Henry Homann y sus tres hijos

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Le dijo que no a Nacional y los hinchas de Cerro lo hacen llorar; la vida de Henry Homann

Pelusso lo rastreó en el fútbol argentino hasta que un día se probó en Cerro en un amistoso contra Nacional y se metió en la historia del club
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30 de abril de 2022 a las 05:03

Los hinchas de Cerro le dicen que para ellos él es como Maradona para el Napoli. Le escriben por redes sociales, le recuerdan jugadas, goles, y Henry Homann termina llorando indefectiblemente. El sentimiento es mutuo porque el Ruso tampoco olvida su pasaje de tres años por el club en una época de muchos sacrificios, pero también de gloria para los albicelestes.

“Me hablo por Facebook con los hinchas y las cosas que me escriben me hacen emocionar. Les digo que no me sigan escribiendo porque me pongo a llorar”, contó Homann a Referí desde Cipolletti, la ciudad argentina donde nació y transcurre su vida a los 53 años.

Cerro de 1995

“Un día eran como las 11 de la noche, yo me iba a Mar del Plata, y un hincha me empezó a decir ‘monstruo, cuando tus hijos te pregunten qué hiciste en Uruguay no les digas que solamente jugaste al fútbol, deciles que hacías feliz a un tipo que laburaba 10 horas en una fábrica y esperaba los domingos para verte jugar con la camiseta de Cerro’. El vago me dijo que yo era su ídolo y que para los de Cerro soy como Maradona en Napoli. Yo siempre les cuento a mis amigos acá que fui a un club chico, no de los más fuertes económicamente de Uruguay, pero con una gran hinchada, un gran barrio de gente luchadora, sufrida y que logramos algo tremendo: la primera vez que el club clasificó a la Copa Libertadores. Eso queda para toda la vida y el hincha no se olvida”, recordó el exfutbolista que defendió a  los albicelestes entre 1993 y 1995.

Lo rastrearon

Su llegada a Cerro es un capítulo aparte. En 1990 Homann debutó en Racing de Avellaneda y en 1991 pasó a Platense. Un día lo llamó Carlos Mercadal, un amigo floridense de Gerardo Pelusso y lo convocó a una reunión en un hotel de Buenos Aires. “Me dijo que me había visto jugar, que le habían hablado muy bien de mí y si le daba permiso para ofrecerme en algunos equipos donde él tenía contactos. Me preguntó si tenía un video mio con jugadas, se lo llevé y quedamos que cualquier cosa me llamaba”, contó Homann.  

La reunión fue en marzo o abril de 1992. Luego Homann se fue a Cipolletti para jugar en el club de esa localidad el torneo Argentino A: “El campeonato para clasificar al Nacional B es larguísimo. Un día me contó Pelusso, cuando yo ya estaba en Cerro, que miraban los resultados y decían ‘cuándo quedará afuera Cipolletti para llamarlo’. En ese tiempo Gerardo era ayudante de Fernando Rodríguez Riolfo. Allá por enero de 1993 Cipolletti quedó eliminado y yo no sabía qué hacer de mi vida. Me había ido de Buenos Aires porque extrañaba mi ciudad, a mi gente. En ese sentido era un pelotudo y con los años descubrí que en el único lugar donde no extraño es en Montevideo”.

Homann, Cafú, Viera y Acosta, en Cerro del 95

En febrero Mercadal lo llamó por teléfono y le comentó sobre la posibilidad de jugar en Cerro, pero que tenía que ir un partido a prueba: “La verdad es que yo no conocía del fútbol de Uruguay, sí Nacional y Peñarol de verlos en la Copa Libertadores, pero no tenía información sobre la realidad de los clubes. Así que fui a probarme”.

Viajó un martes para jugar el jueves un amistoso contra Nacional en el Parque Central. En el aeropuerto lo esperaron Pelusso, Mercadal y el dirigente Matías González. “Me metieron en el hotel Alvear, donde me quedé viviendo un año. El miércoles fue Rodríguez Riolfo a decirme cómo jugaba el equipo y cómo quería que jugara yo, porque no tuve tiempo de practicar. Solo salí a moverme por la rambla. Jugué de enganche y empatamos  2-2. Les gustó como jugué, después fuimos a comer a una Pasiva y al otro día fueron al hotel a arreglar el contrato que ya estaba hablado. Económicamente siempre estuve bárbaro en Cerro, era lo que a mí me servía para irme de Argentina. Viajé a Cipolletti un par de días a buscar mis cosas, volví a Montevideo y empecé a jugar en Cerro en el año 1993”.

La motivación diaria

El cambio fue importante para él, pero se adaptó rápidamente. “Acá en Cipolletti te dan todo, no llevás nada. Y en Racing también, tenías el canasto con la ropa, las ojotas, el jabón. Cerro era un club humilde, ropa para entrenar no había, te daban una muda que te la tenías que llevar a lavar en tu casa porque no había utilero. Esas cosas, pero como había estado en lugares más grandes, también estuve en lugares más chicos y me adecué rápidamente”, expresó.

