una huelga de 72 horas, en momentos en que los camioneros aún desactivan un movimiento que paralizó a la primera economía latinoamericana por más de una semana.

Aunque el sindicato de petroleros asegura que la huelga no generará desabastecimiento, supone un nuevo desafío para el debilitado gobierno de Michel Temer a menos de cinco meses de las elecciones generales, marcadas por la incertidumbre.

La protesta arrancó de madrugada pese a que el Tribunal Superior del Trabajo emitió un fallo penalizándola con multas de 500.000 reales diarios (USD 135.000), tras una acción presentada por Petrobras y los abogados del gobierno. La justicia consideró que la paralización podría causar un daño "potencialmente grave" a la población.

En la mañana, la huelga ya contaba con la participación de unos 15.000 de los 30.000 trabajadores sindicalizados, afectando una decena de refinerías y varias fábricas en doce estados del país, indicó a la AFP la Federación Única de Petroleros (FUP).

Lea también: Gobierno de Temer cedió pero los camioneros mantienen a Brasil paralizado

La movilización busca la disminución de los precios del gas de cocina y de los combustibles, la renuncia del presidente de la estatal, Pedro Parente, y el fin de la venta de activos de Petrobras impulsada por Temer desde que asumió el poder en 2016 tras el impeachment de la izquierdista Dilma Rousseff.

"¡Defender a Petrobras es defender a Brasil!", gritaban un centenar de sindicalistas con su uniforme naranja frente a la refinería de Duque de Caxias, en las afueras de Rio de Janeiro.

"Los petroleros estamos en lucha en defensa de Petrobras y contra este desmontaje que están haciendo Pedro Parente y Michel Temer", dijo Tezeu Bezerra, coordinador de Sindipetro Norte Fluminense de Rio.

Semana complicada para Temer

La movilización de los petroleros, que se considera la antesala a otra huelga indefinida prevista para mediados de junio, pone más leña al fuego en un momento en el que país empezaba a normalizar la distribución de alimentos y gasolina tras la huelga de camioneros contra los altos precios del diésel.

Este miércoles aún había bloqueos de camioneros en algunas carreteras, pero desde el martes la situación poco a poco empezó a mejorar.

Acorralado, Temer pidió la semana pasada ayuda a las Fuerzas Armadas para despejar las carreteras, pero el domingo anunció una serie de concesiones como una disminución temporal del precio del diésel con subvenciones del gobierno.

Esas medidas no acabaron de inmediato con el movimiento; hundieron en cambio las acciones de Petrobras y pusieron en entredicho las metas fiscales de austeridad abanderadas por su gobierno, que debe entregar el poder en diciembre.

"Es sumamente improbable que el descontento social derribe a Temer en su etapa final, pero representa un riesgo para las políticas fiscales y la actividad económica. Votantes enojados, un gobierno débil y las elecciones traerán más protestas en los próximos meses", advirtió el Grupo Eurasia.

"El ambiente solo va a empeorar", añadió este grupo de análisis al señalar que esta fue la "semana más difícil" de Temer desde que en mayo del año pasado estalló el escándalo del gigante cárnico JBS, por el que el mandatario conservador fue denunciado dos veces por corrupción y luego salvado de tener que dejar el cargo por el Congreso.

Temer, el presidente más impopular de la historia moderna de Brasil con solo un 5% de aprobación, fue aplaudido por el mercado por sus medidas económicas que dieron, por ejemplo, una mayor independencia a la estatal y maltrecha Petrobras.

El jefe de Estado designó a Pedro Parente para asumir la presidencia de la petrolera en 2016, luego de que la empresa se viera en el centro del megaesquema de corrupción desvelado en la Operación Lava Jato.

Parente centró su gestión en el restablecimiento de las finanzas y la credibilidad de la empresa y recurrió para ello a una "transparencia" de precios, ajustando las tarifas diariamente en función de las cotizaciones del mercado internacional.

Esa política generó una imprevisibilidad de precios y llevó a los camioneros a paralizar el país, y ahora también a los petroleros.

Temer dio una entrevista el martes donde daba la idea de que el gobierno podría alterar esa política de precios, levantando polvareda en el mercado, pero la Presidencia envió un comunicado luego asegurando que el gobierno "preserva y continuará preservando la política de precios de Petrobras".

El clima tenso brasileño se da a las puertas de las elecciones del próximo 7 de octubre, las más inciertas desde la restauración de la democracia en 1985, donde el candidato favorito, el expresidente de izquierda Lula da Silva, está preso por corrupción.

El diputado de ultraderecha Jair Bolsonaro le sigue en las encuestas, pero no hay ningún candidato claramente a la cabeza de la elección.

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