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Google: ¿genios o lobos con piel de cordero?

Casi todo el mundo en un solo clic y una empresa dominándolo casi todo. ¿Es Google solo una suma de beneficios?
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14 de julio de 2016 a las 05:00

Por Pablo Donadio

A una velocidad inusitada, el maravilloso mundo de internet nos ha provisto de todo, y las herramientas digitales hoy son tan exactas, y el acceso a la información tan amplio, que la web se ha vuelto un paraíso fértil e infinito. En ese mundo (como en todos), alguien se destaca, al parecer, sin mostrar todas sus cartas. Este año, Google pasó a ser la compañía más cara del planeta superando a Apple, desde que elevó en 32% su valor con respecto a 2015 y trepó a los 229.000 millones de dólares, pese a que no vende nada de manera directa. "La innovación continua, el aumento de los ingresos procedentes de la publicidad y el crecimiento del negocio en la nube han contribuido a eso", señala en un comunicado la consultora internacional Millward Brown. Pero además de proveer productos y servicios relacionados con internet, software y dispositivos electrónicos, Google se ha transformado en una empresa de servicios personales y hoy desarrolla tecnologías que llaman mucho la atención, como la inteligencia artificial y la robótica.

Todo queda en familia

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La cara más visible de Google es su motor de búsqueda, el más utilizado de internet. Tiene o participa de múltiples productos, entre ellos el mayor canal de video (YouTube), el navegador Chrome, el sistema operativo Android, la red social Google+, el correo electrónico Gmail, la agenda Calendar, el servicio de alojamiento de archivos Drive, y los organizadores y visores de imágenes Panoramio y Picasa. Aplicaciones de estadísticas, traductores, comercio electrónico, libros, diseño y el fabuloso negocio del software corporativo (aún liderado por Microsoft) son parte de una familia empresarial que sabe expandirse. Energías renovables, telefonía y televisión por cable, red de fibra óptica (Fiber) y operaciones en ciencia y salud en busca de la longevidad (proyecto Calico) se posan sobre los tentáculos de un verdadero pulpo. ¿Pero no es curiosa tanta gratuidad? El consultor en tecnología Eduardo Archanco lo ve en términos estrictamente mercantiles y señala que, "para entender la estrategia de Google hay que tener en cuenta que gracias a nosotros (los usuarios) la compañía puede monetizar sus servicios: cuanta más gente los utilice, mejora su ejercicio. Así contrasta con Apple, que de manera consciente busca el segmento premium". Otros más enemistados con el software privado aseguran que se trata de mero control, donde gobiernos y poderosas compañías como Google han establecido pasos estrechos, que usan para limitar la libertad de expresión y controlar la cultura y el comercio.

Pero la cosa no acaba ahí. Santiago Bilinkis, un argentino experto en tecnología, formado en la Singularity University de la NASA, dice que lo más significativo es uno de sus desprendimientos, Google X, en la inteligencia artificial y la robótica. En un corto período, Google compró varias empresas de las más avanzadas en el rubro, como el fabricante de robots militares Boston Dynamics y sus desarrollos con la ex DeepMind (especialista en inteligencia artificial que también adquirió). Estas compras lo llevaron a crear un directorio externo para supervisar avances desde una "ética que mitigue riesgos", algo que de por sí suena apocalíptico. Google X, hoy simplemente X, es una suerte de guarida bajo el paraguas del holding Alphabet Inc, la compañía creada por Google para dejar a esas "otras áreas" trabajar de manera independiente.

Mark Bergen, de la publicación tecnológica online Recode, cree que la creación de Alphabet Inc se debe, en parte, a que los dueños de Google desean verse menos abarcadores y, también, menos amenazadores. Así, la unidad Google de búsqueda actuará separada de la unidad de inversiones Google Ventures, Nest, Google Capital, Sidewalk Labs, Calico y Fiber.

