Omán es uno de los países menos conocidos de la península arábiga, tal vez porque no aparece en las noticias que informan sobre conflictos, o incluso porque no hace mucho que ha decidido mostrar sus bellezas naturales y su enorme riqueza histórica. Sin duda, es una opción más que interesante para los curiosos de una cultura milenaria o que quieran huir de las hordas de turistas de los destinos más visitados o desean conocer un lugar muy diferente.
El sultanato de Omán es el medio camino perfecto entre la muy tradicional Arabia Saudita, el convulsionado Yemen y el moderno y comercial Dubái. En Omán se encuentra un cierto grado de modernidad, respeto a la identidad, pero también abierto a lo nuevo. Su profunda historia beduina, cultura de enormes tradiciones con el desierto como escenario, sumado a sus hermosos paisajes y tradición marítima vuelven a Omán un lugar enormemente atractivo. Contrario a lo que uno podría imaginar, posee hermosas playas y diferentes espacios de agua que contrastan con sus enormes dunas del desierto. Con un alto nivel de vida derivado de sus ingresos petroleros, su pueblo vive en armonía y siempre fomentando sus raíces culturales.
La gastronomía es una fusión de la comida árabe con la asiática, con platos ya internacionalmente conocidos como kebab, hummus, shawarma, e ingredientes como el arroz, especias y frutos secos.
Un viaje en excursión es la manera más práctica de recorrer Omán. Si se realiza una visita por cuenta propia, lo más recomendable es alquilar un vehículo, en lo posible 4 x 4, y contratar los servicios de un guía.
Existen varias opciones de transporte público, como buses, taxis y microbuses.
El viaje debería comenzar en la capital, Mascate o Muscat, no tan grandiosa como la llena de rascacielos Dubái, pero sí de gran desarrollo.
Uno de los imprescindibles en este lugar es la Gran Mezquita del Sultán Qaboos, que puede ser visitada por las personas no creyentes (excepto los viernes), una de las más grandes del mundo. El otro imperdible es el popular mercado o feria de Mutrah –que parece una ciudad dentro de una ciudad–, uno de los sitios más pintorescos y animados de la capital, con tiendas de textiles, de vestidos tradicionales, de alimentos típicos, de inciensos y hasta de metalistería y oro, e interesantes anticuarios. Ideal es encontrarse con alguno de los festivales, como el de Mascate, que se realiza entre enero y febrero durante cuatro semanas. Una visita a la Royal Opera House, y si se puede ver algún espectáculo –e incluso realizar una visita guiada– es una muy buena opción. La capital tiene su rambla, Mutrah, un lugar de paseo y recreación que bordea desde un mercado de pescado hasta el palacio del sultán, el que no se puede visitar por dentro pero sí recorrer sus alrededores y jardines. El territorio está bañado por el mar de Omán y de Arabia, por lo que sus playas son grandes protagonistas, no tal vez para el uso local, pero sí para los turistas, que se emocionan viendo delfines y grandes tortugas cerca de sus orillas. Uno de los lugares top es Al Qurum Beach, donde apreciar mejor el movimiento de la ciudad, disfrutar de muy buenos restaurantes y ver lujosos automóviles.
Uno de los lugares más famosos y turísticos es Jebel Shams, la montaña más alta (más de 3.000 metros). Su belleza se debe no solo a su cumbre, sino al Gran Cañón de Arabia, de impresionantes precipicios verticales, que lo transforman en el segundo más profundo del mundo. Los deportes extremos no son ajenos en este territorio: el Balcony Trail, por ejemplo, que consiste en una caminata por un sendero junto a un despeñadero.
Otro de los tesoros de Omán es el fuerte Nakhal, levantado durante el reinado del imán Said bin Sultan en el siglo XIX, un lugar que parece salido de un libro de cuentos.
En cuanto a construcciones significativas, se destaca el fuerte de Bahla, declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por Unesco, que impresiona por la extensión de sus murallas, una de las más extensas del mundo. Y a pocos kilómetros se encuentra el de Jebreen, de gran belleza y conservación, también para admirar y entender la vida de poblaciones antiguas.
Sharqiya es el sitio indicado para una travesía por el desierto, un paseo que se debe realizar con un guía turístico y así poder conocer el modo de vida tradicional de los beduinos, los habitantes naturales del desierto. En una zona muy distinta, pero también de película, está Masirah, un oasis de palmeras y playas con flamencos y garzas, una isla paradisíaca.
Otro de los imperdibles es la reserva de tortugas de Raz Al Jinz, que tiene interés, además, por su riqueza arqueológica.
Este es un paseo que vale la pena hacer como para salirse del itinerario tradicional. Al norte de Omán se encuentra la llamada Noruega de Arabia, por donde pasa el famosísimo y estratégico estrecho de Ormuz, la vía fluvial de comercio marítimo y de transporte de petróleo más importante. Aquí se puede realizar montañismo, buceo (hay un bellísimo arrecife de coral), un paseo en crucero o bote, senderismo y visitar antiquísimos pueblos y fortificaciones.
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