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¿Quiénes son los uruguayos que encantan a la NASA?

Varios uruguayos seducen con sus conocimientos a la agencia aeroespacial más importante del mundo; algunos logran ingresar a trabajar y recibir un sueldo y otros acceden a concursos donde son premiados
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24 de diciembre de 2019 a las 05:02

Por Bernardo Lapasta - Especial para Cromo

Hay uruguayos que sueñan con estar en la NASA. Ese lugar, donde se investiga la vida aeroespacial, ha sido conquistada por uruguayos. Algunos logran ingresar a trabajar y ser remunerados, otros obtienen becas y más de un grupo gana concursos.

El único uruguayo rentado es Sebastián Bruzzone, nacido en Pocitos en 1981 y criado en la Aguada. Para llegar a la agencia estadounidense más importante debió estudiar mucho. Se licenció en física por la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, carrera que le costó más de una década de sacrificio, y también cursó un semestre en una universidad sueca. 

“Nunca estuve seguro”. Bruzzone deja claro que en esos casi 11 años en que cursó la licenciatura en física sintió inseguridad sobre a qué dedicarse en su vida. Y dudó mucho antes de elegirla. “Sabía dibujar bien, así que pensé hacer algo vinculado al diseño gráfico. También pensaba en otras opciones, pero al final opté por la licenciatura en física”, cuenta el científico de 38 años. En el 2000 comenzó su carrera, que “era muy diferente a cómo la imaginaba”.

 El drama era que esa carrera “estaba enfocada en lo teórico y su modo de evaluar es duro”, dijo el científico uruguayo.

Lo que siempre tuvo claro es que le apasionaba la astronomía. Cuando era un niño pasaba horas y horas en la biblioteca de su abuela observando publicaciones sobre el sistema solar, miraba documentales y, cuando surgía una noticia en la televisión sobre el espacio, sus padres lo llamaban porque sabían cuánto le gustaba el tema.

En 2006, Bruzzone consiguió una beca para estudiar en Suecia. Pasó seis meses en la Universidad de Umeå. “Me gustó esa experiencia, aprendí mucho”, dice el astrónomo de 38 años que desde siempre se vio en el exterior al terminar sus estudios. La infraestructura fue lo que más lo impactó, los contenidos de las asignaturas estaban volcados más a lo práctico que en Uruguay. Gracias a esto, Sebastián encontró un estímulo para continuar con su carrera en Montevideo. 

Recién en los últimos años de su pasaje por la Facultad de Ciencias empezó a tomarle el ritmo y a llevarse mejor con el modelo de evaluación. Comenzó a mejorar sus calificaciones y a  sentirse más motivado.

En su regreso aprovechó a trabajar en la facultad, en donde hacía observaciones con el telescopio y aprovechaba a estudiar meteoritos: “Si bien era cansador porque, en paralelo, continuaba cursando, la experiencia me gustaba”.

En 2011, Sebastián se licenció en Física con opción en Astronomía. 

La vida le deparó nuevos desafíos. Esta vez, en la docencia. Dio clases de astronomía en el Instituto de Profesores Artigas (IPA) y llegó a desempeñarse como jefe del observatorio por seis meses.

A esa altura, Bruzzone ya vislumbraba su futuro en el exterior. Estaba pensando en cursar su maestría. En setiembre de 2012, luego de haber explorado múltiples posibilidades, llega a London, una ciudad de 366 mil habitantes en la provincia de Ontario, Canadá, ubicada entre las gigantes Toronto y Detroit. El joven científico accedió a la Universidad de Western, donde cursaría su maestría durante dos años. “Allí entendí que mi experiencia en la Udelar me sirvió para encarar la maestría, que se me hizo leve por mis años en la Facultad de Ciencias”. El astrónomo, que para entonces tenía 31 años, enfocó su tesis en la lluvia de meteoros.

No se quedó ahí. También cursó su doctorado en la Universidad de Western, donde llegó ejercer la docencia. En ese proceso, cambió de tema de investigación y de grupo de trabajo. Su tesis doctoral se enfocó en los exoplanetas: investigó planetas que orbitan estrellas que no son el Sol.