Riesgos de volar muy alto


Dependiente ahora de Alphabet, Google X se dedica a avances tecnológicos que parecen de ciencia ficción en su laboratorio supervisado por Serguéi Brin, uno de los cofundadores de Google junto con Larry Page, y el científico y empresario Astro Teller, a cargo de las actividades. En una charla TED de febrero de este año ("El beneficio inesperado de celebrar los errores"), Teller aseguró que los grandes sueños no son solo visiones y que esperan hacer junto a los inventores, ingenieros y hacedores de tecnologías, un mundo más maravilloso, aunque en X se pase "la mayor parte del tiempo rompiendo cosas y cometiendo equivocaciones". El proyecto más loco, según Teller, es la red de globos aerostáticos que portarían internet a cada rincón del mundo, sorteando montañas y zonas rurales a miles de kilómetros aplicando su inteligencia para navegar los vientos alrededor del planeta y así poner en línea a más de 4.000 millones de personas más. Se hicieron decenas de pruebas y aún queda mucho por mejorar en términos de puesta a punto del sistema y reducción de costos, pero el último prototipo dio ya 19 vueltas al mundo en 187 días. "Ser audaz y trabajar en cosas grandes y arriesgadas pone a la gente intrínsecamente incómoda", asegura el líder de X, que insiste en premiar a quienes logren cancelar proyectos por encontrar sus errores, ya que esas fallas son el puntapié para mejores proyectos.

El dios que todo lo ve

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La Antártida, los templos de India, las calles de Londres, el Gran Cañón del Colorado, las islas Galápagos y, desde diciembre del año pasado, también los principales sitios turísticos de Uruguay, son visitables gracias a las cámaras de Street View. Con un solo clic, puede recorrerse metro a metro cada rincón donde han pasado los autos o los caminantes con cámaras estratégicamente montadas en la mochila y diseñadas con 15 lentes fotográficas de alta resolución, que con la asistencia de un GPS anotan la ubicación exacta de cada imagen. Fotos y coordenadas se almacenan en un disco rígido y luego un complejo software se encarga de fusionar todo. Incluso, para sitios complejos, se han utilizado triciclos, botes y motos de nieve: lo importante es registrarlo todo. "El objetivo es lograr un mapa virtual que se asemeje lo más posible al mundo real", declaró al diario El País la uruguaya Maite Iturria, gerenta de Street View para Latinoamérica. Al lado turístico y cultural de la plataforma se suma el comercial, ya que, previo acuerdo con Google, un hotel puede dar cuenta de su ubicación estratégica en un destino, un empresario agropecuario comprobar el tamaño de su sembrado y una inmobiliaria destacar los detalles interiores de sus propiedades. Pero para que uno pueda desandar en 360º las calles de una ciudad, los valles, costas y selvas de un país con Street View, las cámaras de Google deben fotografiar antes cada rincón. Cientos, miles de imágenes por sitio. Eso hizo que diversos gobiernos y privados hayan puesto el grito en el cielo (y en los tribunales), apelando al derecho a la privacidad. Las quejas fueron (y son) simples: muchos no quieren ser filmados ni aparecer en mapas de consumo masivo. Desde su lanzamiento en 2007 en Estados Unidos el sistema se expandió por el mundo, recibiendo en cada sitio un aluvión de causas legales. Tras recibir unas 120 mil peticiones en toda Europa para el borrado de datos de su buscador, no son pocos los debates sobre el derecho al olvido y a la memoria que se dan en el viejo continente, mientras en la compañía afirman que el soporte permite dar de baja una foto y corregir errores. Pero si se acepta dar de baja la foto, ¿no se estaría admitiendo que sí se violaba la intimidad? Fotografiar a alguien (incluidos menores) y sus bienes, y publicarlos en un medio masivo no parece algo deseable, y muchas constituciones nacionales son explícitas en términos de derecho a la intimidad. Escenas de sexo callejero, accidentes y hasta delitos fueron parte de las capturas más insólitas de Street View, hasta que Google decidió blurear (nublar) todo lo que pudiera ser identificado: rostros, números de edificios o patentes de autos pasan hoy por un sistema de borrado que anula el 99% de las imágenes "comprometidas". Los responsables de la firma declararon que entienden la importancia de la privacidad, por eso "la gente tiene la posibilidad de reportar una imagen que considere inapropiada o no deseada apretando el botón derecho del mouse, y en 24 o 48 horas será dada de baja", explican.

