Desde pequeño se podía vislumbrar que Mark Zuckerberg haría grandes cosas, aunque nadie podría haberse imaginado que sería el hombre que cambiaría la forma en que las personas se comunican entre sí e incluso la experiencia de navegar en internet.
A sus 12 años creó un programa de mensajería instantánea –que llamó ZuckNet– para el consultorio dental de su padre, con el fin de que la recepcionista no tuviera que alzar la voz cada vez que hacía ingresar un paciente. También creaba juegos con sus amigos. Sus padres contrataron a un tutor de informática para que lo instruyera, pero este confesó que era difícil seguirle los pasos al joven Mark.
El prodigio llegó a Harvard en 2002 y enseguida se ganó la fama de ser la persona a la cual acudir en los temas relacionados con la computación. Fue por esto que los gemelos Winkelvoss convencieron a Zuckerberg para que los ayudara a crear una red social de citas orientada exclusivamente a los alumnos de la universidad. El entusiasmo de Zuckerberg duró poco y se desentendió del proyecto para trabajar en un concepto propio que luego se convertiría en Facebook.
La versión preliminar que elaboró con Eduardo Saverin, Dustin Moskovitz y Chris Hughes permitía que los usuarios crearan sus perfiles, que subieran fotos y se comunicaran con otros usuarios.
Zuckerberg: —Si necesitas información acerca de cualquier persona en Harvard, solo pídela. Tengo cerca de 4.000 emails, fotos, direcciones, SNS...
Amigo: —¿Qué? ¿Cómo lo lograste?
Zuckerberg: —Las personas solo lo subieron, no sé por qué. "Confían" en mí. Imbéciles.
Esta fue una de las conversaciones de mensajería instantánea que se filtraron de la época estudiantil de Zuckerberg, cuando Facebook comenzaba a despegar entre los estudiantes de Harvard. Tan popular se volvió que en 2004 Zuckerberg dejó la universidad y se mudó a Palo Alto, California, donde hoy se encuentra el cuartel general de la red social. En 2006 fue abierta al público en general tras recibir una inversión de US$ 12,7 millones de dólares.
Resiliencia es una de las palabras que define a Zuckerberg. Los Winkelvoss lo demandaron por violación de los derechos de autor. El juicio comenzó en 2006 y continuó hasta 2011, cuando se acordó que Zuckerberg pagaría US$ 65 millones por las pérdidas ocasionadas a la parte demandante.
En 2009 tuvo lugar otro conflicto legal, cuando Ben Mezrich vendió los derechos de su libro The Accidental Billionaires, en el cual cuenta una versión del origen de Facebook con la que Zuckerberg no está completamente de acuerdo ya que, según él, muchas de las escenas y los personajes que describe fueron inventados. Esos derechos se utilizaron para llevar la historia a la gran pantalla en 2010 en La red social, de Aaron Sorkin. "Es interesante ver qué cosas se esforzaron por hacer bien; cada camiseta y buzo que uso en la película son camisetas y buzos que tengo de verdad", señaló Zuckerberg en una entrevista con The New Yorker.
Y hablando de su vestimenta, si hay algo que caracteriza a Zuck es su capacidad de optimizar su tiempo: todas sus camisetas, camperas y jeans son idénticas, para así evitar la pérdida de tiempo de decidir qué ponerse.
A Zuckerberg no le basta con haber creado la red social más utilizada del mundo (con más de 1.600 millones de usuarios), sino que quiere dominar todo internet. Bien conocidas son las adquisiciones de WhatsApp e Instagram. Además, aquello que no puede comprar, lo recrea con algunos cambios. Tal fue el caso de Facebook Live, una herramienta que permite transmitir videos en vivo, muy parecida a Periscope; o la adquisición de MSQRD, una app con las mismas funciones de Snapchat. La lista sigue.
En su lado más filantrópico, Zuckerberg trabaja para que sea Facebook el que lleve internet a los lugares más remotos de la Tierra, allá donde las condiciones de conectividad son más complicadas. Y donde hay internet, hay potenciales usuarios de Facebook.
Su biografía de la red social reza: "Estoy tratando de hacer del mundo un lugar más abierto" (aunque él es descrito como una persona cerrada y tímida). Su objetivo parece estar cumpliéndose. Vivimos en una época en la que compartir y disminuir el rango de nuestra privacidad es una práctica cada vez más obvia en nuestras vidas. Si, de repente, el mundo decidiera señalar a alguien a quien hacer responsable, solo debe buscar a ese tímido multimillonario de 32 años a quien llaman Zuck. No debería ser difícil encontrarlo. Siempre viste jeans, camiseta gris y campera azul.
Esta nota forma parte de la publicación especial de El Observador por sus 25 años.
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