El futuro llegó a Milán

A la moda se le reclama y exige mucho. Que sea relevante, profunda, novedosa, política. No alcanza con establecer lo que se va a usar –y replicar ad infinitum– en la próxima temporada. La pasarela marca, por ejemplo, el tamaño de los bolsos, el retorno de los años de 1980, el color neón que anula la oscuridad, las pieles (sintéticas o reales, pero pieles al fin), el más es más y cada vez más pero más allá de todas y cada una de esas decisiones morfológicas y de carta de colores tiene, debe, haber más. Un motivo, una explicación, un contenido. Y cuanto más llamativo, excéntrico e impactante, mejor.

La última semana de la moda de Milán –que llega a su fin este martes y presentó las colecciones otoño invierno 2018– tuvo una serie de instancias memorables (hasta insólitas) que demuestran que hay un puñado de directores creativos que están mirando hacia adentro y también están pensando en el futuro.

La historia dirá si el pasaje de Alessandro Michele como director creativo de la icónica firma italiana fue tan grandioso como se visualiza hoy. Por ahora el enamoramiento de periodistas, editores, celebridades y blogueros por la estética de Michele continúa. Cuando asumió como responsable de los diseños de Gucci en 2015, Michele dijo: "Destruí todo lo anterior. Creo que nos hace falta soñar. Así que quería mostrar la idea de algo romántico, onírico, como de película".

Así que, de nuevo, hubo ficción, teatralidad, un universo imposible, no siempre hermoso (dicen que la fealdad está en auge) y una buena cuota de guiñadas y referencias a la literatura, el cine y la cultura popular.

Para dar vida a su colección otoño invierno 2018 –que resumió en las 90 pasadas del desfile– el diseñador se basó en el libro Cyborg Manifesto que la profesora estadounidense Donna Haraway escribió en 1985 y que cuestiona las fronteras entre humanos, animales y máquinas. De esta manera nació el Gucci Cyborg, un espécimen que se mueve en una sala de operaciones blanca y esterilizada y que, en lugar de llevar carteras como accesorios, carga sobre sus manos pequeños dragones o réplicas de sus cabezas (días después las modelos que desfilaron para la firma Tod's caminaron la pasarela con cachorros en brazos). En la presentación escrita del programa, el espectador se encontraba con una cita de Michel Foucault donde se expone su visión de la identidad social como una herramienta para el control biopolítico de los seres.

La nueva criatura de Michele, biológicamente indefinida, comunica su identidad múltiple a través de la ropa. Con ella evoca todos los continentes, cruza épocas diferentes y mezcla emblemas de varias culturas. Michele explicó este universo fantástico en la conferencia posdesfile. Usó conceptos como "poshumanismo", "ultranatural" e "hibridación". Y, sobre su inspiración, dijo lo siguiente: "(El libro) habla de lo que somos y de lo que queremos convertirnos. Somos el Doctor Frankenstein de nuestras vidas". La moda tiene, cada vez más, una veta intelectual. O, al menos, la busca. Sin embargo, Michele y sus transgresiones tienen un puñado de detractores que hacen el ruido correspondiente en Twitter o en carriles más tradicionales.

Cuando Giorgio Armani presentó su desfile días después de que Gucci generara un alto impacto en los medios especializados y las redes sociales, el creador italiano hizo las siguientes declaraciones: "Mi moda no es la del espectáculo que dura lo que un desfile, que da que hablar y que estaría desconectada de lo que mi cliente encuentra después en mis tiendas. Nunca les hablaré de cabezas cortadas. Nunca he jugado a ese juego, y el desfile de hoy confirma la idea que defiendo desde siempre: no estoy aquí para confundirlos".

Así que, de nuevo, hubo ficción, teatralidad, un universo imposible, no siempre hermoso (dicen que la fealdad está en auge) y una buena cuota de guiñadas y referencias a la literatura, el cine y la cultura popular.

Michele no fue el único dueño del espectáculo en Milán. En plena era de la inteligencia artificial, la realidad virtual y el avance de los robots Prada y Dolce & Gabbana decidieron poner el tema en el centro de la conversación.

Unas semanas antes, en el backstage de la presentación de la línea hombre, Miucca Prada –una de las mujeres fuertes de la moda– hizo la siguiente declaración frente a un grupo de periodistas: "Vivimos en un tiempo que es interesante porque no sabemos hacia dónde vamos. Claro que es escalofriante y preocupante. Pero también atractivo por la sensación de que grandes cambios se acercan".

Y en este plan de mostrarle al mundo qué es lo siguiente, dónde está el futuro, la casa italiana incorporó una it girl virtual para generar una campaña de expectativa previa a la presentación de la colección y después cubrir el desfile. Lil Miquela, con más de 600 seguidores en Instagram, pasó a ser la imagen de Prada durante la semana de la moda de Milán demostrando que, tal vez, las influencers de carne y hueso ya no son tan imprescindibles como se creía.

Por si aún quedaban dudas de que los robots son un hecho en la industria de la moda, la marca de Domenico Dolce y Stefano Gabbana se encargó de abrir su último desfile con un ballet de una docena de drones que sobrevolaron la pasarela para presentar la nueva colección de bolsos de la marca. Los invitados, que debieron desconectar internet de sus celulares, no tuvieron más remedio que esperar a que terminara el acontecimiento para, por fin, subir el video, la historia, la foto.

En un artículo de la web especializada The Cut, la periodista Emilia Petrarca escribió, sobre todas estas novedades, lo siguiente: "Es moda para la generación finstagram (NdR: la decisión de tener dos cuentas en Instagram, una pública y otra privada) donde se pueden llevar en el celular varias opciones de uno mismo".

En el año 2018 parece que lo importante dejó de ser que el individuo sea único. Ahora lo relevante es que sea múltiple.