Derechos torcidos

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Es difícil hablar de derechos en una era signada por la exposición, pero la privacidad y Google no parecen llevarse bien. En abril de 2011 el Tribunal Federal de Suiza pidió a la compañía "velar" porque las caras y las patentes sean "irreconocibles antes de publicarlas en internet". El periódico Tiempo Argentino (Argentina) señala que desde entonces hubo conflictos legales en Londres, Japón y Canadá, además de que "en Grecia y Lituania se prohibió la toma de imágenes y en Alemania y Francia la empresa fue multada por recolectar imágenes sin consentimiento. Pero el caso más resonante fue el elevado en Estados Unidos, donde al parecer las cámaras recogieron correos electrónicos y contraseñas de internet". El mismo matutino afirma que la empresa se disculpó aduciendo un error y su compromiso de no volver a cometerlo. Google también habría llegado a un arreglo de 7 millones de dólares con 37 estados norteamericanos en una demanda en la que fiscales generales argumentaban algo similar, cuando entre 2008 y 2010 los vehículos de la empresa atravesaron barrios tomando fotografías y levantaron información transmitida a través de redes inalámbricas no protegidas. Tiempo atrás la empresa acordó con la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos (FTC) para devolver 19 millones de dólares por compras realizadas por chicos con la tarjeta de crédito de sus padres en la tienda Play, como publica la web de TN Tecno de Argentina, mientras recientemente suma casos como el del joven Kabir Alli, que publicó un video en Twitter en el que busca las palabras "Three black teenagers" (tres adolescentes negros), y cuyo resultado arroja mayoritariamente fotos de personas detenidas por la Policía o ya procesadas, mientras al buscar "Three white teenagers" (tres adolescentes blancos) aparecen jóvenes sonrientes, que hacen deporte y disfrutan de su tiempo libre. Este caso, visto como racismo por algunas entidades, provocó otra disculpa, aduciendo que a veces, "interpretaciones desagradables sobre un asunto sensible pueden tener un impacto en los resultados de búsquedas en la red". El problema es que Google siempre va más allá de los "errores", como el propio Astro Teller se jacta en su charla. Hace apenas unas semanas, en su columna del 8 de mayo de 2016 en la revista Matices (Argentina), Gimena Fernández explicaba cómo el servicio sanitario británico reveló que Google tiene acceso al historial médico de 1,6 millones de sus pacientes, donde constan abortos, sobredosis, adicciones, trasplantes o enfermedades como el VIH/Sida, "para, en teoría, desarrollar una app que ofrezca la posibilidad de detectar enfermedades de hígado tempranamente", dice la periodista, y agrega: "Lo que parece más increíble es que la multinacional tuvo acceso a ellos a través del National Health Service. Ya hace un tiempo, médicos de diferentes partes del mundo habían alertado acerca de la información personal y médica que está dando vueltas en internet de manera voluntaria, cuando uno carga datos o busca información en Google. Hoy tienen en su poder el historial médico completo de todos los pacientes que pasaron por tres hospitales londinenses: el de Barnes, el de Chase Farm y el de Royal Free". El acuerdo prohíbe el uso de los datos para cualquier asunto que no esté relacionado con la salud, aunque permite que se amplíe a enfermedades no necesariamente hepáticas. Como ocurre con Street View, el NHS explica que cualquier paciente puede salir del programa con solo solicitarlo, aunque ninguno de ellos fue consultado previamente. La duda es qué les impedirá a algunas empresas del rubro salud contar con toda esta información en un futuro cercano y, por ejemplo, negarse a tomar a una persona por enfermedades preexistentes o tendencias genéticas a ciertas patologías.

Quién sabe

Publicidad superdirigida y huevos en muchas canastas parecen haber llevado a que Google sea tan amada como criticada, incluso por supuestas colaboraciones con países en la censura de internet, la infracción reiterada de derechos de autor o la presunta evasión fiscal. Asimismo, la acusan de ser "una de las empresas que colaboran con agencias de inteligencia en la red de vigilancia mundial, sacada a la luz en 2013", como señala Wikipedia. Las criticas son muchas y bien surtidas, y van de lo legal a lo filosófico, mientras en la superficie, y por debajo de ella, el pulpo sigue expandiendo sus tentáculos con remodelados anteojos Google Glass con reconocimiento de voz; drones que al elevarse producen energía eólica; lentes de contacto que alertan a pacientes diabéticos; autos que se manejan solos y que cuentan con pintura adhesiva a sus capotas para que, al chocar, el peatón quede pegado a la carrocería... Divertimentos de una megaempresa que pese al volumen y sensibilidad de las áreas que maneja, se guía por el humor y la percepción diaria de sus creadores Larry Page y Serguéi Brin. Billetera, les sobra. ¿Intenciones?

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