El científico uruguayo, que culminaba su doctorado, fue por más. Otra vez, Bruzzone exploraba posibilidades en el cambiante mundo de las ciencias. Fue entonces cuando uno de los investigadores de la universidad canadiense que trabajaba en la NASA le habló sobre su proyecto basado en meteoros. De este modo, volvía al proyecto desarrollado en su maestría y recibía una propuesta que le cambiaría la vida: trabajar en la NASA.

El uruguayo se estableció en Maryland (Estados Unidos) para desarrollar su profesión en la NASA hasta el día de hoy.  Trabaja en el área de biofísica y su misión es estudiar la interacción entre el viento solar y las capas superiores de la atmósfera –aquellas que se encuentran a una distancia de 50 kilómetros de la superficie terrestre, explica el astrónomo–. Su trabajo diario consiste en el monitoreo de las lluvias de meteoros detectados por radar en Tierra del Fuego, Argentina. El científico uruguayo dio un dato que sorprenderá a más de uno: “Cada día entran al planeta Tierra 49 toneladas de polvo”.

Asimismo, realiza importantes trabajos de investigación de modo constante. En este momento, está investigando las diferencias en el monitoreo de lluvias de meteoritos con cámara y con radar. 

El 3 de diciembre de este año, un grupo encabezado por el investigador uruguayo encontró un elemento similar al cinturón de Kuiper –disco circunestelar que orbita alrededor del Sol– cercano a la estrella HD 141569A, ubicado en la constelación de Balanza a 320 años luz del planeta Tierra. Este hallazgo permite avanzar en las investigaciones sobre la formación de los cuerpos gaseosos y su relación con otros cuerpos celestes.  

Su  contrato con la NASA culmina este año, aunque “es prácticamente seguro” que se lo extiendan por 2020. Para 2021 el astrónomo uruguayo no tiene planes claros, aunque está estudiando la posibilidad de volver al país junto con su esposa. Según dijo a Cromo, le gustaría “dedicarse a la docencia, pero sin perder el trabajo de investigación”. 

La uruguaya que visitó la NASA a los 12 años

Las posibilidades de llegar a la NASA no existen solo para quienes sueñen con trabajar. Hay adolescentes interesados en tener una experiencia científica en la agencia aeroespacial más importante del mundo. Valentina Oundjian es una de ellas. De tanto soñarlo y luchar por su sueño, se le hizo realidad.

Todo radica en su afición por el espacio. Cada día que llegaba a su casa tras ir a clases, buscaba videos sobre astronautas y nuevos descubrimientos del espacio. En medio de esa exploración del tema, elaboró en 2017 (cuando estaba en sexto de escuela) un artefacto para participar en un concurso de becas que la llevaría a la NASA durante siete días.

¿Qué diseñó? Un pasteurizador de agua de lluvia. El artefacto hace que el líquido caiga en un recipiente, pase por un filtro que le aparte los residuos como hojas y ramas. Después, el agua queda en un caño negro estancada durante un momento. Gracias a la energía solar, alcanza una temperatura de 65 °C y, luego, se obtiene el agua “pasteurizada”. El objetivo es liberarla de bacterias e impurezas con el fin de que sea bebible.

Valentina debió presentar el proyecto a través de un sitio web, junto al marco teórico e información de su país.

Y así la joven uruguaya obtuvo la beca y pasó una semana en la NASA junto a otros 15 estudiantes de su edad. Se trató de “una experiencia increíble”, dijo  a Cromo. “Cuando llegué me di cuenta de que estaba al lado del Saturno V, el cohete que fue a la Luna, y casi lloro”, expresó emocionada.

Durante sus días en la NASA, Valentina atravesó por las experiencias por las que pasa un astronauta, armó “cohetes” y recibió clases de varias asignaturas enfocada en los viajes al espacio, como física, química y astronomía.

La joven uruguaya se inspiró en las vivencias de Alice Carson, una joven estadounidense que, en aquel entonces, tenía 17 años y se entrenaba a diario en la NASA. Es una de las mujeres que cuenta con grandes posibilidades de convertirse en una de las integrantes de la primera expedición que visite Marte en el futuro. 

Rockdonnell, la plataforma lunar

El vínculo de los uruguayos con la NASA también abarca a colectivos estudiantiles. En julio de este año, un grupo de ocho estudiantes del liceo nº 4 de Maldonado ganó el primer puesto de la edición 2019 del Concurso Internacional de Diseño de Asentamientos Espaciales.

