Los más acérrimos abogados de estas posiciones se encuentran representados en la Asociación Nacional del Rifle (NRA), un poderoso grupo de presión, con gran influencia en el Congreso, que defiende la posesión de armas con las mínimas restricciones.
Del otro lado, se encuentran organizaciones no gubernamentales como la "Brady Campaign to Prevent Gun Violence", encabezada por el que fuera jefe de prensa de Ronald Reagan, Jim Brady, en silla de ruedas desde el frustrado atentado de John Hinckley contra el entonces presidente estadounidense, en 1981.
Alegan, entre otros hechos, que un arma que se guarde en el hogar tiene 22 veces más probabilidades de intervenir en un tiroteo no intencionado, siete veces más en un homicidio y once veces más en un intento de suicidio que de usarse en un acto de legítima defensa.
Pero ni siquiera entre estos grupos abundan las voces para lo que sería la iniciativa más extrema, la abolición de la Segunda Enmienda de la Constitución, que consagra el derecho a portar armas de todo ciudadano.
El mes pasado, el senador Jim Webb, precisamente representante de Virginia, se limitó a responder que lleva armas para protegerse al ser preguntado sobre la detención de uno de sus ayudantes cuando introducía una pistola, al parecer propiedad del legislador, en el Capitolio.
El debate se reabre periódicamente, en particular cuando se producen tiroteos en centros de enseñanza como el ocurrido en el instituto Columbine en Colorado en 1999, en el que dos estudiantes mataron a trece personas antes de suicidarse, o la matanza de cinco estudiantes en una escuela "amish" de Pensilvania el año pasado.
Frente a quienes reclaman una regulación de las armas de fuego similar a la que existe en la mayoría de los países europeos, otros, como Glen Reynolds en la página "instapundit.com" (traducible algo así como expertoalmomento.com), recuerdan que la Universidad era una zona "libre de armas" y un intento de legalizarlas nunca llegó a despegar.
Pese a todo, y según las cifras de la organización Violence Policy Center, la emisión de permisos para comerciar con armas en EEUU ha descendido gradualmente desde la década de los noventa, cuando se otorgaron 245.000 en 1992, hasta 2005, cuando se dieron 54.902 permisos.
En parte debido a un control más estricto para la concesión y -algo clave en este país- a un aumento de las tarifas.