Considerando que son unos 300 los esquiladores uruguayos que viajaron esta semana para realizar sus labores en la zafra de esquila lanar en España, y que cada uno se estima regresará al país con unos US$ 10.000, el ingreso de divisas involucrado ascenderá a US$ 3 millones.
Esta semana ese conjunto de trabajadores rurales viajaron a ese país europeo para trabajar en contrazafra (volverán en agosto), algo habitual en las puertas del verano en el viejo continente, cuando en Uruguay la demanda de servicios de esquila no está.
Según lo informado por Martín Ferreira, periodista especializado en el rubro, en el programa radial Actualidad Agropecuaria, dependiendo del contratista y de las condiciones los trabajadores reciben 1,20 euros (unos $ 60) por oveja esquilada. El promedio de ovejas esquiladas va de 200 a 220 cada día, aunque cuanto más profesional es el trabajador más lanares por día puede esquilar.
Teniendo en cuenta que trabajan unos 60 días aproximadamente –excluyendo las jornadas lluviosas en las que no se puede esquilar– y quitando los gastos de alojamiento, comidas, traslados y pasajes –todo depende de cada contrato en particular–, los esquiladores pueden ahorrar unos US$ 10 mil.
Hace unos 15 años que Uruguay exporta esquiladores, y cada vez lo hace en una cantidad mayor. Sin embargo, este año participar de ese trabajo relevante para los españoles y los esquiladores se vio particularmente complicado debido a las restricciones que trajo la pandemia del covid-19 (coronavirus).
De todas formas, gracias a las gestiones realizadas por las cancillerías de ambos país, el ministro de Relaciones Exteriores, Ernesto Talvi, confirmó la semana pasada que los esquiladores viajarían a España a través de un vuelo especial de Air Europa con destino a Madrid.
Para que los uruguayos puedan llegar directamente a trabajar, sin la necesidad de hacer cuarentena, viajaron con hisopados realizados y un certificado negativo de covid-19. Las condiciones sanitarias del regreso dependerán de la situación en la que se encuentre el país en ese momento.
La mano de obra uruguaya es requerida por su trayectoria y profesionalismo, y eso está dado también por el reconocimiento y la valoración que se tiene de la lana uruguaya en el mundo, gracias al trabajo que históricamente ha realizado el Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL).
Según lo informado a El Observador por Carlos Piovani, coordinador nacional de esquila del SUL, a los españoles les gusta mucho contratar a los uruguayos, porque estos cumplen con algunos requisitos fundamentales, como el buen comportamiento –por ejemplo no generan problemas por consumo de alcohol y/o drogas– y el conocimiento sobre Tally Hi, una técnica de esquila que prioriza el bienestar animal y, a la vez, una mejor calidad en la obtención del vellón.
También incide que mientras en Europa la mayoría esquila con la oveja atada, con poco control del animal que es apretado, la esquila “uruguaya” es más amigable con el ovino.
Esas son algunas de las razones por las cuales los europeos liberan permisos de trabajo, porque la aptitud de los uruguayos es el tipo de esquila que les gusta.
El 90% del trabajo se hace en ovejas lecheras, es decir, animales que tienen una cantidad de lana prácticamente insignificante, porque es más bien pelo, similar a la de las cabras. De hecho, gran parte de la misma no se utiliza con fines comerciales (se la descarta).
En España hay fincas –establecimientos rurales– que tienen de 200 a 3.000 ovejas de ordeñe.
Los trabajadores viajan con sus herramientas, como tijeras, peines y cortantes.
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