El general David Petraeus renunció como director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos después de admitir una relación sentimental con su biógrafa, Paula Broadwell. ¿Cuántos biógrafos han tenido relaciones con el objeto de sus biografías?
Ninguno que se sepa. Broadwell probablemente no es la primera biógrafa que tiene una relación sexual con el famoso objeto de su trabajo mientras está en el pináculo de su fama, pero ella es la primera en ser atrapada.
Otros casos están dentro del reino del rumor y las habladurías. El mejor ejemplo es el de Doris Kearns (ahora Kearns Goodwin), quien pasó muchas horas entrevistando a Lyndon Jonson (conocido como LBJ) en su rancho de Texas.
La autora no ayudó a que todo quedara callado al admitir que a LBJ le gustaba saltar a su cama para dar entrevistas, pero ella insiste en que nunca estuvo allí con el ex presidente y no hay evidencia de que haya habido un romance.
Tratar de tener acceso privilegiado y, a la vez, mantener la independencia es la lucha más importante que se debe librar para escribir una biografía.
La crítica más común que se le hace a un biógrafo que escribe sobre una persona que está viva es que carecen de validez, porque el biógrafo ama a la persona demasiado.
En una crítica de The New York Times (NYT) sobre la biografía de Steve Jobs escrita por Walter Isaacson, el periodista Joe Nocera advirtió que “Isaacson no solo entrevistó a Steve Jobs; lo vio morir. ¿Cómo se puede tomar una distancia crítica con una persona cuando ese tipo de momentos son parte de tu experiencia con él?”.
Incluso antes de que el romance de Petraeus y Broadwell quedara al descubierto, algunos críticos señalaron que el libro no podía ser objetivo.
Tener relaciones con alguien no es algo descalificante para escribir la biografía de esa persona, pero normalmente esa relación es conocida por el público.
Periodistas
Los periodistas han sido históricamente más proclives a tener relaciones sexuales con sus fuentes. La editora de la Harvard Business Review, Suzy Wetlaufer, tuvo una relación romántica con el ex CEO de General Electric, después de que la revista hiciera un perfil del empresario. Ella perdió el empleo y él se divorció de su esposa. Tiempo después, periodista y empresario decidieron casarse.
En la década de 1970, la periodista del Philadelphia Inquirer, Laura Foreman, tuvo un affair con el político Henry J. “Buddy” Cianfrani, quien fue convicto por corrupción durante el período en el que ella escribía sobre él.
La cronista de deportes Samantha Stevenson tuvo una relación amorosa con Julius Erving, una de las leyendas del básquetbol de la NBA de todos los tiempos.
Julius Erving era apodado como el Doctor J y era uno de los deportistas más famosos en Estados Unidos, pero nadie supo nada de la relación amorosa que mantenía con Stevenson hasta que la hija de ambos llegó a las semifinales de Wimbledon, en 1999.
Los códigos de ética periodística hacen énfasis en la independencia y la credibilidad, lo que debería prohibir las relaciones sexuales entre un periodista y su entrevistado o el objeto de su nota.
Si los periodistas pueden tener affairs con fuentes que están relacionados lateralmente con el artículo es una pregunta más difícil, que las redacciones suelen analizar caso por caso.
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