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Cuando los hijos desafían a los padres
Los problemas de conducta en los niños comienzan a verse entre los dos y tres años de edad. Empiezan a mostrar dificultades para cumplir las normas que la mayoría de los infantes aceptan, aún sabiendo que luego tendrán un castigo por su reacción.
Esto sucede por varios factores comunes de la edad. Por ejemplo, que buscan la afirmación de sus deseos, demostrar quiénes son, también poner a prueba cuál es el poder que tienen sobre las personas de su entorno. Si un niño entiende que va a hacer algo que no se debe y de esta manera obtiene la mirada atenta de los padres, aprende que de esa forma tendrá la atención de la mamá o del papá, y eso para ellos es tener poder.
¿Cuál es la mejor actitud para enfrentar la situación como padres?
La primera regla es no tomar soluciones extremas. Es decir, no permitir que tengan una conducta completamente permisiva pero tampoco que sea muy restringida y drástica. Cuando el niño desafía, el adulto debe mantener la calma, ya que si no refuerza la actitud del pequeño. A los pequeños hay que hablarles con calma.
En ocasiones, los niños se comportan mal cuando sus padre llegan del trabajo. Y lo hacen para llamar la atención. Para que le dediquen tiempo.
Si el padre o la madre suben el tono de voz para retarlo, están reaccionando a esa provocación, y el castigo que puedan tener en ese momento no hará que al otro día no suceda lo mismo.
Por el contrario, si los padres regresan al hogar y el niño está tranquilo jugando, es bueno reforzar las buenas conductas. Es decir, expresarle al chico que está haciendo las cosas bien.
A su vez, cuando un niño se comporta mal debe ser sancionado enseguida. No debe pasar tiempo entre la acción que suscitó el castigo y la aplicación del mismo. Las malas conductas deben ser corregidas en el acto. De hecho, varias investigaciones han demostrado que esto debe ocurrir antes de los 10 segundos siguientes.
¿Cómo lograr que los niños dejen de lado la actitud desafiante?
Una buena técnica para educar a los pequeños comienza en no hablar sino actuar. La reprensión (verbal) debe ser inmediata. Es fundamental que en el mismo momento en el cual el niño está haciendo lo que no debe, obtenga una advertencia y segundos después explicarle la consecuencia. No olvidarse de que si el comportamiento es positivo también hay que reforzarlo.