La motivación que tenía Henry Héctor Homann era romperla en cada partido: “Me acuerdo que empecé a ver los diarios uruguayos, que ponían la figura de los partidos y me puse en la cabeza que en todos los fines de semana tenía que tratar de salir figura para tener la posibilidad de seguir creciendo y encontrar nuevos horizontes. Entraba a la cancha con la idea de hacer un gran partido y salir en el diario. En casa tengo una caja llena de diarios de Uruguay. Después llegaron los clásicos contra Rampla, ganamos siempre y tuve la suerte de hacer goles en casi todos los que jugué. Esto también le quedó a la gente”.

Homann hizo el gol para el empate contra Defensor Sporting en la Liguilla que posibilitó definir por penales y clasificar a Cerro a la Libertadores. También convirtió el primer gol albiceleste en el torneo continental, frente a Peñarol y estuvo en la victoria frente a Independiente en el Tróccoli. “El estadio estaba lleno, después del partido nos fuimos a festejar a la sede y la gente fue caminando. Son momentos inolvidables, fueron muchas cosas que quedaron marcadas, en los hinchas y en mí. Siempre digo que a la gente uruguaya la adoro, la voy a tener de por vida en el corazón, la pasé muy bien, hice un montón de grandes amigos y el cariño es mutuo”.

Homann el día después del debut de Cerro en la Libertadores

Antes de aquella Liguilla la relación del plantel con los dirigentes no era buena, pero Homann tenía un presentimiento. “Nos debían cinco o seis meses de sueldo, habíamos tenido un par de reuniones fuertes, duras, con los dirigentes, pero no nos podían pagar, no tenían plata. Entonces nos sacaron el apoyo, nos dejaron solos. Así y todo el grupo estaba bárbaro: Jacinto Cabrera, Próspero Silva, Diego Viera, Cafú, Marcelo Bartora, todos los que jugamos en ese equipo eramos una familia, nos reíamos. No cobrábamos, cuando conseguían plata para la comida concentrábamos en Cafo si no ni concentrábamos, pero le poníamos la mejor onda. Un día estábamos en el Tróccoli haciendo un tenis-fútbol y le dije a Gerardo que tenía el presentimiento de que íbamos a lograr algo lindo, que era ir a la Copa Libertadores. Lo veía en los muchachos y Gerardo me dijo, ‘sabes que yo también’. Dicho y hecho, empezamos la Liguilla le ganamos a River, le ganamos a Nacional y nos metimos en la Copa”.

El no a Nacional

Después de la Liguilla, a fines de diciembre de 1994, Homann estaba en su casa de la calle Roque Graseras pronto para viajar a pasar las fiestas con su familia en Cipolletti, cuando lo llamó el gerente de Nacional Manuel Ucha: “Me dijo que querían contar conmigo para el próximo año, me ofreció la plata y todo. Le agradecí porque siempre tuve la ilusión de jugar en un club grande de Uruguay, pero quería jugar la Copa Libertadores con Cerro porque lo habíamos logrado con mucho sacrificio y era algo que no se daba todos los días. Me dijo que lo pensara, pero me quedé en Cerro”.

En cada período de pases su nombre sonaba en Nacional y en Peñarol, pero nunca se concretó. Esa es la asignatura pendiente que le quedó a Homann de su paso por el fútbol uruguayo en el que también jugó un par de meses de 1996 en Wanderers antes de irse a Chile y en 1998 defendió a Defensor Sporting.

“En Defensor habíamos armado un buen equipo. En las primeras dos fechas nos tocaron los grandes; en la primera le ganamos 2-1 a Peñarol y me acuerdo que hice la jugada para uno de los goles de Emerson, y en la segunda jugamos con Nacional. En el minuto 43 del segundo tiempo me hice un esguince de rodilla. Fue una de las primeras lesiones que tuve. Fui a dar un pase y me trabó Federico Bergara, sin mala leche, pero me giró la rodilla. Vino el  médico y yo quería entrar, faltaban pocos minutos, pero cuando quise apoyar el pie se me fue para todos lados. Distensión de ligamento tenía. Estuve como tres o cuatro meses parado. Después de eso, pasé a tener un problema en el ciático. En Defensor estuve lesionado casi todo el año, me quería matar, porque en mi vida me lesioné. Y en Defensor que era un club lindo, un club con todas las cosas ordenadas, no pude rendir como me hubiese gustado producto de eso”.

Henry y Emiliano Brancciari de No te va a gustar

En 1999 se radicó en Cipolletti, donde terminó su carrera de futbolista y comenzó la de entrenador en el club de toda su vida.

En 2015 fue la última vez que visitó Montevideo y sin quererlo vivió una jornada imborrable. “Gerardo era técnico de Independiente de Santa Fe y jugaba la final de la Sudamericana contra Huracán en Buenos Aires. Fui a verlo al hotel y el día del partido fui con ellos en el colectivo al estadio. Al otro día me voy a Uruguay y me quedé en un hotel en el centro de Montevideo. Llamé a Daniel Lavega de Cerro para vernos, me pasó a buscar y fuimos a comer. Me dijo que al otro día a la noche había una cena para celebrar el aniversario del club. Nadie sabía nada y cuando llegué al salón fue tremendo: no me olvido más el momento que me hicieron vivir. Fotos, saludos, me regalaron la camiseta y hasta me hicieron hablar”.

