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Baño de Bosque: paseo mágico entre los árboles

Un proyecto de la fotógrafa Tali Kimelman se ha convertido en una inspiración para descubrir en el Arboretum Lussich una reconexión con la naturaleza, mediante la práctica japonesa Shinrin-yoku, también conocida como "baño de bosque"
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10 de septiembre de 2018 a las 05:00

A la fotógrafa Tali Kimelman le gusta saber que su proyecto Baño de Bosque ha llevado a muchas personas a visitar por primera vez o a redescubrir el Arboretum Lussich, en la Sierra de la Ballena (Maldonado); a no seguir de largo rumbo a Punta del Este y tomar hacia la izquierda en el empalme de la ruta Interbalnearia con la ruta 12 para subir por la vía serpenteante y llegar a esta "colección de árboles" de casi 200 hectáreas forestadas por el pionero Antonio Lussich a lo largo de 30 años. Llegar, empezar a caminar, respirar y proponerse una conexión distinta con el paisaje; practicar lo que en Japón llaman Shinrin-yoku, que se traduce como "baño de bosque" y que es recomendada en tierras niponas para combatir el estrés y mejorar la salud.

 

¿De qué se trata? "Esta actividad consiste en dar paseos entre los árboles concentrando la atención en los sentidos: percibir el aroma de las flores y la tierra húmeda; oír el canto de los pájaros o el crujido de las hojas. Descansar, respirar, contemplar. Dejar de pensar para sentir", puede leerse en un cuaderno con fotografías de hojas y flores publicado por Tali como uno de los resultados de sus incursiones al Arboretum.

El proyecto de Tali nació desde la fotografía pero está generando una movida que va más allá, y que encuentra una motivación en la imperiosa necesidad de bajar un cambio al frenético ritmo de la vida actual, de sentirse presente y volver a conectar con lo natural y con uno mismo.

 

El camino al Arboretum

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Hace dos años, Tali Kimelman empezó a intentar cambiar su mirada; quería fotografiar con nuevos ojos. Había trabajado muchos años en publicidad y sentía que debía alejarse de lo "perfecto" y acercarse a lo más honesto, a "las cosas como son". Quería un proyecto más personal, que surgiera de su propia necesidad creativa. Por ello tomó un curso de fotografía de autor con Pablo Guidali y Diego Vidart. A través de diversos ejercicios concluyó que la temática giraría en torno a la naturaleza y visitó varios lugares, pero en el Arboretum Lussich hubo algo que la cautivó. Decidió que si el objetivo era cambiar la mirada, lo mejor era exponerse ante un mismo lugar una y otra vez.

Durante la segunda mitad de 2016 visitó el Arboretum para tomar fotos prácticamente todos los fines de semana y repitió un par de veces en 2017. Se dio cuenta de algo muy particular: esos safaris fotográficos le brindaban una sensación de bienestar y empezaba la semana con una energía distinta, renovada. "Empecé a notar que luego de los fines de semana que iba al bosque —comparados con los que no— la semana era diferente, estaba como más contenta, sentía que hacía un efecto. Y entonces me encontré con la descripción del Shinrin-yoku, la práctica de estar en el bosque en contacto con los sentidos y los efectos de calma y felicidad que tiene sobre las personas. Me dije: 'esto es lo que me pasa, por eso me siento bien'. Me encantó el nombre baño de bosque y llamé así al proyecto que presenté a los Fondos Concursables para la Cultura", recuerda Tali.

La iniciativa de relevar fotográficamente la reserva forestal quedó seleccionada y obtuvo los fondos para ser llevada adelante este año. Tali planea cerrar el proyecto con dos muestras en diciembre: una en el Museo Zorrilla en Montevideo y otra en el propio Arboretum.

 

Una inmersión colectiva

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El proyecto aprobado por los Fondos Concursables del Ministerio de Educación y Cultura incluía el convocar por una vez a un paseo por el Arboretum a aquellos que quisieran sumarse a tomar fotografías junto con Tali. Esto ocurrió el pasado 28 de abril. Como la fotógrafa desde hace un tiempo también se ejercitaba en la meditación y en técnicas de sonido, invitó a una experta y a un grupo de músicos a acompañarla. Se trató entonces de un baño de bosque colectivo, con meditación guiada por María Baldizan de Resuenas, voz sanadora.

