Las refriegas que desde 2005 se libran en torno al Ministerio de Desarrollo Social —la última: la destitución este lunes del ministro Pablo Bartol— suelen omitir discusiones esenciales. Por ejemplo, si la gran extensión del Ministerio ayuda a sacar personas de la pobreza, una tarea que va mucho más allá del mero asistencialismo; o si contribuye a mantenerlas en ella, como sustituto mejorado de la caridad y del clientelismo.
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