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El alcohol y la hipertensión en jóvenes

Es peligroso cuando se consume de forma prolongada pero también cuando se producen atracones esporádicos
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11 de julio de 2016 a las 06:37

Y no solo en aquellos casos en los que el abuso se realiza de una forma continuada, lo que deriva en una degeneración progresiva de numerosos órganos, sobre todo hígado y cerebro. También cuando el consumo, aun esporádico, se produce en 'atracones', un término que los médicos denominan 'binge drinking'. De hecho, y según muestra por primera vez un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Montreal (Canadá), los jóvenes con frecuentes 'atracones' de alcohol tienen una presión sanguínea más elevada y, por tanto, un mayor riesgo de hipertensión arterial.

El consumo de alcohol, como advierten los médicos, el sentido común y hasta los mismos anuncios de televisión, debe ser moderado. No en vano, cuando se consume en exceso, el alcohol es, simplemente, un producto peligroso.

Como explica Jennifer O'Loughlin, directora de esta investigación publicada en la revista «Journal of Adolescent Health», «nuestros resultados muestran que los jóvenes con edades comprendidas entre los 20 y los 24 años que se dan 'atracones' de alcohol tienen una elevación media de la presión sanguínea de 2-4 milímetros de mercurio (mmHg).

Atracones etílicos

En el estudio, los autores evaluaron los historiales médicos de 756 jóvenes incluidos en el Estudio de Dependencia de la Nicotina en Adolescentes de Montreal en dos momentos determinados: cuando contaban con una edad de 20 años, y cuando cumplieron los 24.

Los resultados mostraron unas cifras de presión sanguínea más elevada en los jóvenes que se daban 'atracones' de alcohol de forma habitual, así como que este comportamiento no se disipaba con el paso de los años: el 85% de aquellos acostumbrados a este patrón de consumo a los 20 años lo mantenían a los 24.

Tal es así que, en opinión de los autores, deben adoptarse medidas preventivas para evitar el riesgo de hipertensión entre los jóvenes. Como apunta Jennifer O'Loughlin, «sabemos que la malnutrición, el consumo de sal y la obesidad son factores predictores de una presión sanguínea elevada. Y dado que también sabemos que esta presión sanguínea se asocia con un mayor riesgo de distintas enfermedades crónicas, debe requerirse a los médicos que pregunten a sus pacientes jóvenes sobre sus patrones de consumo de alcohol. Y de la misma manera, debe tenerse en cuenta que un incremento leve pero continuado de la presión sanguínea sistólica puede ser un importante signo de alerta».

El siguiente paso será investigar si este patrón de consumo todavía se mantiene al alcanzar la edad de 30 años y si, de no ser así, el efecto sobre la presión arterial desaparece una vez se ha abandonado este alcohol en 'atracones'.

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