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Expedición al volcán Lanín

Cuatro montañistas uruguayos se unieron a principios de 2015 para formar el Equipo Uruguayo de Expedición. Su primer gran reto fue el volcán Lanín en Neuquén a fines del año pasado. Esta es su historia...
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02 de agosto de 2016 a las 05:00


El Equipo Uruguayo de Expedición se creó a principios de 2015 cuando un grupo de montañistas aficionados decidieron organizarse para comenzar a hacer expediciones en equipo. Sus integrantes son Raúl Vernengo (52), Yamandú López (43), Gaspar González, (38) y Gonzalo Cabrera (32) y el "estilo alpino" define el carácter y el espíritu del equipo en la forma de hacer montaña. Todo lo realizan por sus propios medios y sin ayuda externa, alejados de todo soporte y actividad turístico-comercial. Llevan solo lo que son capaces de cargar en sus mochilas (así pesen 15 kg o 30 kg) sin importar el terreno, la altura o el tipo de pared a la que se enfrenten. "Creemos que de esta manera, sin el apoyo externo de agencias de turismo y guías, es la manera más purista y honesta de vivir la montaña y de conocerse a uno mismo", señalan.

Desafiar al volcán Lanín

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El Lanín es un volcán ubicado en la provincia de Neuquén, que comparte su cumbre con la frontera sur entre Argentina y Chile, en la famosa y boscosa región de la Patagonia. Esta montaña de casi 4.000 metros es una de las más visitadas por montañistas, sus condiciones de nieve próxima a la cumbre, la convierten en una atracción para practicar técnicas de progresión en montaña con crampones, piolets y hasta encordados.

La expedición al volcán Lanín se prolongó durante una semana, pero la preparación, el entrenamiento, forjar el equipo y conseguir espónsores les llevó un año entero.

La preparación física fue individual y las maniobras con cuerdas y demás materiales de montaña, como piolet y crampones, fueron en grupo en cada una de sus salidas de entrenamiento a Minas, como el cerro Arequita y el cerro de los Cuervos.

"El apoyo de los espónsores fue muy importante para poder realizar este sueño, empresas locales del departamento de Lavalleja nos brindaron apoyo económico para costear gran parte de la expedición, en especial el costo de los pasajes de ómnibus hasta Junín de los Andes, localidad a unos 60 kilómetros del volcán", comentan los montañistas.

La peripecia

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Aquí les dejamos una pequeña crónica de la experiencia contada por los propios protagonistas.

"Sobre fines de noviembre del 2015 nos encontrábamos los cuatro en una hostería de la pequeña localidad de Junín de los Andes, organizando las provisiones y el equipo que íbamos a cargar en cada una de las mochilas. Al otro día muy temprano, un transporte iba a llevarnos al pie del volcán, para comenzar el ascenso.

A la mañana siguiente, el clima se presentaba inestable, temprano en la mañana ya había viento en la base del gran coloso: era un augurio de la bienvenida que luego iba a darnos.

Lo primero que hicimos fue anotarnos en el puesto de guardaparques y previa revisación de todo el equipo y de la prueba de la radio de comunicación ante cualquier emergencia, emprendimos el ascenso al primer campamento. Por delante nos esperaban de 8 a 10 horas de caminata.

Partimos a las nueve de la mañana atravesando un hermoso bosque patagónico, ahí ya el calor se hacía sentir, sobre todo con la mochila de 25 kg en la espalda. Luego de atravesar este hermoso bosque, comenzamos el ascenso por el sector denominado la 'espina de pescado', una morrena lateral del antiguo glaciar que iba desde la cumbre hasta la base del cerro, hace millones de años.

Ya en la 'espina de pescado' y saliendo de la protección del bosque, el viento comenzaba a azotarnos poco a poco, mientras que dejábamos de ver la cumbre tapada por espesas nubes cargadas de mucha humedad.

Al llegar al final de la 'espina de pescado', teníamos dos opciones: ir en una línea directa hasta el primer campamento o atravesar esta extensa lengua de hielo y nieve, y continuar por un camino llamado Los caracoles. La primera opción la descartamos, ya que veníamos muy pesados y además implicaba ponerse los crampones; este camino lo dejaríamos para el regreso.

Optamos por continuar el penoso ascenso, ya que el viento cobraba más velocidad y fuerza.

A la hora 18 por fin llegamos al primer campamento y avisamos por radio al puesto de guardaparques. Rápidamente y sin siquiera tomar un respiro, armamos el campamento y se desató la tormenta de viento y nieve.

En seguida conseguimos meternos en nuestras carpas y comenzar la tarea de derretir hielo y nieve para hidratarnos, ya que a mayor altura el requerimiento de agua del cuerpo es superior".

Dura bienvenida

"El volcán Lanín nos recibió con vientos de entre 70 y 80 kilómetros po hora y ráfagas de hasta 100 km. Con solo un calentador para derretir hielo y cocinar, Yamandú y Gonzalo terminaron esta tarea cerca de las 22:30 para luego ponerse en pie a las 23:30 para intentar el ataque a la cumbre, dependiendo de las condiciones climáticas.

Mientras sosteníamos las carpas desde adentro para que no se volaran y ya con la temperatura bastante por debajo del cero grado, totalmente vestidos nos dispusimos a intentar descansar una hora y rezar para que en la madrugada el tiempo calmara.

Eran las 0 horas cuando nos despertamos y decidimos no intentar cumbre por el estado del clima y las condiciones del terreno que se habían tornado más peligrosas. Al haber nevado desde la tarde y toda la noche, se había acumulado mucha nieve, y no dio tiempo para que se compactara: caminar sobre ese terreno de nieve y hielo suelto puede provocar un alud.

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A la mañana siguiente la cumbre continuaba sin dejar verse por las espesas nubes y nos pusimos a charlar con otras expediciones que se encontraban allí, que también nos comentaron que prefirieron no ir hasta la cumbre por el mal tiempo.

Así que nos dispusimos a desayunar y salir un rato de nuestras carpas. Después de reacondicionar las mochilas comenzamos el descenso a través de la gran lengua de hielo, la cual nos permitió divertirnos y descender a pie y también en culipatín.

Esta vez el Lanín no nos permitió llegar a su cumbre, pero sí nos enseñó mucho y lo más importante de todo, es que nos dejó descender y festejar abajo aunque no hayamos llegado hasta la cumbre".

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