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Arnaldo Nardone: la profesionalidad como estandarte

Empresario, conferencista y asesor de gobiernos extranjeros, este experto en turismo de eventos y reuniones reparte sus horas entre aviones que lo llevan a Uruguay, Perú y el mundo. Antes de partir a su próximo destino dialogó con Seisgrados
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30 de octubre de 2014 a las 18:22

Describir el currículum de Arnaldo Nardone no es tarea sencilla. Este empresario, conferencista, asesor de gobiernos extranjeros, escritor y “demasiado uruguayo”, como se describe a sí mismo, se ha desempeñado casi 40 años en el sector turístico y ha conseguido representar a Uruguay en múltiples organizaciones internacionales que lo han llevado a conseguir reconocimientos por su tarea en el país y en el exterior. Casado con Blanca Chávez, una renombrada chef peruana, el matrimonio reparte su vida entre Uruguay y Perú. “Vamos y venimos. Descubrí que no somos los únicos que llevamos un matrimonio así, que hay una cantidad de gente que le pasa lo mismo, lo cual es parte de la vida moderna”, dice. Renunció a su cargo de director de Marketing y Congresos en el Hotel Radisson para afrontar a partir de noviembre un nuevo desafío como gerente del flamante Centro de Convenciones de Punta del Este. Se mantiene al frente de la empresa que él mismo forjó, Mice Consulting, y si bien fue en el sector privado en donde llevó adelante su carrera profesional, supo navegar las aguas del sector público como director de Turismo en Canelones durante el gobierno de Jorge Batlle. “Mis amigos pensaban que iba a salir muy mal de mi gestión, pero fue todo lo contrario. Salí muy fortalecido”, dice.

¿Le interesa la política?, le pregunto. “Me atrae”, es su respuesta. Asesor en materia de turismo del candidato presidencial por el Partido Colorado, Pedro Bordaberry, no vacila a la hora de contestar que aceptaría si le ofrecen convertirse en ministro de Turismo. “Si me tocara ese desafío sin dudas que aceptaría, para tratar de hacer lo que yo pienso que podríamos hacer, sin decir que lo hecho está mal. Diría que sí, por más que tenga un problema familiar”, dice riéndose.

Con Italia en las venas

Hijo de un inmigrante italiano excombatiente de la Armada, y una uruguaya nacida en Durazno, su infancia transcurrió entre costuras, con un padre sastre y una madre costurera. “Conservo mucho de mis raíces, la sangre italiana perdura en mis venas”, sostiene. Según cuenta, vestir bien le daba satisfacción y su padre lo complacía con “los mejores trajes”. “Yo elegía modelos curiosos. A los 16 años –como todo adolescente de la época– me gustaban los Beatles, y recuerdo que George Harrison había estrenado un traje cruzado con chaleco que me encantó, así que se lo mostré a mi padre y me hizo uno idéntico”. Su casa, un hogar con acento “batllista”, era un desfile por aquel entonces de personalidades políticas de la época que iban en busca de un traje a medida.

Toda la vida fui batllista. Nací en un lugar muy humilde donde el gobierno batllista ayudaba muchísimo a la población: vivienda, salud, alimentación, educación. Más allá de las autocríticas que tenga hacia mi partido, tengo convicciones que me gustaría que se maximizaran para el desarrollo social de la gente

Cursando la Facultad de Medicina se convenció de que pasarían años antes de ver cómo algún billete caía en su bolsillo. “Yo quería ganar mi dinero, y eso me llevó a salir a buscar trabajo”. En 1973 decidió cruzar el charco, instalarse con una tía que vivía en Buenos Aires, y buscar empleo. En la esquina de Lavalle y Florida, una oportunidad laboral en una agencia de viajes sería su primer contacto con el turismo. Tres años después regresó a Montevideo, y aplicó a una suplencia en el lujoso Hotel Victoria Plaza. “Era para ser telefonista de room service. Me tomaron por 90 días y me quedé casi 38 años”.

Su carrera en el hotel fue ascendente, hasta alcanzar el cargo de director de Marketing y Congresos. Sus años dentro de la empresa hicieron posible que fuera testigo de las transformaciones que vivió la firma, que a partir de 1999 ingresó a la red internacional Radisson. “Había un problema a la vista, y era que muchas marcas estaban viniendo a Uruguay. Se había anunciado la instalación del Sheraton, ya estaba el Holiday Inn, y la tendencia era la asociación con una marca internacional. Era imperativo entrar en una red internacional. Y fue un gran cambio”.

El Mundialito lo hizo periodista

Fue trabajando en el Victoria Plaza que a Nardone le llega una oportunidad impensada. Fines de 1980, comienzos de 1981. Uruguay, bajo un régimen dictatorial, organiza la Copa de Oro de Campeones Mundiales, el evento FIFA conocido como Mundialito. Nardone para ese entonces trabajaba en la recepción del hotel, a donde llegó un grupo de corresponsales proveniente del Emirato de Catar. “Ellos me piden información de cómo debían acreditarse, dónde quedaban las sedes de las delegaciones, y yo los ayudaba”, recuerda.

Los enviados le pidieron a Nardone que se convirtiera durante 10 días en su cable a tierra en Uruguay, y lo contrataron para que fuera su guía, traductor, secretario y chofer. “Siempre fui un apasionado del fútbol y del periodismo, leía mucho, y les hacía comentarios de los partidos, de los jugadores, en dónde había jugado cada uno y en qué campeonatos habían estado, y eso los sorprendió. La última noche en Uruguay, durante una cena, me dijeron que les interesaba hacer una prueba de una cobertura latinoamericana sobre fútbol, con énfasis en Brasil, Argentina, Uruguay y después el resto de los países”.

