El candidato del Partido Independiente creció en la dictadura y se define como parte de la “generación que empujó por salir”. En Pablo Mieres confluyó lo político junto con la fe católica que practicó en la congregación de los padres vasco franceses, a dónde asistía a los grupos de reflexión. Según contó en el ciclo De Cerca, a través de una bombilla que le reaglaron en esos grupos de reflexión, otros de los objetos que eligió porque marcó su vida, en esos grupos se vivía un ambiente “progre” y un lugar de libertad en un contexto de dictadura. El cura José María Ruiz organizó una comunidad juvenil que llegó a tener 200 jóvenes, donde además conoció a Rosana, su esposa.
Mieres contó que mucha gente se acercaba a la parroquia “por razones religiosas pero muchísima gente por razones de poder tener un lugar de libertad, de discusión, de debate” en un contexto donde muchas cosas estaban prohibidas.
De hecho, el grupo parroquial era vigilado por los militares. “Nosotros sabíamos que nos vigilaban. Incluso había un famoso tipo, el inspector Alem Castro, que estaba encargado de la pastoral juvenil y alguna vez lo vimos en alguna misa”, contó Mieres quien recordó que llegaron a organizar un festival en el Palacio Peñarol en 1978 que “fue una cosa muy potente”.
En este tramo de la entrevista también reveló una charla que mantuvo con el obispo de la época Partelli. “Me parecía cuando vino el tema del plebiscito, le reclamé que la iglesia tenía que jugarse más fuerte contra la dictadura. Y, bueno, la verdad que Partelli era un tipo excepcional. Primero, porque me dio una entrevista a mí que era un dirigente de la pastoral juvenil. Podía no habérmela dado. Y, segundo, me explicó. Me dijo: Yo aposté a que esto sobreviviera y a que no lo arrasaran. Entonces, hay cierta parte de la prédica pública que había que, de alguna manera, graduar. Esa fue la explicación. Para que todos ustedes tuvieran esos espacios de libertad. Me pareció interesante... Discutible. Por supuesto”,reflexionó.
Eso llevó al candidato a reflexionar que “la religión no queda ajena a la realidad. Ese es el gran asunto que trae el Concilio Vaticano II es el compromiso cristiano metido en la cancha, en la sociedad”.
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