Por Academia Nacional de Economía
En la columna de la Academia Nacional de Economía en
El Observador, en el mes de junio, se señalaba que la competitividad es un concepto más complejo que el simple
análisis del tipo de cambio en relación a los precios y que amerita una búsqueda de acuerdos nacionales en pos de su promoción.
A su vez, Pharos, el Centro de Análisis y Propuestas de la Academia Nacional de Economía, acaba de publicar su cuarto trabajo: Indicadores de Competitividad Departamental, un estudio orientado a analizar la competitividad departamental en Uruguay, a partir de la propuesta de índices e indicadores que permiten generar información sobre la realidad económica, social y competitiva de las diferentes regiones del país para un período de varios años.
Este trabajo fue apoyado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y encomendado a los profesores Roberto Horta, Micaela Camacho y Luis Silveira del Instituto de Competitividad de la Universidad Católica.
El objetivo es no sólo diseñar una metodología replicable y actualizable, sino aportar a la construcción de una agenda de políticas públicas orientadas al desarrollo del territorio como insumo para las estrategias de los diversos agentes económicos, tanto públicos como privados, que interactúan en él.
Algunas definiciones básicas
En la citada publicación se define competitividad como un proceso cuyo objetivo es generar bienestar. En este sentido, es la habilidad de crear, desarrollar y gestionar eficientemente recursos y capacidades, incrementando en forma sostenida la productividad, de manera de aumentar el bienestar de la población.
Los países y las regiones subnacionales compiten por atraer inversiones, tecnología, habilidades y recursos. Sin embargo, dicha competencia, está referida a la capacidad de proveer una buena plataforma para que las empresas puedan operar con niveles crecientes de productividad, por lo que tanto los países como las regiones pueden volverse más competitivos al mismo tiempo.
El modelo de competitividad departamental desarrollado parte de los fundamentos o características dadas de cada departamento y a ello le incorpora los determinantes de la competitividad departamental: entorno microeconómico, gestión del sector público, comportamiento de las firmas y perfil productivo.
La interacción entre estos factores generaría las posibilidades de alcanzar un determinado desempeño departamental que se tiene que ver reflejado en el bienestar de su población.
Este modelo permitió calcular un Índice de Competitividad (ICD) para los 19 Departamentos en el período 2010 a 2015.
Uruguay presenta diferentes regiones, según el nivel del potencial competitivo de los departamentos.
Mapa y cuadro
undefined
undefined
Del análisis del ICD a nivel general, se desprende que la localización parece jugar un papel importante en la determinación de la competitividad. Así, los departamentos con costa tienen un mejor potencial competitivo y los que tienen frontera con Brasil muestran un menor puntaje en el índice.
Un hallazgo interesante es que a partir de las características dadas, más estructurales, los Departamentos trabajan para mejorar su potencial competitivo.
En efecto, aunque un departamento puntúe a priori "bajo" en referencia a sus características dadas (lo "heredado"), puede trabajar para que su potencial de competitividad se desarrolle. Este es el caso de los departamentos de San José, Maldonado, Rocha, Flores, Tacuarembó y Salto, cuya puntuación en el ICD es mayor a la que presentan en las "Características Dadas".
Esto, en definitiva, apoya la concepción de que, lo que importa para la competitividad es la prosperidad creada y no la prosperidad, tal como se aprecia en los siguientes cuadros.
Captura mapas
undefined
undefined
Principales recomendaciones, en base a experiencia nacional e internacional:
1. Generar una visión estratégica de cada departamento afianzando la identidad local.
2. Utilizar una estrategia de especialización inteligente: un marco de análisis para definir la estrategia de competitividad departamental que permita detectar las
actividades a priorizar.
3. Impulsar relaciones de cooperación entre empresas e instituciones con un enfoque de cluster.
4. Creación de un sistema territorial de servicios, incorporar el ICD como insumo en las políticas de promoción de inversiones, incrementar la autonomía financiera de los departamentos, formalizar un sistema de información departamental con estadísticas continuas y confiables y promover el relacionamiento internacional del departamento. Se cita como caso la ciudad de Rafaela en Argentina.
En la presentación del libro, los comentaristas Ec. Adrián Rodríguez Miranda (UdelaR) y Ec. Martín Dibarboure (
ANDE), señalaron que es necesario generar capacidades tanto en materia de capital social como de capital humano y capacidad empresarial, ya que de lo contrario, muchos de los programas de mejora de la competitividad como los propuestos, pueden fracasar.
En este sentido, es imperiosa la actuación coordinada de agentes públicos y privados con el adecuado apoyo académico, de manera de dar sustentabilidad a las medidas de promoción de competitividad departamental que redundarán en un incremento del bienestar de la población.