En la primera mitad del siglo pasado, se constató que el hecho de hacer respirar a un epiléptico dióxido de carbono, una sustancia que aumenta la acidez de los tejidos cerebrales, mitigaba las crisis.
Pero lo que permitió encontrar la llave para explicar este fenómeno ha sido una revelación sobre la presencia en el cerebro de una proteína, la ASIC1a, de la categoría de los "canales iónicos" que facilitan la difusión entre una célula y el exterior.
Además los que carecen de él no obtienen ningún beneficio de una baja del nivel de pH. En cambio, aumentar el impacto de la proteína protege a los ratones de padecer crisis severas.
"La ASIC1a no parece desempeñar un papel en el detonante de la crisis, pero cuando arranca y el pH baja, para la crisis", explicó Adam Ziemann, co responsable del estudio.
"Una de las cosas más excitantes en nuestro estudio es que pone de relieve los importantes efectos antiepilépticos del ácido sobre el cerebro, lo que se sabía desde hace casi 100 años pero no lo comprendíamos, y que identifica el papel crucial desempeñado por la ASIC1a", apuntó Ziemann.
(AFP)