Una de las prioridades para los científicos desde hace ya varias décadas es la búsqueda de una cura para el cáncer.
Es sabido que la enfermedad, que anualmente provoca millones de muertes en el mundo, no es moderna. Aunque no se definiera médicamente su existencia hasta hace relativamente poco tiempo atrás, existe desde el principio de los siglos.
El último descubrimiento que avala la teoría de que el cáncer es una enfermedad que ha estado presente desde tiempos inmemoriales, sugiere que los dinosaurios también la sufrieron.
En 2017, David Evans, director de paleontología del Royal Ontario Museum (Canadá), visitó el museo Tyrrell de Drumheller (Alberta, Canadá). Allí observó, entre varios restos óseos de dinosaurios, el peroné de un Centrosaurus Apertus que tenía una poco común deformación.
La característica del hueso no parecía deberse a un problema genético ni a una fractura.
Evans junto al paleontólogo Mark Crowther de la Universidad McMaster, quien había estado realizando varios estudios sobre la posibilidad de que los dinosaurios también hubieran sufrido cáncer, la paleontóloga Louise Temerty y la osteopatóloga Snezana Popovic, analizaron detalladamente el hueso en cuestión.
Con tomografías computarizadas y la observación en microscopio de pequeñas secciones cortadas del hueso, se confirmó que la deformación fue causada por un osteosarcoma.
"La mayoría de los cánceres y tumores se manifiestan en los tejidos blandos, por lo que es muy poco probable que se fosilicen y lleguen hasta nuestros días, lo que hace que este espécimen en particular sea muy especial. Este es el primer caso confirmado de un cáncer maligno en un dinosaurio y uno de los únicos diagnósticos positivos de este tipo de enfermedad horrible en el registro fósil", dijo Evans a través de un comunicado.
Las muestras que dejó el osteosarcoma en el tejido óseo confirmaron que el tumor avanzó a lo largo del hueso de forma espiral, a través de la corteza ósea. De esta forma, se descarta completamente que sea una deformación genética o un cambio a causa del proceso de fosilización.
"El hueso canceroso está gravemente dañado, con un tumor masivo superior al tamaño de una manzana. De hecho, falta la mitad superior del hueso, que puede haberse roto en la vida debido al progreso del cáncer. El osteosarcoma en este dinosaurio está en una etapa tan avanzada que puede haberse extendido a otros tejidos del cuerpo, como los pulmones. Es probable que este Centrosaurus en particular estuviera debilitado y cojeara por el cáncer antes de su muerte, por lo que probablemente hubiera tenido dolor y fuera más lento de lo que habitual en estos animales", agregó Evans.
Sin embargo, los expertos aseguran que el dinosaurio no murió a causa del cáncer. Al encontrarse casi la totalidad de sus restos junto a los de otros animales que caminaban en manada, se cree que su muerte fue provocada por la crecida de un río que los arrastró y acabó con su vida.
Los resultados de la investigación fueron publicados en la revista científica The Lancet Oncology.
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