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MasterChef : un final sin épica

Careció de la efervescencia de la primera temporada, aunque al final apareció la emoción en el estudio
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12 de diciembre de 2017 a las 19:00

Los hijos de Luciana estaban afuera, tranquilos. "Ya sabemos cómo le fue a mamá en la semi de #MasterChef". "¿Cómo?". "No te vamos a decir nada". Están bien entrenados estos pibes.

Todo estaba exactamente igual que hace cinco meses. Los papelitos, las cámaras, los participantes que ya habían sido eliminados, los familiares de las finalistas. También la expectativa de las autoridades del canal, que verificaban los ratings a cada rato. O los noteros de la emisora, que grababan entrevistas otros programas. Pero en la segunda final de MasterChef algo faltaba. La emoción no era la misma que en la primera, cuando Nilson Viazzo ganó.

En julio, MasterChef enfrentó a dos personajes pesados con los que el público se maravilló y se identificó enseguida: Leticia Cicero y Nilson Viazzo. El triunfo del policía bueno del interior tuvo en vilo a cuatro de cada diez hogares de Montevideo aquel día y emocionó a todos los que presenciaban en vivo el desenlace en el estudio. La primera final coronó una temporada cuyos niveles de audiencia llegaron a cifras impensadas para la televisión local actual, y pautaron que la gloria fuera para un héroe local que, desde ese momento, no necesitó volver a usar su apellido.

Esta vez en el estudio de MasterChef no se sentía la misma expectativa que en aquella fría noche de julio, cuando el agente Viazzo pasó a ser Nilson. Faltaba la épica. El personaje adorado por todos. El pueblo esperando por la caravana desde la capital.

Incluso las familias de las dos finalistas –Luciana Dangelo y María Gracia Sosa– se veían bastante tranquilas en los minutos previos al cierre. Los hijos de Luciana, por ejemplo, confiaban en su madre y, al menos en la previa al segmento en vivo, le prestaban más atención a Tomás Rodríguez –que quedó en cuarto puesto– y al chef y jurado Laurent Lainé –a quienes querían pedirle una foto pero no se animaban– que al devenir del concurso.

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La emoción de esta temporada también se estancó en las redes sociales. Mientras que en el primer ciclo era casi imposible ingresar a las redes sin toparse con una catarata de opiniones, chistes y memes sobre los participantes y los miembros del jurado, lo que hizo que ocupara el primer puesto como trending topic de Twitter en todo el mundo aquella noche, en esta nueva entrega ni figuró en ese ranking digital. El hashtag se siguió manteniendo a tope en Uruguay, pero el aire entre tuit y tuit de sobre MasterChef existía y se podía respirar.

Eso no significa que el programa haya sido un fracaso. La segunda temporada de MasterChef fue exitosa en audiencia una vez más, e incluso el promedio de rating de los 18 capítulos fue leventemente superior al del primer ciclo (15,5 puntos frente a 15,1). Pero la final fue vista por menos personas: 16,6 puntos contra los 21,2 que había logrado Nilson. Y en este segundo ciclo, ningún episodio pudo superar al primero, cuando midió 19,2.

Ídolos infantiles

A diferencia de lo ocurrido en el primer semestre del año, la emoción se desplazó hacia otro rincón, uno que hasta ahora se había mostrado poco explorado: los niños. Ya desde temprano estaban revoloteando afuera del estudio. Niños en grupo o con sus padres, niños que habían ido a ver a sus ídolos de la tele. Sacaban fotos con sus celulares, cuchicheaban sobre los participantes de esa y otras ediciones que veían afuera y, de vez en cuando, se animaban a pedir alguna selfi.

maria gracia master chef
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En el final, pacientes, esperaron su momento para conocer a María Gracia y ver de cerca a quien, pasada la medianoche del martes, levantó el trofeo. Entre sonrisas tímidas, un grupito de niñas se acercó y le pidió una foto. La emoción que no se había visto antes estaba allí, en esas niñas que miraban fijo a la joven triunfadora.

Y en las lágrimas. La emoción también estuvo en las lágrimas. En las de la ganadora, que no lo podía creer. Y también en las del hijo de Luciana, el mismo que antes estaba tan tranquilo, y que al final se limpió los ojos llorosos y abrazó a su madre, triste.

Parecía que la segunda final de MasterChef estaba condenada a una frialdad que no merecía. Pero no. La emoción, al final, solo se había corrido de lugar.

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