Gonzalo Abella tuvo una infancia muy tradicional, de formación católica, hincha de Nacional, su abuelo materno era blanco y su abuela de familia colorada, su padre trabajaba en Ancap. Pasó su infancia en Punta Carretas, y luego cursó el liceo en el Zorrilla dónde descubrió un nuevo mundo al conocer a compañeros que vivían en los palomares de la calle Ansina. “Ahí descubrí yo que lo extraño de ver una abuela de una compañerita mía afro,que además ahora te lo puedo decir como no lo entendía en ese momento, mae de santo y mama vieja”.
El candidato de Unidad Popular se define como “un ratón de biblioteca” que leía muchos libros. Tenía dos tíos argentinos, uno de sus tíos lo introdujo en el mundo del guaraní, el chamamé y de las leyendas, y el otro era comunista y le dio literatura marxista. “¿Qué es el marxismo en última instancia? El marxismo es un marco conceptual que te propone ordenar cosas básicamente basadas en el concepto dialéctico del movimiento, de la permanente renovación de la permanente transformación y de la ley también de la negación de la negación, que es una ley dialéctica que viene de Hegel y que plantea que siempre en lo nuevo hay algo de lo viejo”.
Abella contó el primer choque por las ideas en las que se iba formando fue con su madre a los 13 años. “Le dije ‘no creo más en Dios’. No estaba muy seguro, pero ya que había que cuestionar como adolescente empecemos por lo más alto. Mi madre me miró y me dijo: "mejor, porque sos muy vehemente y te harías cura, ya vas a volver a la fe". Era muy difícil hacer enojar a mi madre”, contó.