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Lula, la ola progresista y el Uruguay

El Frente Amplio salió unido en la defensa cerrada del expresidente de Brasil, pero asumió un costo político
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08 de abril de 2018 a las 05:00
Una entrega en cámara lenta, una liturgia épica de pueblo, un acto político disfrazado de "misa" por una célebre difunta, una intriga con minuto a minuto, un refresh de emociones, se convirtieron en una prolongación de dolor por la caída en prisión de Lula Da Silva.

En Uruguay, toda esa secuencia se vio con enfoques antagónicos en el oficialismo y la oposición.
Más allá de precisiones, para los partidos Nacional, Colorado, Independiente y Unidad Popular, Lula paga consecuencias de un gobierno que se embarró en la corrupción generalizada.

En contraste con esa postura, el Frente Amplio salió unido en la defensa cerrada del expresidente de Brasil, con el convencimiento de que su proceso es una operación política de la derecha, los ricos empresarios y los grandes medios, que influyen en jueces no justos.

El Frente quedó solo pero unido. Asumió un costo político, porque prefirió expresar lo que sentía y no lo que pudiera convenir. Y lo que siente es solidaridad con ese movimiento popular brasileño que triunfó en 2002 y significó un anticipo de lo que pasaría en el Uruguay, dos años después.

Nadie podrá decir en Uruguay que el Frente Amplio es un partido corrupto; podrán señalarse casos de desvíos preocupantes, y podrá generar inquietud la tolerancia o el silencio ante conductas vergonzosas de algunos de sus integrantes; pero no es un partido corrupto. El PT de Brasil sí lo ha sido. Ahí no hubo uno o unos que se cortaron por la propia: es un partido que se bañó en corrupción.

Lula se entrega discurso Brasil
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Aunque eso haya sido admitido y justificado, el Frente se embandera con Lula, y con el PT. Lo emocional le gana a lo racional. El obrero metalúrgico que saltó del sindicalismo a la presidencia del país que es casi un continente, aquel niño nacido en un pueblo chico de Pernambuco como séptimo hijo de un matrimonio obrero, traicionó la confianza de los que creyeron en él como un garante de la ética. Sigue siendo un líder popular, pero si no hubiese tolerado ese entramado de corrupción, hoy Lula no estaría acorralado.

Muchos siguen creyendo en él pero otros tantos se han sentido defraudados. Por eso sigue teniendo un capital político importante, pero también tiene un rechazo como nunca tuvo.

Eso explica como su entrega fue con todo ese efecto épico que quiso generar, para tratar de afirmar seguidores y tratar de recuperar desilusionados.

Su entrega genera impacto político en Brasil y en todo el continente, porque refuerza la tendencia de repliegue de esa "ola progresista" que se dio desde 1998. Y el Frente Amplio sigue con inquietud moderada los hechos de esa tendencia que asomó a fines de 2009.
Lula se entrega
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En Chile, el centro-derechista Sebastián Piñera ganó a la centroizquierdista "Concertación" (13 dic. 2009 y balotaje de 17.ene.2010)

En Paraguay, el presidente de izquierda Fernando Lugo cayó en juicio político del Parlamento, defendido por minoría de legisladores (21 jun. 2012) y el Partido Colorado ganó las elecciones con Horacio Cartes (21 dic. 2013).

En Argentina, el gobierno de peronismo-izquierdista de Cristina Kirchner perdió las elecciones ante Mauricio Macri (25 oct.-22 nov. 2015)

En Venezuela, la opositoria "Mesa de la Unidad Democrática" ganó las elecciones legislativas con 45,2%, frente al chavismo de Maduro, con 40,9% (6 dic. 2015).

En Bolivia, Evo Morales perdió el referéndum por la reelección, por 51,3% contra 48,7% (21 feb. 2016).

En Perú, el gobierno de Ollanta Humala iniciado en 2010 en una alianza de socialistas y comunistas terminó con una elección disputada entre dos opciones de derecha. El izquierdista Frente Amplio quedó tercero (con 18,7%) y la Presidencia se definió entre Pedro Pablo Kuczynski y Keiko Fujimori (10 abr. 2016).

En Brasil, Dilma Rousseff cayó por juicio político (12 may. 2016) y el Partido de los Trabajadores tuvo retroceso electoral importante en las elecciones estaduales siguientes, con derrota en San Pablo y apoyo a candidato de otro partido (P. Comunista) que fracasó en Río. Perdió alcaldes en todo el país.

En Ecuador, el "Movimiento Alianza PAIS" de Rafael Correa acusó desgaste electoral (de 52% en 2013 bajó a 39,2% en 2017, aunque el candidato oficialista Lenin Moreno ganó en balotaje. Pero éste se fue apartando e Correa al descubrir casos de espionaje y de corrupción. Correa quiso recuperar las riendas del partido pero ha sido despreciado y perdió feo el referéndum sobre política y tratamiento de corrupción ante el propio Moreno. En las siete propuestas plebiscitadas, Correa apoyaba el "No" y perdió en las siete propuestas por amplia ventaja: el "Si" tuvo entre 63% y 74% según la iniciativa (4 mar. 2018)

En Costa Rica, el Partido Acción Ciudadana de centro izquierda perdió 3 diputados y el izquierdista Frente Amplio cayó de 13% en 2014 a 4% en 2018. El PAC ganó la presidencia al ir a un balotaje con un candidato que asustó a todo el resto del arco partidario, pero retrocedió en el Congreso (4 mar. 2018).

En Colombia, el debut de las FARC fue con resultado tan frustrante (0,3%) que aprovechó el problema de salud de su candidato para bajarse de la competencia presidencial, sin poner un reemplazo aun cuando había plazo suficiente. La izquierda con Gustavo Petro compite con la derecha uribista (Ivan Duque) pero con baja chance y si llegara a ganar, las bancas de Senado y Diputados serían muy pocas, dado el resultado de las elecciones legislativas favorables a la derecha y al centro (11 mar. 2018).

***
En México, que no ha tenido experiencia de ola izquierdista hay otro viento político y el favorito es Andrés López Obrador, un ex PRI, ex PRD que ahora lidera el "Movimiento Regeneración Nacional" (Morena), de centro izquierda.

De aquella ola progresista, unos cayeron en las urnas (Argentina, Chile, Perú), otros caen por corrupción (Brasil, Ecuador), otros se mantienen con represión (Venezuela) y otros quedan gobernando.

Bolivia y Uruguay mantienen la llama de la izquierda (Venezuela sigue con el chavismo gobernando, pero para hacerlo tuvo que disolver el Parlamento, limitar la acción política y encarcelar disidentes, entre otras desgracias para un país en el que la esperanza es emigrar).

El Frente Amplio llegó al gobierno en 2004 con una propuesta de gobernar con ética y atendiendo especialmente a los más desprotegidos. También fue cuando se corrió lo más al centro posible.

La relación afectuosa con el chavismo, la defensa cerrada de Lula, lo hace con un reflejo de solidaridad entre izquierdas, sin cuidar aspectos de democracia y de ética.

En 2004 llegó cuando sin dejar de ser izquierda se había corrido al centro, y ahora, perder ese eje le puede significar un costo político tan alto, como el de ser barrido por la misma ola que se ha dado en otros países.

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