Y así fue que Nardone empezó a dividir su tiempo entre el hotel y su nuevo oficio: periodista freelance de la revista Al Saqr (El Halcón en español). Una madrugada, cubriendo el turno de la noche en la recepción del hotel, le llega una noticia a través de un télex. “Después de mandar notas y estadísticas durante 90 días, me informaron que habían publicado mi primer artículo y que pasaba a integrar formalmente el staff de periodistas”. Así fue como en los años posteriores Nardone iría a cubrir como corresponsal del medio árabe dos mundiales, varias copas Libertadores, campeonatos europeos, y entrevistaría a figuras de la talla de Diego Maradona y “Zico” Coimbra.

Ante un visitante que llega a Uruguay, hay que preguntarse: ¿recibe la misma calidad de servicios del sector privado que del Estado

En 1987 la revista cerró, y con ella la corresponsalía de Nardone, que pasó de la prensa escrita a la radio. “El periodismo me ayudó mucho en mi carrera. Yo doy muchas conferencias en el exterior, y el ejercicio de hablar me ayudó a estar desenvuelto frente a una multitud”.

Uruguay, el turismo y su segmentación

Nardone encontró en el turismo de reuniones y eventos su nicho en un mercado como el uruguayo que se ha posicionado históricamente como un destino de “sol y playa”, y fue lo que lo impulsó a crear su empresa, Mice Consulting. “En Uruguay nunca hablábamos de otra cosa que no fuera el turismo de temporada, del 15 de diciembre al 28 de febrero, y lo relacionamos con sol y playa. Lo cual tiene lógica porque es el producto que se ha mostrado. Pero el desarrollo del sector ha llevado a una microsegmentación: turismo de compras, rural, religioso, de cementerios, de reuniones y eventos, y decenas de posibilidades más. Nos dimos cuenta de que este producto, además de romper la estacionalidad de los destinos, permite generar ingresos, hace crecer las economías del país y desarrollar conocimiento”. Cuando se habla de “captar turistas”, Nardone advierte que en el caso del turismo de reuniones y eventos existe un “pleno conocimiento” de cómo debe llevarse adelante la tarea. “Si yo quiero traer dos millones de japoneses a Uruguay, tengo que desarrollar campañas de publicidad y promoción en el destino, y eso no me asegura de todas formas que vengan. En el caso de los congresos, está todo registrado: sé qué eventos se van a hacer en el año, en qué área geográfica, quiénes participan con nombre y apellido, y puedo salir a buscarlos de forma directa. Y eso me permite manejar la estacionalidad del negocio en el país”, afirma.

¿Quienes manejan las políticas vinculadas al turismo en Uruguay tienen estos conceptos presentes? Según Nardone, durante sus dos períodos como presidente de la Asociación Internacional de Congresos y Convenciones (ICCA) apostó a trabajar con las administraciones de turno al frente del Ministerio de Turismo, intentando “concientizar” y “sensibilizar” de la importancia del sector. “Quienes han trabajado al lado nuestro, lo entendieron. ¿Si hemos aplicado todo? Falta mucho por hacer, pero se ha hecho mucho, aunque sigue siendo difícil hacer entender la importancia de este sector. Es mucho más fácil trabajar otros mercados sin medir impactos reales”, sostiene.

Creo que en la vida uno tiene momentos para cada cosa, y tiene que aceptarlos en el momento justo. El pasaje por Canelones fue tremendamente importante en mi carrera. Ahora me gustaría estar en un desafío mucho más grande

Hay tres preguntas que todo aquel que quiera organizar un evento se debe hacer, afirma Nardone: ¿Qué accesibilidad tienen los delegados que llegan? ¿Tengo suficientes lugares para alojarlos? ¿Hay un lugar con espacio suficiente para que se lleven a cabo las reuniones? Un evento grande, que deba reunir a más de 2.000 personas, es difícil de concretar en Uruguay ya que el país no está preparado para recibir a esta cantidad de personas de un tirón. “Pero esto no debería preocuparnos porque los eventos de menos de 1.000 personas representan el 92% del mercado mundial de este negocio”, sostiene Nardone.

En los últimos años, Uruguay ha mejorado la infraestructura que se requiere para explotar este tipo de turismo, según Nardone. “Hay nuevos centros de convenciones, hay nuevos hoteles, y la accesibilidad ha ido mejorando pero resta por hacer. Hay que trabajar mucho en la calidad de los servicios, porque una cosa es ser hospitalario –que lo somos–, y otra cosa es ser eficiente en la calidad del servicio que se le da al turista que llega a una reunión”, sostiene. Otro de los puntos que el empresario destaca como fundamentales es la asociatividad público-privada a la hora de pensar en el visitante que llega. “Este tema es poco entendido, y es donde más problemas tenemos en el convencimiento”, afirma.

Según Nardone, para mejorar la conducción política en materia de turismo “se deberían crear equipos multidisciplinarios, con profesionales que saben mucho del sector pero que hoy están desaprovechados”. Y lo dijo con firmeza, la misma que transmitió en cada una de las respuestas de esta entrevista, aun cuando de emociones se trata. “Mi partida del Radisson me generó un profundo dolor. Es un quiebre, pero es un quiebre lindo, se abren nuevos desafíos”.

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