Los agricultores prendieron fuego a un tractor y extendieron sus carteles de protesta en esta zona de plantaciones de soja, el cultivo estrella en Argentina, sobre el cual el gobierno elevó el tributo a las exportaciones del 35% al 44% del valor del grano.
"Están matando a la gallina de los huevos de oro. Vamos a seguir la huelga hasta las últimas consecuencias", dijo a la AFP Marisa Idróggino, una mujer de 37 años que junto a su marido cultiva soja, maíz y trigo en un campo de 90 hectáreas, que heredó de su suegro.
"Es la primera vez que participo de una protesta del campo y estoy orgullosa y emocionada. La presidenta Kirchner no nos da 'bolilla' (no escucha)", afirmaba Sandra Ribas, enfundada en unos pantalones 'gauchos', sin dejar de hacer cálculos de los efectos del alza impositiva sobre sus ganancias.
"Con el aumento de impuestos no nos queda resto (de ganancia)", afirma Ribas indignada.
"Vivo en el campo desde que nací, y trabajo aquí. La huelga me parece bien, los productores tienen que resistir", afirmó Cuenca, un obrero rural de 31 años, con un salario que ronda los 1.500 pesos mensuales (US$ 471).
"El gobierno tiene que entender que el campo no es el enemigo. Necesitamos una política de largo plazo para producir y el gobierno pone parches desde hace cuatro años", afirma Peter, que cosecha mayormente soja en las 500 hectáreas que posee en la localidad bonaerense de San Pedro.
"Sería bien aceptado que bajen los impuestos a los pequeños productores", propone, mientras cerca de allí ardía el viejo tractor en desesperada señal de protesta.