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Lo bueno y lo malo del GPS

Los usuarios frecuentes de aplicaciones de navegación es menos probable que confíen en sus propias capacidades, pero no todas son desventajas
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08 de diciembre de 2018 a las 05:00

Muchos de nosotros hemos tenido la experiencia de llegar a una ciudad desconocida y necesitar llegar a un destino específico, ya sea registrarse en un hotel, reunirse con un amigo en una cervecería local o acudir a una reunión a tiempo.

Con unos pocos clics en un smartphone, el destino se ingresa en una aplicación de navegación, con preferencias de ruta personalizadas para evitar el tráfico. La ansiedad en la ruta disminuyó, uno conduce a su destino a través de indicaciones de voz y con alguna mirada ilícita ocasional al mapa en constante actualización.

Pero, después de haber llegado a salvo, existe la vaga conciencia de que no sabemos cómo llegamos allí. No podemos recordar los puntos de referencia en el camino y, sin nuestro dispositivo portátil, ciertamente no podríamos volver a nuestro punto de origen. Eso plantea la pregunta más amplia: ¿las capacidades de navegación de nuestros smartphones nos están haciendo peores navegadores?

La investigación apunta a que sí. Pero, dada la ubicuidad de estos dispositivos, así como su capacidad para ayudar a grupos particulares, tal vez deberíamos aprender a adoptarlos como una prótesis tecnológica.

Peores para encontrar el camino

Geógrafos, psicólogos, antropólogos y neurólogos han estudiado cómo los individuos navegan desde el punto A al punto B. En un artículo histórico de 1975, los psicólogos Alexander Siegel y Sheldon White argumentaron que las personas navegan a través de su conocimiento de los puntos de referencia en un paisaje más amplio. Las nuevas rutas de navegación se descubren mediante la vinculación de puntos de referencia familiares con otros nuevos.

Por ejemplo, los inuit, enfrentados a paisajes nevados y topográficamente uniformes, están atentos a señales sutiles, como la forma de la acumulación de nieve y la dirección del viento. Hasta la llegada de los dispositivos GPS, esas culturas no tenían una concepción cultural de la idea de perderse.


La investigación ha establecido que los dispositivos de navegación móvil, como el GPS integrado en un smartphone, nos hacen menos útiles. Las interfaces móviles dejan a los usuarios menos orientados espacialmente que el movimiento físico o los mapas estáticos. Las aplicaciones de GPS han sido vinculadas a una menor cognición espacial, habilidades de búsqueda de caminos más pobres y menor conciencia ambiental.

Es menos probable que las personas recuerden una ruta cuando utilizan la navegación guiada. Sin su dispositivo, los usuarios regulares de GPS tardan más en comprender una ruta, viajan más despacio y cometen errores de navegación más grandes. La navegación física y los mapas estáticos requieren un compromiso con el entorno físico; la navegación guiada permite la desconexión.

Ampliando la vista

Sin embargo, eso no significa que la navegación móvil sea mala. Una demonización general de estos dispositivos puede ser una forma de “etnonostalgia”, en la que nos ponemos sentimentales por un lugar y un tiempo imaginado más simple. Los avances tecnológicos, históricamente, han liberado a los humanos del trabajo y el sufrimiento.

Además, muchas de nuestras experiencias están mediadas por la tecnología. Los conductores usan automóviles, los cazadores usan armas y muchos de nosotros estamos constantemente en nuestros smartphones. En resumen, como lo expresaron el sociólogo Claudio Aporta y el ecólogo Eric Higgs, “la tecnología se ha convertido en el escenario en el que se desarrolla gran parte de nuestra vida cotidiana”.

En su artículo seminal de 1997, el geógrafo Robert Downs sostiene que las tecnologías espaciales no necesitan reemplazar el pensamiento geográfico, sino que sirven como una prótesis, que complementa nuestra conciencia espacial. El mayor acceso a la información brinda a las personas una nueva forma de explorar nuevos paisajes de forma rápida y fácil, lo que puede llevar a la exploración física de dichos paisajes. Entonces podemos centrarnos menos en la memorización de los nombres de lugares a favor de una comprensión más profunda de la topografía.

Si bien la investigación muestra que el uso de dispositivos de navegación manual puede llevar a un menor conocimiento espacial, eso no necesariamente es culpa del dispositivo. Los que tienen más probabilidades de utilizar una app de GPS son los menos seguros de sus propias capacidades de navegación. El uso adicional de estas herramientas conduce a un ciclo de retroalimentación negativa, donde las personas se vuelven más dependientes de sus dispositivos y menos conscientes del espacio. Además, la navegación manual puede empoderar a aquellos con desafíos de orientación espacial, ya sean reales (por ejemplo, usuarios ciegos) o imaginarios. 

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