Entrenador y presidente

Homann no descarta algún día dirigir a Cerro: “Siempre está la posibilidad y se nombra y los hinchas me lo hacen saber por las redes. Me gustaría por todo el cariño que le tengo, sé que ahora está en Segunda división. Sigo los resultados y el año pasado estuvo cerca de ascender”, relató.

También le han ofrecido para ser presidente del club Cipolletti: “Hace un año hubo elecciones, querían que me postulara, ahora quieren que lo haga en las próximas. Siempre está esa posibilidad, por ahora no me he decidido porque vivo tranquilo. Sé que ser presidente es un lío bárbaro, todo el día con el celular, atajando penales permanentemente porque el club Cipolletti es grande, no es solamente el fútbol, tiene pileta, gimnasio de básquetbol, una colonia de vacaciones, empleados. Por ahora no, en algún momento de mi vida quizá lo pueda hacer. Es lo único que me falta, porque después hice de todo”, señaló.

Hace dos años, en plena pandemia, se puso al hombro el proyecto de cambiar el piso sintético que tuvo la cancha durante 10 años y  volver al césped natural.

La plaqueta a Homann de parte del club Cipolletti

“Cuando se hizo el sintético en 2011 fue una movida política de aquel momento. Cuando fui técnico la cancha era de sintético y no se podía jugar, el fútbol no es lo mismo, las lesiones, un desastre. Todos los hinchas queríamos volver al césped natural, era un sueño y yo quería devolverle al club algo de lo que me dio durante toda la vida. También sabíamos que era muy costoso, unos US$ 70 mil. Nadie se ponía en campaña con ese proyecto porque el club no tenía esa plata para gastar”, contó el Ruso.

Sin embargo, el día del padre de 2020, cuando el presidente lo llamó para saludarlo y le ofreció un cargo rentado en la parte de fútbol, Homann le contó su idea: “Lo único que quiero es que la cancha tenga césped natural”.

Así empezó los contactos con el intendente de la ciudad y pronto estaban tirando el paredón del estadio para que ingresaran las máquinas. “Fueron 10 u 11 meses tocando puertas porque lo hicimos sin un mango, poniendo la cara y cumplimos el sueño. Fue todo un proceso, vivo a tres cuadras de la cancha e iba todos los días. Me pusieron una plaqueta de agradecimiento, pero la obra tiene más valor que un gol importante o salir campeón, va a quedar en el club para toda la vida”, dijo Homann, emocionado.

De Cipolletti al Cerro
Comenzó su carrera en Cipolletti y continuó en Racing de Avellaneda y Platense. Luego jugó en Cerro, Alianza Lima, Puebla de México, Wanderers, Deportes Iquique y O´Higgins de Chile y Defensor Sporting. En Cipolletti terminó su carrera de futbolista y empezó la de técnico.
Su vida tranquila
Homann vive en Cipolletti y se quedó a cargo del negocio familiar de compra de aluminio, cobre y bronce desde que falleció su papá el 19 de junio del año pasado. “El negocio lo tengo al lado de mi casa así que en ese sentido estoy recontra cómodo y me manejo los tiempos. Vivo de eso, vivo bien, tranquilo”, manifestó. Es padre de tres hijos: el mayor es Lothar que tiene 29 años y actualmente vive en Copenhague. El segundo es Fernán que fue concebido cuando jugaba en Defensor Sporting y nació en Cipolletti en 1999; ahora estudia abogacía en Mar del Plata. El más chiquito es Tiago, que tiene 13 años y es quien lo acompaña cuando va a jugar al fútbol. En 2014 Homann se separó de la mamá de sus hijos.
En las Eliminatorias soy hincha de Uruguay”
“El cariño que he recibido de mi paso por Uruguay es tremendo y lo recuerdo todos los días. Estoy pendiente siempre de Uruguay. En las Eliminatorias yo no hincho por Argentina porque obviamente que va a clasificar, hincho por Uruguay porque quiero que gane. Yo sé lo que significa que Uruguay vaya al Mundial. Lo viví porque iba a las reuniones de la Mutual cuando el presidente era el Tajo Silva; acompañaba al Pipa Rodríguez representando a Cerro y veía la realidad de lo que me decían y de los dirigentes de los clubes del fútbol uruguayo. No es ninguna novedad que a todos los países les sirve ir a un Mundial, pero en el caso de Uruguay, que es un fútbol que vive con lo justo y a veces con menos de lo justo, el hecho de participar en la Copa del Mundo es doblemente gratificante”, indicó Homann.
El intercambio con No te va a gustar y la anécdota de Peñarol
Hace una semana Homann se trasladó a Neuquén para ver un recital de la banda uruguaya No te va a Gustar. Es amigo del cantante Emiliano Brancciari y del trombonista Denis Ramos. “Les llevé unas camisetas de Cipolletti. Son hinchas de Peñarol y la primera vez que nos vimos me dijeron ‘este porteño siempre nos clavaba’”.
 

 

 

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