Opinión > OPINIÓN/ N. FERNÁNDEZ

¿Los tupamaros podrán votar a un comunista?

Partido chico pero clave está en la antesala de una decisión clave
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03 de junio de 2017 a las 05:00
Los uruguayos ya vieron a blancos votando a un colorado para presidente. Y también a los colorados votando a un blanco para gobernar el país. Uruguay ya se sacudió con esas decisiones en las urnas, que otrora parecieran inimaginables.

Los herreristas, saravistas y wilsonistas, votaron por un Batlle en 1999; y los batllistas, riveristas, y colorados en general, votaron a un Herrera en 2009 y a otro Herrera en 2014.

También en la izquierda, los más curtidos en las batallas políticas e ideológicas, pudieron ver cómo los comunistas votaban a un tupamaro para llegar a la Presidencia.Ahora, ¿los tupamaros estarán prontos para votar a un bolchevique como candidato presidencial?

Mientras el Frente Amplio ingresa en discusión crucial sobre el alcance que dará a su tercer gobierno, y está en la antesala de complejas decisiones sobre presupuesto, prioridades de planes, renovación de acuerdos salariales y otros asuntos de esa naturaleza, el Partido Comunista abre su 31º Congreso y define su plan 2017-2020.

Su representación en el Parlamento es escasa, y en este período ha perdido relevancia, pero su peso en la interna del partido de gobierno y en el movimiento sindical es tan fuerte, que lo convierten en pieza clave para la toma de decisiones de la izquierda en su conjunto.

Los que desprecian a un partido que tiene menos diputados que la Liga Federal-1811, es porque no entienden la incidencia de los comunistas en el funcionamiento de toda la izquierda.

El caso es que la crisis que sufrió entre 1990 y 1992 lo despojó de la fortaleza que había ganado durante décadas, porque perdió enorme cantidad de afiliados, sufrió la deserción de camaradas que habían sido capacitados especialmente para conducir esa organización, perdió asistencia financiera de su "casa matriz" (Moscú) y el apoyo de una red internacional, y sobre todo sintió quebrarse la esperanza del objetivo por el cual había sido fundado en 1920-21.

Unos porfiados bolcheviques insistieron en mantener arriba la hoz y el martillo y mantuvieron al partido vivo, que no logró recuperar muchos votos pero sí fuerza militante y gravitante.

El congreso comunista elegirá este fin de semana su nuevo Comité Central, del que surgirá la semana próxima el nuevo secretario general. No sólo es clave esa definición, sino también lo será cómo emerge una figura política a la que muchos de sus camaradas quieren proponer como presidenciable para 2019.

El primer secretario general fue Celestino Mibelli, que fue expulsado en julio de 1927 y sucedido por Leopoldo Sala, Félix Ramírez y Julio Baccino, aunque en ese período Eugenio Gómez era el líder del partido, que asumió el cargo formalmente en 1937.

La desestalinización de la Unión Soviética fue fértil en Uruguay para el crecimiento de Rodney Arismendi que en 1955 destronó a Gómez, que igual que fue expulsado por desvíos ideológicos y conducta indigna.La estrategia de Arismendi fue la construcción de un "frente democrático de liberación nacional", lo que lograría en diversos pasos: el "Fidel-1001" en 1962 y el Frente Amplio en 1971.

Arismendi fue secretario general desde setiembre de 1955 hasta diciembre de 1988, cuando asumió Jaime Pérez, quien debió lidiar con el derrumbe de la URSS y del "socialismo real" y sin apoyo para reformular el partido, renunció en abril de 1992.

Luego hubo una dirección colectiva, con Pedro Balbi, Daniel Banina, Carlos Tutzó y Marina Arismendi, hasta que 1998 la hija de Rodney asumió como secretaria general.

Del 27° Congreso de 2006 surgió Eduardo Lorier como sucesor de Marina, que fue reelegido hasta ahora. Y ahora habrá uno nuevo, que no será necesariamente el más votado de este fin de semana.
Al pasar de lema propio a votar como sub-lema dentro de un frente, los comunistas pasaron de 2,7% (1958) a 3,5% en 1962 y a 5,7% en 1966. Con la fundación del Frente Amplio llegaron a 6% y en 1989, con la campaña del "anímese" y "la paradoja", saltaron a casi 10%.

Tras la ruptura se desplomaron al entorno de 3%, que repitieron en las últimas cinco elecciones, y sus 70 mil votantes son similares a los que tenían en 1966, cuando el electorado uruguayo era mucho más chico.

Pero ahora crecen en sindicatos como ninguna otra corriente de izquierda, y se hacen fuertes en gremios poderosos, como la construcción, metalúrgica, salud, comercio, entes públicos y otros.
La unidad sindical (una central de todos los gremios) y la unidad política de toda la izquierda (un frente bien amplio), fue posible por varios factores y liderazgos, pero fundamentalmente por la acción de los comunistas. Eso y otros puntos convierten al PCU en un referente a tener en cuenta.

En 2006, Juan Castillo y Lorier habían empatado la votación para suceder a Marina, pero el sindicalista dio un paso al costado cuando percibió que "el partido sigue buscando y premiando a los que saben citar" (en alusión a los teóricos por encima de los sindicalistas; declaraciones de Castillo a Adolfo Garcé en "La política de la fe").

Una década después, puede ser el momento de Castillo, aún cuando el más votado para el Comité Central termine siendo Oscar "el Boca" Andrade, como ya lo fue en 2013.

Los comunistas pueden recuperar posiciones, conducido por un Castillo que salga del cargo que lo tiene encorsetado (Dinatra de MTSS), y recuperando la voz que el PCU perdió en el Senado, por un deslucido pasaje de Marcos Carámbula; y por otro lado, con un Andrade que ocupa la cancha sindical y mediática.

El sindicato de la construcción recauda centenares de miles de dólares, lo que permite otorgar beneficios sociales relevantes para miles de familias. Andrade lucía coloridas camisetas en Diputados, pero no tuvo problemas en vestirse como un petitero para ser panelista en el canal de los Romay. Sabe aggiornarse. Y está tan cómodo en la TV como en la tertulia radial, en "Esta boca es mía" o en recorrida por los comités, los barrios o las obras.

Y todo eso, cuando el MPP no tiene candidato que asome con algo de luz para reemplazar a José Mujica. Es así que tanto por creer que es la mejor opción, como por esperar reciprocidad de apoyo, varios comunistas creen que si el MPP no tiene postulante claro, ese eje "609-711-1001" puede encontrar su opción con Andrade.

"El Boca tiene algo de Pepe en la llegada con la gente", han comentado camaradas a socios tupamaros. ¿Estarán prontos los tupamaros para votar a un comunista en junio de 2019? l

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