La competencia es organizada por la NASA y su objetivo es estimular a los alumnos para que se involucren en la ciencia. En esta oportunidad, los estudiantes uruguayos Tamara Berni, Nahuel de Bittencurt, Fausto de León, Juan Lucerna, Nicolás Jorge, Tobías Rodríguez, Mateo Rodríguez, Santiago Rodríguez y el docente Leonardo Tejera lograron el primer puesto en el campeonato mundial de 2019. 

Su proyecto se denominó Rockdonnell, una plataforma espacial para suelo lunar que se construiría en 2059. El establecimiento podría albergar a 16.000 habitantes y 1.200 turistas. El trabajo fue desarrollado en un equipo que además de los uruguayos integraba a estudiantes de Canadá, Estados Unidos e India. 

El grupo contó con 21 horas para llevar adelante el proyecto, que luego fue evaluado por un tribunal conformado por científicos de referencia pertenecientes a la NASA. El concurso se realiza cada año en Estados Unidos desde 1986, donde estudiantes de secundaria diseñan asentamientos espaciales futuristas. Este año tuvo lugar en el centro espacial Kennedy de Florida. Y a los uruguayos siempre los tienta competir.

Artistas del Lego 

Si de grupos se trata, los uruguayos expertos en Lego y robótica no podían quedar afuera. Un equipo de estudiantes de secundaria obtuvo el premio a Mejor equipo novato en la primera edición del Open International Lego League, un campeonato de robótica, también organizado por la NASA.

En la competencia participaron dos equipos uruguayos que, previamente habían clasificado en el First Lego League (FLL) organizado por el Plan Ceibal en nuestro país: Caraguatá (liceo Toscas de Guaracatá de Tacuarembó) y Creative Techno (liceo nº 1 de Atlántida, Canelones). El desafío partía de que un astronauta se encontraba en órbita y, desde allí, debía encontrar respuestas para los problemas de los astronautas.

Por otro lado, se debía construir un robot con piezas de legos con el objetivo de participar de 15 misiones de dos minutos y medio cada una. Algunas de ellas consistieron en hacer despegar un cohete o trasladar al astronauta algún lugar.

Más allá de las 15 misiones, los equipos debieron presentar un proyecto final que no necesariamente implicaba el uso de las piezas de legos. El equipo Caraguatá investigó la presión en las manos de los astronautas. Por otro lado, el equipo Creative Techno diseñó un robot de compañía, con el fin de que los astronautas se adapten al aislamiento.

Los dos grupos conformados por estudiantes uruguayos mostraron un buen rendimiento,pero el equipo ganador fue el provenientes del liceo de Canelones, quienes obtuvieron el título de Mejor equipo novato de la Open International Lego League. 

La competencia se realizó durante el viernes 12, sábado 13 y domingo 14 de julio del presente año, en West Virginia (Estados Unidos), donde la NASA tiene una de sus sedes.

Mejorando la base de datos de la NASA

El éxito más reciente refiere al grupo de estudiantes uruguayos que clasificó a la final del Space App Challenge, una competencia que busca generar soluciones a las problemáticas que sufre la Tierra y a la exploración en Marte. Su trabajo estuvo dentro de los 36 más destacados.

El certamen internacional es organizado anulamente por la NASA desde 2012. Este año tuvo lugar en el mes de octubre,  participaron 29.000 personas de de 71 países.  La competencia convoca a estudiantes desde los 15 años de diversas áreas: cinetífica, programáticas, artística. Uruguay fue una de la sede del evento. Se realizó en la Fundación Los Pinos de Montevide y en los centros de la Universaidad Tecnológica del Uruguay (UTEC) de Fray Bentos, Durazno y Treinta y Tres.

Los participantes tuvieron 48 horas para analizar la información entregada por la NASA y generar respuestas a los desafíos vinculados al espacio y a la vida en la Tierra.

El equipo de los uruguayos estuvo conformado por los estudiantes de ingeniería de la Universidad de la República: Ignacio Hounie, Juan Elenter, Franco Marchesoni y Franco Donnangelo. Su proyecto conciste en encontrar maneras inteligentes de completar valores faltantes en la base de datos que posee la NASA.

En la próxima instancia, el jurado (integrado por destacados profesionales del centro estadounidense aroespacial) determinará cuál será el mejor proyecto. Los ganadores obtendrán un viaje a la sede Kennedy Space Center de Florida, Estados Unidos.

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