Temas > Columna María Eugenia Vilardo

Miedo al agua, ¿cómo ayudar a superarlo?

No hay que presionar al niño si no quiere meterse. Es necesario tener paciencia
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29 de enero de 2018 a las 05:00

Muchos niños le tienen miedo al agua, y es totalmente comprensible cuando son chicos. Por eso, para evitar que la playa y el mar sean fuente de temores es conveniente que el niño se pueda familiarizar lentamente con el océano. Es fundamental respetar sus tiempos.

A pesar de que el niño pasó nueve meses inmersos en un medio acuoso, es posible que -por diversos motivos- sienta miedo de bañarse en la playa o en la piscina. El temor puede venir desde que son pequeños con el baño de higiene diario. También, pudo haber surgido en el momento de acudir a la piscina o al mar por primera vez.

Para un niño pequeño su medio natural no es el agua. Es un entorno desconocido para desenvolverse, donde le provoca un cambio de temperatura en el cuerpo, carece de un punto de apoyo (no da pie) y desconoce lo que hay bajo de la superficie.

En ocasiones, el miedo puede ser provocado involuntariamente por los padres que fuerzan ese primer contacto y no dejan de repetirle “no tengas miedo, no te va a pasar nada”. Indirectamente esa frase puede hacerle entender que algo puede pasar.

Si el pequeño le teme al agua es recomendable ayudarlo a superar y lograr que disfrute de la playa o la piscina. Para eso es necesario tener paciencia y no forzar a que el niño se bañe si no quiere.

Asimismo, es aconsejable hablarle y explicarle de forma adecuada qué es el agua, el placer que produce estar en ella e incluso la cantidad de movimientos y juegos que se pueden realizar.

El primer encuentro con el agua tiene que darse en un ambiente de tranquilidad y con la compañía de un adulto.

Si le da miedo, se puede caminar por la orilla para irse metiendo gradualmente, de manera que primero el agua solo le cubra los pies. Luego se va probando tener más contacto con el agua, puede hacerse el mismo día o en los siguientes días.

Lo más importante es no forzarlo, porque se puede generar una experiencia negativa, lo que luego puede ser difícil de superar.

Nunca hay que soltarle la mano en el agua sin que el pequeño esté de acuerdo. Muchos menos comparar lo que hacen otros niños y él no logra hacer. A medida que va avanzando en la superación de su miedo, es aconsejable mostrarle su valentía, ya que esto le animará a seguir.

De todas formas, si el temor es tal que no se quiere meter, se pueden hacer infinitas actividades en la playa: jugar con la arena, caminar por la orilla buscando piedras, caracoles, entre otras. Es mejor que disfrute haciendo estas cosas a que se vea forzado a ponerse un flotador y tirarse al mar.

Si el miedo no se va, ¿cómo combatirlo?

Una de las estrategias puede ser sentarse junto a él en el borde de la piscina o en la orilla del mar y patalear mojándose.

Asimismo, se puede pasear por el borde mientras se le cuenta algo divertido para entretenerlo e ir invitándolo de a poco a mojarse y a familiarizarse con el agua.

Los mayores son sus modelos, por lo que son quienes deben mostrar actividades divertidas que permite el medio acuático para disfrutar del verano.

Hay que concederles el tiempo necesario, sin atosigarlos ni retarlos, ya que así solo se conseguirá apartarlos más de su objetivo.

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