Tali colocó unas cintas rojas cada cierta distancia y fue marcando un recorrido, que si se hacía lentamente llevaba una media hora y que pasaba por un lugar especial: el camino de las fragancias. Cree que lo que mejora la respiración es que uno tiene todo el tiempo ganas de inspirar profundamente esos aromas tan ricos y potentes.

Ese día llovió a cántaros toda la mañana y apenas paró una hora antes de la cita. Unas 1.000 personas habían mostrado interés en participar, lo que sorprendió a la fotógrafa. Finalmente fueron 100 las que concurrieron, fundamentalmente provenientes del propio departamento de Maldonado, y Tali consideró que igualmente era "una locura" de gente. La mayoría siguió la meditación guiada, los que quisieron sacaron fotos y se cerró el encuentro con un concierto entre los árboles.

"Fue hermoso, muy emocionante. La gente se copó. Creo que hay mucha necesidad de experiencias de este tipo y que además sean gratuitas. Muchos se quedaron con ganas de ir y me preguntan si haremos otra", señala Tali, quien todavía no sabe si se volverá a realizar, ya que para ello necesitaría contar con un patrocinador.

 

Agudizar los sentidos

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Para Tali, el ritmo del recorrido y lo que va llamando la atención del bosque —que es "en apariencia todo muy igual"— depende del estado interior de cada persona. "Hay días que voy y me llaman más la atención los pequeños detalles, y otros días que estoy con una mirada mucho más amplia", dice.

Para aquellos que quieran probar un baño de bosque por su cuenta en el Arboretum, la fotógrafa recomienda para un primer paseo tomar el camino que sale recto detrás de la casona de Lussich, llegar hasta la glorieta y ver la impresionante vista de las serranías y la costa. Para quienes están en forma, la sugerencia es continuar al mirador Aconcagua, un lugar más silencioso desde donde se aprecia la laguna del Sauce.

Pero lo principal es agudizar los sentidos: "Dejar que algo te atraiga y acercarte, tocar las hojas. Escuchar, sentir. Un juego interesante es ir a escuchar en lugar de a mirar. Es tan distinto ir a escuchar. A veces escuchás comunicaciones entre los pájaros. En la ciudad no se tiene esa chance. Está bueno proponerse ir a sentir con el tacto, con la vista, con el oído", invita. Y también el sentido del olfato. Para ello, el paseo de las fragancias parece ideal, con aromas de todo tipo. "Absorbés algo hermoso", asegura.

Lo que Tali desaconseja es ir como en un tour de identificación botánica, tratando de saber el nombre de cada especie. Más allá de que ese tipo de conocimiento es muy valioso, no es de lo que se trata esta práctica. Si uno va con niños, la fotógrafa aporta un buen pique: llevarles un cuaderno y que vayan "coleccionando" hojas y flores, colocándolas entre las páginas como si fuera un álbum de figuritas.

Otra cuestión fundamental a tener en cuenta es darse el tiempo suficiente y jugar a perder las referencias. "No tenemos ya la oportunidad de estar perdidos y perdiéndonos a veces encontramos cosas nuevas de nosotros. Hoy en día uno siempre sabe dónde está. Por un rato engañá al cerebro y decí realmente 'no sé dónde estoy'. Es un lugar un poquito incómodo pero te permite experimentar cosas nuevas. Hay una sensación de enfrentarse a un laberinto. Si estás en un lugar en el que no sabés qué hacer, se te ocurren cosas nuevas. Te lleva a la creatividad". Tali siente que gracias a Baño de Bosque ha empezado a cambiar su mirada. Le llevó dos años de tratar de conectar más con el sentir. Pero lo que ha logrado va más allá: contagiar el disfrute de un paseo sanador entre los árboles.

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Visitas

 

La entrada al Arboretum es gratuita y puede visitarse todos los días de 10 a 17.30 horas. Desde diciembre a marzo se extiende hasta las 20.00 horas.

Por más información sobre el proyecto Baño de Bosque: www.bosque.uy

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