La obesidad es una enfermedad metabólica que se manifiesta con un aumento excesivo de la grasa corporal. Es alarmante el aumento de la obesidad infantil en los últimos años. Frecuentemente cuando un niño es obeso no se lo trata, por minimizar la situación y considerar que se le pasará naturalmente al llegar a la adultez. Pero esto no es así, según la edad de inicio y su magnitud, aumentarán los riesgos de padecerla en la adultez.
Los padres suelen sobrealimentar a sus hijos intentando disipar algunas culpas, como expresión de sus propias necesidades insatisfechas o como muestra deformada de cariño. Por otra parte, el comer en exceso podría reflejar un problema en el hogar, estrés o duelo por ruptura familiar, presiones o fracasos escolares.
La obesidad es causa de enfermedades como diabetes, problemas cardíacos, asma, hipertensión e hipotiroidismo, entre otras. Pero además puede tener consecuencias sociales y sicológicas tales como rechazo de algunos compañeros, mal desempeño en actividades deportivas y baja autoestima.
Los cuidados deben apuntar a la prevención y para ello los padres deben controlar qué comen sus hijos, qué consumen entre horas y procurar que realicen ejercicios, fundamentalmente si existen antecedentes familiares o si está presente alguno de los factores de incidencia.
El tratamiento se basa en dos grandes pilares: dieta balanceada y ejercicio.
No debemos olvidar que la obesidad infantil es una enfermedad crónica que puede y debe evitarse, y somos nosotros los adultos que los rodeamos, quienes debemos ayudarlos.
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