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Acompasar el cambio tecnológico con progreso ético de las sociedades

Extracto del discurso del rector Dr. Jorge Grünberg en la ceremonia de graduación de la Universidad ORT
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17 de septiembre de 2015 a las 18:25

Queridos graduados: nos sentimos muy responsables de su elección de ORT como universidad. Una universidad debe ser ante todo una institución que aprende y cada uno de ustedes nos ha enseñado mucho. ORT no sería la misma sin ustedes.

Como saben, ORT es una institución judía abierta a todos. La educación en el judaísmo se rige por algunos principios fundamentales, entre ellos que la educación debe ser constante a lo largo de toda la vida y que la persona debe llevar una conducta acorde a lo aprendido, ya que en el judaísmo el valor de los estudios está determinado por la conducta de la persona. Una de las más importantes innovaciones culturales del judaísmo es la concepción de la educación como un bien público: un derecho y una obligación universales. Esa universalidad de la educación fue una gran innovación para su época. En la corte del faraón la educación era solo para las elites. En Atenas también existía una visión socialmente restrictiva de la educación. Platón proponía la creación de tres clases sociales: alma de oro, plata y bronce. La educación, según Platón, tenía como objetivo preparar a cada ciudadano para cumplir el rol que tenía en esa jerarquía social. La concepción judía de la educación como una obligación y un derecho universales continúa siendo vigente 32 siglos después y más relevante que nunca en la sociedad del conocimiento.

Les espera un nuevo mundo pleno de oportunidades y también de desafíos. Un mundo donde la riqueza surge del conocimiento y de la creatividad. En este nuevo mundo de conocimiento, ustedes tendrán que correr una carrera continua entre educación y tecnología. El nivel educativo que alcanzan hoy será la formación mínima necesaria. Tendrán que pensar en invertir en sí mismos, en cursar postgrados y en formarse permanentemente. Las actitudes y destrezas van a ser cruciales para su desarrollo personal. La creatividad, la capacidad de abstracción, el dominio de idiomas extranjeros, el espíritu emprendedor, la sensibilidad multicultural y la capacidad de trabajar en equipo deberán conjugarse con sus títulos y conocimientos para progresar en un mundo globalizado y automatizado.

Tendrán que ser profesionales reflexivos. En un mundo en donde cada vez más tareas serán realizadas por robots, los humanos tendrán que saber no solo cómo hacer las cosas sino por qué las hacen. En este nuevo mundo lo importante no será su capacidad para recordar respuestas, sino su capacidad para formular preguntas.

Se llevan de la universidad conocimientos, relaciones y valores. Los primeros se vuelven obsoletos rápidamente; los segundos necesariamente se renuevan. Los últimos deben ser su ancla, su compás moral: no todos los objetivos deben admitirse como válidos. No todos los medios deben utilizarse aun para alcanzar objetivos loables.

Ejerciten siempre su espíritu crítico que es lo que nos hace humanos. No caigan en la tentación de la simplificación. Como decía el gran escritor Henry Mencken: “Para cada problema complejo, existe una respuesta clara, simple y equivocada”. Dialoguen siempre para proponer o para suponer, no para imponer. Sus argumentos no pueden ser solo la negación de los de su interlocutor. El diálogo implica escuchar realmente al otro y escucharse a uno mismo. No se puede realmente hablar si no se sabe escuchar. No guíen sus vidas por la necesidad de obtener la aprobación de los otros. Definan sus propios y personales criterios de éxito, porque para ser satisfactorias, nuestras vidas necesitan propósito. Recuerden que nuestra realización no depende de los éxitos materiales, depende de las oportunidades que tenemos para aprender, de nuestra capacidad de contribuir, del reconocimiento que obtengamos de las personas que queremos y admiramos.

Queridos graduados: el país no es suyo, pero tampoco le pertenece a los que se creen los dueños. Nuestra nación no es de nadie, pero es de todos. Nuestra democracia y nuestra libertad son nuestra riqueza, pero están en riesgo. No están en riesgo por las fuerzas del pasado sino por las del futuro, porque una sociedad libre debe ser una sociedad educada y ese es el capital acumulado que estamos hipotecando desde hace décadas. Ningún país puede ser mejor que su sistema educativo. Una sociedad no es democrática porque tiene elecciones. Una sociedad tiene elecciones porque es democrática. Confundir elecciones con democracia es una sinécdoque. Una democracia vital requiere diálogos y no monólogos que se turnan. Requiere que se expongan y critiquen opiniones, no que se repitan eslóganes.

Déjenme terminar con una reflexión sobre la nueva era que nos espera. La Ilustración, con las ideas filosóficas de Descartes, de Spinoza o de Locke y al mismo tiempo la revolución científica iniciada por Newton, introdujeron una nueva era en la cual la razón y la tolerancia abrieron camino a nuestra modernidad. Desaparecieron las colonias, aumentaron las democracias, se redujeron las guerras, aumentó el nivel de vida de millones de personas y supusimos que el progreso político, cultural y tecnológico sería acompañado por un progreso moral incesante e inevitable. ¿Pero el cambio tecnológico está realmente siendo acompañado de un progreso moral? ¿Y cuáles son nuestras responsabilidades al respecto? En pleno siglo XXI tenemos nuevamente periodistas y escritores asesinados por blasfemia, decapitaciones públicas, mercados de esclavos, linchamientos de homosexuales, pueblos enteros diezmados porque tienen la religión equivocada. Si el fin último de nuestra cultura es el progreso moral, debemos acompasar el cambio tecnológico con el progreso ético de nuestras sociedades. Esa debe ser nuestra misión. Esa debe ser “su” misión.

Queridos graduados: les espera un mundo pleno de oportunidades. Gracias a la conectividad global y a sus conocimientos pueden conquistar el mundo desde Uruguay. Triunfen desde Uruguay y hagan triunfar a su país.

Ceremonia de graduación de la Universidad ORT Uruguay. Extracto del discurso del rector Dr. Jorge Grünberg, Teatro Solís, 27 de agosto de 2015

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