A June Rivas le dijeron que no podía atarse el pelo en el trabajo. Luego, cuando se lo cubrió con un pañuelo, se lo reprocharon diciéndole que se veía "poco profesional", pese a que siempre usaba blusas, trajes y tacones.
Ante la inexistencia de un código de vestimenta para hacerla acatar, su jefa emitió un memo en el que prohibía "colitas de pelo, tiras, sandalias, escotes, sombreros, espaldas descubiertas, encaje y 'turbantes culturales'".
Rivas entonces decidió reportar a su jefa a la comisión de Oportunidad de Empleo Igualitario de Estados Unidos por racismo, y mientras el caso es investigado, cumplir con todas las normas del nuevo código en su propia manera: a través del cosplay y sus variados disfraces.
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